Jordi Grimau
Llegó por fin una nueva edición del partido del morbo. La
vuelta de Guardiola al Camp Nou, cuyo nombre sigue vetado por la directiva al
anunciar por la megafonía los onces iniciales –que suelen acabar con el
entrenador-. Ya volvió Pep con el Bayern en Liga de Campeones y perdió tres
cero. El bagaje del City no es mucho mejor pues cuenta cuatro de sus cinco
cruces anteriores con los azulgranas como derrotas. Para afrontar la primera
gran cita de la temporada del City, Guardiola decidió dejar al Kun Agüero en el
banquillo –autor de seis tantos en sus últimos tres partidos de ‘Champions’-
por decisión técnica. EN busca del dominio en el centro del campo, optó por
dejar a De Bruyne como referencia más ofensiva junto a Nolito y Silva en los
costados.
Por su parte, Luis Enrique dispuso sobre el campo el mejor
once disponible, con Mascherano haciendo de lateral derecho ante las dudas
sobre su recuperación. Precisamente fue la zaga la que le dio más quebraderos
de cabeza al entrenador azulgrana. Alba, que recibió por la mañana al alta
médica tras caer lesionado con España, se resentía de su lesión a los ocho
minutos. Digne entraba en acción desde la banda para sustituirle.
En cuanto al juego, la apuesta de Guardiola le estaba dando
resultado a medias, pues tenía la pelota y el partido se jugaba en campo del
Barcelona pero era incapaz de generar peligro más allá de la línea de tres
cuartos.
Sabiendo del poco hambre arriba de su rival, el Barcelona
esperaba su oportunidad. Acomodado atrás, a cada robo se lanzaba con velocidad
hacia el área de Bravo. Así, en el minuto 17, un robo permitió a Messi comenzar
una jugada cerca del lado izquierdo del centro del campo. Condujo el argentino
hasta que vio el desmarque de Iniesta dentro del área, a donde le envió la pelota
para que el manchego se la cediera de primeras hacia la izquierda para su
llegada. El pase se quedó corto y todos daban por hecho que Fernandinho se
haría con él. Sin embargo, el centrocampista se resbaló y ante la impericia de
la zaga citizen, cuyos tres zagueros presentes se quedaron como estatuas
observando la situación, apareció Messi para cazar la pelota, engañar a todos
otra vez yendo a la izquierda en lugar de tirar y acabar con el hueco perfecto
para marcar a placer.
Con el gol en contra, el City perdió la seguridad que tenía
con la pelota y le permitió al Barcelona respirar con el esférico en los pies.
Pero una entrada por detrás de Silva presionando la salida de balón de Piqué
dejó al central tocado. Sin pedir el cambio, Piqué continuó jugando.
Coincidiendo con la debilidad del “3” azulgrana, el Manchester City fue
recuperándose poco a poco y volvió a tener la iniciativa. En los que fueron sus
mejores minutos, Gundogan se erigió como mayor generador de peligro cuando en
el minuto 38, de jugada individual, forzó los reflejos de Ter Stegen tras un
increíble slalom.
Piqué, consciente de la situación, acabó por rendirse a la
evidencia y pidió el cambio. Mathieu, que ya calentaba desde hacía diez
minutos, entró en el campo.
Para el último tramo de la primera mitad el City siguió
apretando. Un remate de cabeza de Stones estuvo a punto de convertirse en el
empate pero se fue desviado a centímetros del poste. El Barcelona, que no
perdona la mínima oportunidad, tuvo a continuación una ocasión clarísima con un
tiro de Suárez a la media vuelta que acabó en córner tras una intervención en
dos tiempos de Bravo. Este frenesí atacante de última hora concluyó con el
pitido del árbitro tras un centro envenenado de Sterling obra y gracia de una
mano que no vio el árbitro.
Ya en la segunda parte, el partido se reanudó como acabó la
primera parte: con el City cerca de Ter Stegen. Sin embargo, a los diez
minutos, el equipo inglés cometió un suicidio con el harakiri efectuado por
Bravo, que recibió la tarjeta roja. El chileno, que salió de sus dominios para
recoger un balón largo sin peligro, entregó la pelota nada menos que a Luis
Suárez tras un error garrafal en su pase. El uruguayo vio una oportunidad de
oro y mandó el balón por encima de su excompañero, que aun siendo consciente de
estar fuera del área, desvió lo que era un gol seguro con la mano. Prefiriendo
la expulsión al gol, el City se quedó con diez.
En medio de la locura que esto provocó, el partido quedó
parado cinco minutos mientras Caballero calentaba y Zabaleta era atendido. En
medio del caos, el defensa se dolía de una herida en el pie izquierdo. Clichy
entraba en acción mientras su compañero se quedaba en la banda viendo brotar la
sangre de la herida que provocó su sustitución.
Con el partido en estado de psicosis colectiva, entró en
acción el jugador que mejor pesca en río revuelto. En el minuto 62, Iniesta
recuperó un balón perdido por el City y lo cedió a la frontal donde Messi, sin
pensarlo dos veces, mandó un tiro colocado al poste que significaba el 2-0.
El show de los horrores en el que se estaba convirtiendo la
defensa del City siguió añadiendo números. En el minuto 69, un pase hacia atrás
de Stones fue la fórmula perfecta para dejar a Suárez solo frente a Caballero.
El uruguayo, que vio cómo por la derecha aparecía Messi, cedió la pelota al
argentino para que firmara el ‘hattrick’.
El Barcelona no quiso ser menos en la sucesión de
catastróficas desdichas en la que se había convertido el encuentro y Mathieu,
tras una entrada sobre De Bruyne, igualó el número de contendientes sobre el
césped al ver su segunda amarilla.
Los cambios no se hicieron esperar y, a la vez, Guardiola y
Luis Enrique dieron entrada a Agüero por Nolito y a André Gomes por Iniesta,
respectivamente, para los últimos diez minutos de partido.
A pesar de que ya eran diez contra diez, el peso del
marcador decantaba el juego a favor del Barcelona, que seguía con hambre de gol
ante una zaga a la que le temblaban las piernas. Así, en el minuto 86, una
nueva internada de Messi en el área acabó con el argentino en el suelo tras una
entrada mal medida de Kolarov. Neymar fue el encargado de lanzar la pena
máxima, pero el brasileño siguió hundiendo la estadística de penaltis de su
equipo y mandó la pelota a las manos de Caballero.
Sin que esto afectara lo más mínimo a su confianza, Neymar
se redimió poco después con un jugada personal, engañando a tres defensas para
encontrar el hueco justo para marcar el definitivo 4-0.
Y si las desgracias marcaron el partido con las lesiones,
parecía que así debía terminar. Digne se sumó a Piqué y a Alba y se marchó del
campo en la camilla. Con el Valencia como próximo rival, el anuncio del parte
médico se aventura como el elemento clave de aquí al sábado.