El
Madrid que jugó a la contra se impuso al Bayern de Munich por 1-0 en la ida de
las semifinales de la Copa de Europa y tiene más de cara su pase a la final de
Lisboa
Antonio Blanca
Había mucho
respeto incluso algo de temor en todo el madridismo, menos en los jugadores,
que eran y son conscientes de sus posibilidades. El Real Madrid ganó, lo hizo
por la mínima 1-0, pero pudo llevarse una ventaja mayor para el partido de
Múnich del martes. Ancelotti se impuso a Guardiola que perdió su primer partido
en las ocho visitas que ha realizado al feudo merengue, demostrándole al buen
entrenador catalán que no es todo la posesión en un partido de fútbol y que se
tienen que generar ocasiones para poder anotar gol, y el Bayern solo dispuso de
una clara por cuatro que tuvo el Real Madrid, que demostró ser un buen equipo
defendiendo y que a la contra es letal, y es el mejor equipo del mundo en esa
suerte.
El cuadro
madridista fue solidario en el esfuerzo, y aguantó la posesión del rival, menos
bestia negra en esta ocasión, al que pudo darle sustos a la contra, algunas de
ellas clarísimas y no materializadas como las de Ronaldo y Di María. El Bayern dominador
casi siempre, pero al que le faltó una mayor velocidad para poder desarbolar el
entramado que planteó el equipo blanco, que gozó de las ocasiones más claras
del partido pese a tener que renunciar al esférico.
Al final, decidió el estilo del Real Madrid,
también superviviente a los problemas físicos de Cristiano y Bale que mermaron
su presencia en el campo, pero que irá a Múnich con el valioso gol de Karim
Benzema, sabedor de que en el Allianz Arena, el sufrimiento será mucho mayor,
pero también de cómo puede hacer daño a los de Pep Guardiola.
Como si de
un guión estuviese escrito, los dos equipos aceptaron sin miramientos su papel.
La final copera le sirvió a Carlo Ancelotti para repetir el esquema que tan
buenos frutos le dio en Mestalla, con el único cambio de Cristiano por el
griposo Bale, y con la línea de cuatro delante de la defensa para controlar la
posesión visitante porque el Bayern no sólo se adueñó del balón sino que cuando
lo perdía, con la línea muy arriba con Mandzukic, presionaba obligando a su
rival a deshacerse de él sin encontrar las salidas que halló hace una semana.
De todos
modos, el actual campeón de Europa no tuvo fácil el acceso al área de Iker
Casillas, aunque tuvo una vía por la banda izquierda donde Carvajal sufrió
mucho con Ribéry y Alaba, falto de la ayuda de Di María, mientras que por el
costado de Robben, Coentrao volvió a demostrar su disciplina para frenar al holandés.
El carrusel de centros y de amenazas acababan en continuos saques de esquina
que la defensa blanca defendía con acierto.
El partido
estaba dominado abrumadoramente por los de Pep Guardiola, cuando el Real Madrid
demostró una vez más que el balón no le es necesario. Una contra fugaz, con
pase de Cristiano a la espalda de Boateng para Coentrao para meter un pase
letal a Benzema que solo tuvo que empujarla para poner el 1-0 y la cara de
extrañeza en los jugadores visitantes.
El
contragolpe fue la mejor arma local para contrarrestar el dominio del Bayern,
que no cambió un ápice con el gol en contra y que continuó con paciencia
buscando encontrar el camino hacia Casillas. La misma paciencia que tuvieron
los de Ancelotti para esperar su momento que llegó en otras dos ocasiones
claras, pero ni Cristiano, fallando extrañamente un balón solo ante Neuer, y Di
María, con una errónea definición delante del guardameta alemán, estuvieron
acertados.
El campeón
de la Bundesliga, más agobiado en los minutos finales del primer acto, donde
dejó espacios peligrosos, no las tuvo tan claras, pero pisó con peligro el área
madridista de forma siempre muy amenazante, marchándose a vestuarios sin
premio, pero tampoco sin más castigo.
El descanso
no cambió el panorama. El Real Madrid continuó sin encontrar una posesión larga
con la que poder frenar a un Bayern, imperturbable, pero lastrado por la falta
de desborde que le dan habitualmente sus dos extremos, con Carvajal más
asentado por su lado, y por la poca llegada que tuvieron Schweinsteiger y
Kroos, más grises de lo normal, sobre todo el segundo, por lo que no lograba
tener ocasiones claras.
La primera
solución de Guardiola para intentar cambia el rumbo del partido, mucho más
equilibrado en esta segunda mitad, fue el de meter a Javi Martínez y devolver a
Lahm al lateral en busca de más poderío en el medio donde su rival, cuando
lograba encontrar a Isco y Modric, le trataba de retar en la posesión cuando el
equipo bávaro, menos fino en la presión, se lo permitía.
Ancelotti
también decidió mover ficha, en cierto modo obligado. Bale entró por Cristiano
para no forzar más al portugués y Varane tuvo que cambiar al lesionado Pepe,
mientras que su homólogo fue claramente a marcar con la entrada de Goetze y
Muller por un desaparecido Ribéry y Schweinsteiger, dando un respiro para el
tramo final al conjunto madridista, que veía como el partido se abría un poco
más.
El ex del
Dortmund tuvo entonces la más clara, pero Casillas le negó a Guardiola aumentar
su racha en el Bernabéu, mientras que el 'expreso de Cardiff' no acertó con
otro contragolpe blanco. El Allianz Arena, donde el nueve veces campeón de
Europa nunca ha ganado, decidirá el billete para Lisboa.