José Antonio Montoya
Samir Nasri (29 años) se sentía en el Manchester City como
un juguete averiado. Una batería venenosa de lesiones musculares le amargó la
última temporada; eso y un vídeo tóxico que salió a la luz en el peor momento,
a punto estuvieron de arruinar su carrera. Tan dolorido se encontraba Nasri,
que ni las palabras amables de Pep Guardiola le convencieron. Quería salir a
toda prisa de Manchester, no perder el vuelo con destino a Sevilla.
Nasri siempre fue ídolo. Lo era en el suburbio marsellés de
La Gavotte Peyret, lo siguió siendo en la escuela del Olympique de Marsella y
en el primer equipo de su ciudad. Luego llegó el mago Arsène Wenger y Samir no
dudó ni un instante en apuntarse en las filas del Arsenal, que pagó a los
franceses 14 millones de euros por sus servicios. Tres años con los 'gunners' y
en todo ese tiempo anduvo rozando el título. Las prestaciones de Nasri, no
obstante, crecieron y en el último en el club de Londres fue nominado al premio
de mejor jugador del año, galardón que ganó el madridista Gareth
Bale, aunque
se llevó la consolación de militar en el once ideal de la Premier.
A la siguiente temporada por fin agarró un título por las
asas: campeón de la Premier League con el Manchester City, que abonó casi 30
millones de euros por su pase. En el City lleva desde 2011. En julio de 2014
amplió su contrato con los 'citizens' hasta 2019. Y con un sueldo de primer
espada: 6 millones de euros. Pero la última temporada le provocó una herida de
difícil cicatrización. Las lesiones le dejaron demasiado tiempo en la
enfermería y un vídeo con amigos y amigas en mal lugar, le clavaron en la
espalda un sambenito de mal deportista.
En el vestuario del City preguntó a su compañero Jesús Navas
por el Sevilla y el de Los Palacios le respondió: “Es mi familia”. No hizo
falta más. Samir Nasri respondió con un sí sonoro a la oferta que le hizo Ramón
Rodríguez Verdejo, Monchi, y alquiló un jet privado que puso el morro en
dirección al aeropuerto sevillano de San Pablo el último día de agosto.
Cuando intercambió las primeras palabras con Samir Nasri,
Monchi pareció haber tenido un 'déjà vu', pues recordó de inmediato los
primeros momentos de Éver Banega en el club blanco. Como el argentino, Nasri
quería hablar y hablar de fútbol, su pasión interrumpida. Necesitaba ponerse a
trabajar a las órdenes de Sampaoli y de sus nuevos compañeros, esa “familia” de
la Ciudad Deportiva de la que le habló Jesús Navas.
Jorge Sampaoli no esperó mucho para hacerlo debutar. Lo hizo
en la victoria agónica del Sevilla ante Las Palmas, justo cuando Nasri se
acercó en el segundo tiempo a N´Zonzi y comenzó a repartir juego. Desde
entonces, y salvo el traspié de Bilbao (con su primer gol sevillista), la luz
de su talento no deja de brillar en los tejados de Nervión.
El internacional Vitolo, uno de los capitanes del equipo, se
sorprende por la rápida adaptación de Samir: “Parece que lleva con nosotros
mucho tiempo. En el vestuario es un tío muy simpático. Pese a venir de un club
tan grande como es el Manchester City y todo lo que ha conseguido, Nasri está
con el grupo. Aparte de lo buen futbolista que es, como persona me ha
sorprendido. Es muy buena gente”.
Uno de los empleados del club que convive con la primera
plantilla durante muchas horas, también se congratula por el aterrizaje y el
buen punto de energía que aporta Nasri: “El vestuario del Sevilla es como una
familia y él se ha percatado muy pronto. Yo creo que Nasri estaba falto de
cariño y aquí se lo estamos dando. No hay más secretos”.
Juan Martagón, delegado del club, va por la misma línea: “Se
le ve que quiere agradar, está poniendo mucho de su parte y quiere que le
hablen en español. Despacio, ya puedes hablar con él en nuestro idioma. Es muy
buen tipo”.
Tras el partido jugado en Zagreb, donde Nasri dio nada menos
que 187 pases al compañero, Sampaoli lo definó: “Samir ha hecho un partido a la
altura de lo que es. Es un jugador increíble”. Después de la victoria frente al
Atlético, Sergio Escudero habló del francés en estos términos: “Está a un nivel
increíble, jugando unos partidos donde destaca muchísimo. Desde el primer día
está muy implicado, metido en el grupo y su adaptación ha sido perfecta".
De la selección francesa no quiere oír hablar. Lo
descabalgaron en 2010 y en 2014 lo volvieron a hacer. Se siente maltratado por
el seleccionador. Pasó página. Ahora aspira a ser feliz en Sevilla y sonríe
mientras ve jugar al golf a unos cadies de la urbanización donde reside. En el
club blanco ve el sol de nuevo, recibe llamadas de sus amigos de siempre y
cruza apuestas con Ribéry, con el que jugó en el Marsella y dibujó mucho arte:
“Nasri es el futbolista que siempre quieres tener a tu lado. Lee el fútbol como
nadie y te pasa la pelota en su momento; ni antes ni después, justo en el
momento”.