Tras
tocarla en varias ocasiones y caer de modo injusto y con polémicas arbitrales,
el Chelsea al fin pudo lograr su Copa de Europa
Antonio Blanca
Muchos
sin sabores, decisiones arbitrales bastante polémicas (gol fantasma de Luis
García con el Liverpool y la actuación Ovrebo en las semis contra el Barça),
una multimillonaria inversión, ilusiones quebrantadas edición tras edición, el
paso de Mourinho por Londres que dejó muy tocado al club, aún le echa de menos,
una final perdida en penaltis, un cúmulo de ingredientes amargos para un equipo
que en la temporada en la que no iba de favorito y contra pronóstico, se ha
adjudicado la Champions League, un
trofeo que desde España pensamos que era nuestro, de Madrid o Barcelona, pero
que la propia competición se ha encargado de demostrarnos que Europa es muy
difícil de conquistar y que no se pueden minusvalorar a los rivales.
El
Chelsea conquistó a la heroica su primera Copa de Europa el sábado 19 de mayo, al filo de la medianoche del día 20, tras
una tanda pírrica de penaltis, tras un partido lleno de sobresaltos, tras unas
semifinales ante el Barcelona para recordar, tras una final en Múnich ante el
Bayern.
El
Chelsea ha ganado su Copa de Europa con el más difícil todavía. Dos héroes
serán recordados por la hinchada blue.
Drogba y Cech. El delantero costa marfileño que marcó el penalti decisivo de la
tanda y marcó el gol del empate rozando el minuto 90 de partido, en un derroche
de honor futbolístico casi nunca visto sobre un terreno de juego. Si un jugador
puede dejarse el alma en un choque, Drogba lo hizo el sábado. Por su parte, el
meta checo Cech, fue la estrella contra el Barça, le detuvo un penalti al “gafado”
Robben en la prórroga y en la decisiva tanda de penaltis acertó el lugar de
todos los lanzamientos, los tocó todos, y detuvo el de Olic y desvió el quinto,
el de Schweinsteiger.
Di
Matteo que suplió en el banco a Vilasboas (el luso tenía hecho añicos el
vestuario londinense) aunó esfuerzos. Le dio a Mata la batuta, Drogba se echó a
sus compañeros a la espalda, Lampard volvió a ser aquel medio deslumbrante y
con mucho esfuerzo físico, apretando siempre los dientes, y defendiendo
dejándose el cuerpo en cada envite, el Chelsea ha reventado las casas de
apuestas. De entre los cuatro semifinalistas, nadie hubiéramos apostado por los
ingleses, que vuelven a demostrar que el fútbol es impredecible, que no siempre
gana quien juega mejor, y que esa llamada “Justicia Divina futbolística”
existe, y más tarde o más temprano acaba por darte aquello que en alguna
ocasión te quitó. Mi más profunda enhorabuena al Chelsea.