jueves, 20 de octubre de 2016

ENÉSIMA EXHIBICIÓN DE MESSI

Jordi Grimau

Llegó por fin una nueva edición del partido del morbo. La vuelta de Guardiola al Camp Nou, cuyo nombre sigue vetado por la directiva al anunciar por la megafonía los onces iniciales –que suelen acabar con el entrenador-. Ya volvió Pep con el Bayern en Liga de Campeones y perdió tres cero. El bagaje del City no es mucho mejor pues cuenta cuatro de sus cinco cruces anteriores con los azulgranas como derrotas. Para afrontar la primera gran cita de la temporada del City, Guardiola decidió dejar al Kun Agüero en el banquillo –autor de seis tantos en sus últimos tres partidos de ‘Champions’- por decisión técnica. EN busca del dominio en el centro del campo, optó por dejar a De Bruyne como referencia más ofensiva junto a Nolito y Silva en los costados.

Por su parte, Luis Enrique dispuso sobre el campo el mejor once disponible, con Mascherano haciendo de lateral derecho ante las dudas sobre su recuperación. Precisamente fue la zaga la que le dio más quebraderos de cabeza al entrenador azulgrana. Alba, que recibió por la mañana al alta médica tras caer lesionado con España, se resentía de su lesión a los ocho minutos. Digne entraba en acción desde la banda para sustituirle.

En cuanto al juego, la apuesta de Guardiola le estaba dando resultado a medias, pues tenía la pelota y el partido se jugaba en campo del Barcelona pero era incapaz de generar peligro más allá de la línea de tres cuartos.

Sabiendo del poco hambre arriba de su rival, el Barcelona esperaba su oportunidad. Acomodado atrás, a cada robo se lanzaba con velocidad hacia el área de Bravo. Así, en el minuto 17, un robo permitió a Messi comenzar una jugada cerca del lado izquierdo del centro del campo. Condujo el argentino hasta que vio el desmarque de Iniesta dentro del área, a donde le envió la pelota para que el manchego se la cediera de primeras hacia la izquierda para su llegada. El pase se quedó corto y todos daban por hecho que Fernandinho se haría con él. Sin embargo, el centrocampista se resbaló y ante la impericia de la zaga citizen, cuyos tres zagueros presentes se quedaron como estatuas observando la situación, apareció Messi para cazar la pelota, engañar a todos otra vez yendo a la izquierda en lugar de tirar y acabar con el hueco perfecto para marcar a placer.

Con el gol en contra, el City perdió la seguridad que tenía con la pelota y le permitió al Barcelona respirar con el esférico en los pies. Pero una entrada por detrás de Silva presionando la salida de balón de Piqué dejó al central tocado. Sin pedir el cambio, Piqué continuó jugando. Coincidiendo con la debilidad del “3” azulgrana, el Manchester City fue recuperándose poco a poco y volvió a tener la iniciativa. En los que fueron sus mejores minutos, Gundogan se erigió como mayor generador de peligro cuando en el minuto 38, de jugada individual, forzó los reflejos de Ter Stegen tras un increíble slalom.

Piqué, consciente de la situación, acabó por rendirse a la evidencia y pidió el cambio. Mathieu, que ya calentaba desde hacía diez minutos, entró en el campo.

Para el último tramo de la primera mitad el City siguió apretando. Un remate de cabeza de Stones estuvo a punto de convertirse en el empate pero se fue desviado a centímetros del poste. El Barcelona, que no perdona la mínima oportunidad, tuvo a continuación una ocasión clarísima con un tiro de Suárez a la media vuelta que acabó en córner tras una intervención en dos tiempos de Bravo. Este frenesí atacante de última hora concluyó con el pitido del árbitro tras un centro envenenado de Sterling obra y gracia de una mano que no vio el árbitro.

Ya en la segunda parte, el partido se reanudó como acabó la primera parte: con el City cerca de Ter Stegen. Sin embargo, a los diez minutos, el equipo inglés cometió un suicidio con el harakiri efectuado por Bravo, que recibió la tarjeta roja. El chileno, que salió de sus dominios para recoger un balón largo sin peligro, entregó la pelota nada menos que a Luis Suárez tras un error garrafal en su pase. El uruguayo vio una oportunidad de oro y mandó el balón por encima de su excompañero, que aun siendo consciente de estar fuera del área, desvió lo que era un gol seguro con la mano. Prefiriendo la expulsión al gol, el City se quedó con diez.

En medio de la locura que esto provocó, el partido quedó parado cinco minutos mientras Caballero calentaba y Zabaleta era atendido. En medio del caos, el defensa se dolía de una herida en el pie izquierdo. Clichy entraba en acción mientras su compañero se quedaba en la banda viendo brotar la sangre de la herida que provocó su sustitución.

Con el partido en estado de psicosis colectiva, entró en acción el jugador que mejor pesca en río revuelto. En el minuto 62, Iniesta recuperó un balón perdido por el City y lo cedió a la frontal donde Messi, sin pensarlo dos veces, mandó un tiro colocado al poste que significaba el 2-0.

El show de los horrores en el que se estaba convirtiendo la defensa del City siguió añadiendo números. En el minuto 69, un pase hacia atrás de Stones fue la fórmula perfecta para dejar a Suárez solo frente a Caballero. El uruguayo, que vio cómo por la derecha aparecía Messi, cedió la pelota al argentino para que firmara el ‘hattrick’.

El Barcelona no quiso ser menos en la sucesión de catastróficas desdichas en la que se había convertido el encuentro y Mathieu, tras una entrada sobre De Bruyne, igualó el número de contendientes sobre el césped al ver su segunda amarilla.

Los cambios no se hicieron esperar y, a la vez, Guardiola y Luis Enrique dieron entrada a Agüero por Nolito y a André Gomes por Iniesta, respectivamente, para los últimos diez minutos de partido.

A pesar de que ya eran diez contra diez, el peso del marcador decantaba el juego a favor del Barcelona, que seguía con hambre de gol ante una zaga a la que le temblaban las piernas. Así, en el minuto 86, una nueva internada de Messi en el área acabó con el argentino en el suelo tras una entrada mal medida de Kolarov. Neymar fue el encargado de lanzar la pena máxima, pero el brasileño siguió hundiendo la estadística de penaltis de su equipo y mandó la pelota a las manos de Caballero.

Sin que esto afectara lo más mínimo a su confianza, Neymar se redimió poco después con un jugada personal, engañando a tres defensas para encontrar el hueco justo para marcar el definitivo 4-0.


Y si las desgracias marcaron el partido con las lesiones, parecía que así debía terminar. Digne se sumó a Piqué y a Alba y se marchó del campo en la camilla. Con el Valencia como próximo rival, el anuncio del parte médico se aventura como el elemento clave de aquí al sábado.