Julio Candela
El Atlético de Madrid empató sin goles ante el Chelsea en la ida de
las semifinales de la Liga de Campeones, en un partido en el que sólo el
conjunto rojiblanco buscó el gol pero que se topó con una resistencia
incansable del conjunto inglés, lo que hará que la eliminatoria se
decida en Stamford Bridge, donde no podrán jugar por acumulación de
tarjetas Gabi por parte atlética y Mikel y Lampard por parte inglesa.
Pocas sorpresas hubo en el planteamiento del partido. El Chelsea
tenía su plan establecido: balones largos y minimizar riesgos en forma
de pérdidas. Mourinho no tuvo ningún problema en
cederle el balón al Atlético. El luso dispuso un esquema 4-3-3 sobre el
dibujo pero que en la práctica fue un 4-5-1, con Fernando Torres buscando agua en el desierto.
Un Torres que estuvo voluntarioso y acertado en lo poco que pudo
hacer con el balón. El de Fuenlabrada peleó cada balón que le llegaba
-generalmente pelotazos a la carrera-- e intentó alguna acción
individual. Alguna con éxito, como la que en el minuto 90 de partido
provocó una falta peligrosa a favor de su equipo. En un partido que no
permitía brillar a nadie del Chelsea que pensase en atacar, Torres
deberá quedarse con el cariño que le brindó la que fue su afición.
En ese planteamiento defensivo del exentrenador del Real Madrid, que
dejó fuera a Oscar en beneficio de Obi Mikel, estuvo imperial David Luiz.
El brasileño manejo el centro del campo de su equipo como si llevara
toda la vida jugando en esa demarcación. Además mostró versatilidad
cuando Terry abandonó el partido, lesionado, pasando a
jugar de central los últimos 20 minutos. Para reforzar el sistema
defensivo, Mourinho acompañó a Luiz con Mikel y Lampard -que no jugará
la vuelta al ver la amarilla que le hace cumplir sanción-- y ubicó a Ramires y Willian en las bandas.
El Atlético de Madrid aceptó el reto que le propuso el Chelsea, pero
sin estridencias. Simeone, consciente de que iba a tener más balón de lo
que suele ser habitual, incorporó a Diego en la segunda punta por David Villa.
Con eso ganó control del balón y eficacia en la salida del equipo. Pero
se le notó al equipo rojiblanco que no es el tipo de partido en el que
se maneja con mayor comodidad.
Aún así, el equipo del Manzanares dominó sin remisión al Chelsea y
dispuso de las pocas oportunidades que hubo en el partido. No encontró
el Atlético de Madrid el camino del gol. Tampoco lo hizo cuando salió Arda Turán,
que volvía al equipo tras superar una lesión. El cambio del equipo
madrileño fue simbólico: para dar entrada al turco quitó a Diego Ribas.
Simeone tampoco tenía ninguna intención de arriesgar más de la cuenta.
Al final, la eliminatoria dará como vencedor al que menos errores
cometa.
Y entre jugadas de ajedrez, al cuarto de hora, el partido, y puede
que la eliminatoria, dio un vuelco. A la salida de un córner, Cech chocó con Raúl García
y cayó lesionado en su hombro derecho. El destino tiende a dar una
vuelta de tuerca más a los asuntos finiquitados. En plena polémica con
la cláusula de la cesión de Courtois, el Chelsea verá como se juega su pase a la final con su portero suplente, Mark Schwarzer.
El momento fue muy simbólico y el público del Calderón así lo
entendió; mientras atendían a Cech, coreó el nombre de su guardameta.
Posteriormente, por señorío o por no enfadar al Chelsea, despidió con
una sonora ovación al guardameta checo.
Lo que hizo la entrada del exportero del Fulham desde su salida -para
más inri, guardameta en la final de la Europa League del año 2010 que
ganó el Atlético de Madrid en Hamburgo al equipo londinense--,fue
aumentar la valentía de los rojiblancos; que le trataron de probar desde
la media y larga distancia siempre que pudieron. En líneas generales,
el australiano se mostró muy seguro en sus intervenciones sobre todo por
alto, en los balones parados y centros del conjunto atlético.
Sin fluidez en el juego de combinación y sin su mejor arma de los
últimos tiempos, el balón parado, el Atlético de Madrid fue incapaz de
mover el marcador a su favor. Algo que hubiera hecho justicia a lo visto
en el terreno de juego tanto por ocasiones (la mayoría procedentes de
centros al área) como por la voluntad de mover el marcador.
La mala noticia para el Atlético en el partido llegó mientras pedía
la segunda tarjeta para Lampard en una acción mediada la segunda parte:
del tumulto que se formó, Gabi salió con una amarilla que le impedirá
estar en Stamford Bridge el miércoles que viene. Un partido que será la
última hazaña que se le exigirá al equipo de Diego Pablo Simeone para
estar en la final de la Champions League por primera vez en su
historia. La gran ventaja atlética es que un gol suyo en Londres valdrá
doble y será medio billete a Lisboa.