Después
de dos años al frente del banquillo blanco y con las funciones de mánager
general, el luso amplia su contrato hasta 2016
Antonio Blanca
La
noticia explotó el pasado martes a eso del mediodía. Toda una sorpresa, casi
sin avisar. José Mourinho renovaba con el Real Madrid hasta 2016 en lo que él
mismo ha calificado como "el reto perfecto". Nadie se lo esperaba.
Nadie lo sabía. Club y entrenador mantuvieron en completo secreto un proceso
que ha sido fugaz, rápido e impecable.
Apenas
siete días necesitaron para cerrar una negociación que comenzó la semana pasada
pero que se comenzó a fraguar el 27 de abril. Ése día Guardiola anunciaba
oficialmente que dejaba el Barça. Ése
día Mourinho comenzó a tener más claro que nunca que era el momento de
prolongar su vinculación con el Real Madrid.
El
adiós de Pep ha sido un motivo más para quedarse. Un motivo importante, al
igual que fue también una causa de las filtraciones que en 2011 y 2012 nacieron
sobre una posible salida del portugués del Bernabéu.
Mourinho
es un ganador nato. No quiere perder. No puede perder. En España, en los
últimos cuatro años ese verbo ha sido capitalizado por el Barça hasta extremos
que parecían imposibles de frenar.
La
campaña pasada, sin ir más lejos, el doblete blaugrana (Liga y Champions)
invitaba a pensar que la 'dictadura deportiva' de los culés se podría prolongar
por mucho tiempo. Fueron los momentos
más duros para Mourinho en el Real Madrid. Fue entonces cuando más dudó de si
seguir o no en el Bernabéu. No quería seguir en España si eso suponía tener que
vivir a la sombra del mejor Barça de la historia.
Florentino
lo convenció a base de prerrogativas y más poder. ¿Valdano? A la calle ¿Los
fichajes? Cosa exclusiva del portugués. ¿La comunicación del club? A la medida
de sus deseos. Todo era poco para conseguir la continuidad de la principal
apuesta del presidente blanco en sus años como presidente blanco.
La
tendencia poco a poco comenzó a cambiar. El Real Madrid inició la Liga con
energía y el Barça, con dudas. Sin embargo, los primeros enfrentamientos
directos reavivaron el fantasma del dominio barcelonista. Casualidad o no, las filtraciones de un
posible adiós de Mourinho coincidieron con las derrotas en los Clásicos de Copa
y Liga, cuando 'The Special One'
volvió a vislumbrar nuevos tropiezos en el largo plazo.
Sin
embargo, las aguas se calmaron con el triunfo blanco en el Camp Nou y la
eliminación de la Champions del Barça. El Real Madrid, pase lo que pase en la
final de Copa, estará por primera vez en mucho tiempo por delante de los culés.
Consecuencia: Mourinho y los suyos consiguieron una nueva mejora de contrato
que no implicaba más años en el Real Madrid.
Después,
la directiva blanca comenzó a rondar al entrenador con una posible renovación,
tal y como hace con todos y cada uno de los miembros del equipo a los que le
quedan dos años de contrato.
Y
entonces Pep dijo 'basta'. El adiós de Guardiola abrió la esperanza en el Real
Madrid. Buena parte de sus miembros
creen que su marcha del Barça no hará más que poner las cosas más fáciles para
que el dominio blanco se extienda. El cambio de ciclo del que hablaba
Cristiano, vaya.
Fue
entonces cuando Florentino Pérez y José Ángel Sánchez presentaron la propuesta
formal a Mourinho y este comenzó a pensarse que merecía la pena prolongar su
contrato. Sin Pep en el banco del mayor enemigo, ganar más y más sería más
fácil. Ya saben: a Mourinho no le gusta perder. Sólo habría una condición para
iniciar las conversaciones: el final de la Liga. Dicho y hecho.
El
campeonato concluyó el domingo 13 de mayo y el lunes 14, tras los festejos
oficiales, iniciaron las conversaciones que concluyeron con este acuerdo
anunciado ayer. Un acuerdo en el que
una despedida, la de Guardiola, facilitó una continuidad, la de Mourinho.