3-0
ganó en la final española de la Europa League el Atlético de Madrid al Athletic
de Bilbao con Falcao encumbrado al Olimpo de los futbolistas
Antonio Blanca
El
Atlético de Madrid ya tiene en sus vitrinas su segunda Liga Europa en dos años
tras haberse impuesto con una autoridad incontestable, goleando por 3-0 al
Athletic Club de Bilbao en un encuentro tremendamente desigualado donde los
bilbaínos pagaron cara su bisoñez ante un conjunto colchonero muy maduro, que
tuvieron en Falcao y los dos goles que firmó al elemento diferencial, un coloso
domador que domeñó a los “leones”.
La
final 'fratricida' entre dos clubes españoles, la decantó un colombiano.
Radamel “Tigre” Falcao, firmó dos soberbias obras de arte encarnadas en goles
para su equipo, dignas del Prado o el Louvre.
El 'Tigre' demostró que aumenta su rendimiento en las grandes citas, tras el
título de Europa League que otorgó al Oporto el curso pasado anotando el único
gol de la final. Además, con los dos tantos, se proclamó en solitario máximo
goleador de la competición por segundo año consecutivo. Si no tienen sombrero
bien harían en comprarse uno para poder quitárselo ante tan imponente pelotero.
Pronto
se abrió la veda. En el minuto 7, Falcao recibió un inocente balón en el pico
derecho del área de Iraizoz. Tras controlar el esférico y otear el horizonte en
busca de ayuda, el 'Tigre' aprovechó su soledad y la permisividad de los
zagueros bilbaínos para caracolear, perfilarse y sacarse de la 'chistera' un
zurdazo que se convirtió en gol tras atravesar la mismísima escuadra y en
flecha para clavarse en los corazones de los más de 13.000 vascos que acudieron
a Bucarest.
Antes
y después de la estocada deportiva y moral del colombiano, el Athletic no se
encontró cómodo en ningún momento sobre el césped, con un campo de minas ideado
por Simeone para neutralizar el trato de balón vertiginoso al que acostumbra el
equipo de Bielsa. Al contraataque, los colchoneros salían con mucho peligro
comandados por los exquisitos Diego y Arda Turan.
Según
se iba consumiendo el encuentro, Falcao mutó de gigante a islote, dentro de un
Atlético de Madrid más preocupado de enfriar el fútbol que intentaba cocinar el
equipo vasco y que garapiñó con un disparo de media distancia de Muniain y con
un centro al corazón del área de Courtois que Llorente no supo conectar,
víctima de la aceleración, el ansia y el acoso de Miranda.
Cuando
el duelo se doraba en el horno, tomando el color verde de la casaca del
Athletic, de nuevo emergió el '9' atlético. Una pelota sin peligro cayó en los
pies de Amorebieta que, contrario a los postulados de todo central, se
entretuvo en cabriolas sin sentido que dieron con Arda habilitando a Falcao. El
colombiano se retorció en del área, pisando el balón para cambiar de dirección
y tumbar a Aurtenetxe y al propio Amorebieta que fútilmente intentó enmendar su
error, y por segunda vez con la zocata soltar un violento mandoble para anotar
con autoridad.
Esta
vez sí, la acción de Falcao domó a los 'leones', y aún más, los minimizó al
nivel de un felino doméstico. No obstante, el conjunto de Simeone, con el
oficio por bandera, no se volvió loco y pese a oler 'sangre' no descuidó la
retaguardia, sabedor de que en cualquier momento los bilbaínos podían volver a
rugir y soltar un zarpazo. Con la ventaja de dos goles (2-0) concluyó un primer
acto donde brilló un único equipo, liderado por un colosal y certero Falcao.
La
notable empresa de remontar, o al menos empatar, el envite en 45 minutos
propició que Bielsa mirase al banquillo para introducir savia nueva en sus
alicaídas filas. Si bien, el revulsivo resultó tan efervescente como efímero,
con un par de acciones nacidas de la garra, el tesón y la gallardía que apenas
lograron inquietar a Courtois y que no tuvieron continuidad alguna ni reflejo
en el juego bilbaíno.
En
el lado contrario de la cancha, Adrián pareció desperezarse, beneficiado por
los espacios que dejaban los laterales a sus espaldas, en pos de cumplir con
las labores ofensivas que su equipo requería. Su compañero de ataque y el
hombre del partido, el 'Tigre', ofreció un auténtico recital de cómo un
delantero debe ser útil para sus compañeros jugando de espaldas a la portería
de Iraizoz, aguantando el esférico y descargando el juego a las bandas.
El
guión del balón por el piso no le funcionó al Athletic, por lo que cada vez
más, los vascos comenzaron a probar con los balones aéreos en dirección al
estilete Fernando Llorente, pero toda acometida resultó vacua y estéril ante un
equipo entregado en cuerpo y alma a la defensa de su guardameta, que apenas
tuvo que intervenir. Aunque de rigor es reconocerle al Athletic numerosas
jugadas embarulladas en el interior del área del meta belga donde no mostraron
el acierto y la clarividencia necesaria para anotar su primer gol de la noche.
Cuando
el partido parecía empantanarse con un equipo que se sabía ganador y otro que
lo intentaba pero sin acariciar siquiera las mieles del gol, por enésima vez
surgió Falcao para, con metros por delante, driblar y dejar atrás a dos rivales
y estampar el esférico contra la madera. Acto seguido, Diego en velocidad se
zafa de Amorebieta y cruza al palo contrario la pelota para redondear el
triunfo. Golazo.
Con
el pitido final del árbitro, el Atlético de Madrid sumó a sus vitrinas su
cuarto título europeo magistralmente dirigido por Diego Pablo Simeone que
refuerza su condición de ídolo atlético, ascendencia sobre la afición que
pronto podría adquirir Falcao de repetir actuaciones de este calado. La cruz
del partido resultó para el Athletic Club, que recibió demasiado castigo en la
final de una Europa League cuya inmaculada trayectoria les había permitido
soñar con lograr algo histórico.