El
flamante seleccionador español da muestras de ser un técnico estudioso,
metódico y que ejerce su mando con base en la confianza y al meritocracia de
sus futbolistas
Antonio Blanca
Más
allá de la lesión de Sergio Ramos y del anuncio (interesado o no) de Gerard
Piqué, en Albania se disputó un partido de fútbol, que aunque a muchos les
sorprenda, es el fin de un equipo de fútbol. Así, España consiguió una notable
victoria para colocarse líder de grupo empatada con una Italia que tiró de
potra por enésima vez para llevarse los tres puntos de Macedonia.
¿Qué
es lo más importante que arrojó el partido? Sin lugar a la duda el atrevimiento
y la preparación de los encuentros de Julen Lopetegui. El nuevo seleccionador
ha demostrado en los dos meses que lleva en el cargo que el cambio en el
banquillo era mucho más que necesario.
El
Marqués de Del Bosque no veía, más bien no quería ver algo que Lopetegui sí ha
visto con claridad. Las grandes diferencias entre ambos han provocado una mejora
sustancial en España. Verbigracia, los descartes más que obligatorios de Iker
Casillas, Cesc Fábregas, Azpilicueta o Pedro Rodríguez, jugadores que no
aportaban a la Selección. Situar a Koke como titular indiscutible. No podía ser
que el mejor mediocentro español de los últimos años no estuviera casi nunca en
el once. Hacer cosas diferentes. Del Bosque era siempre sota, caballo y rey, y
eso no puede ser porque a día de hoy cualquier equipo te estudia y te controla
(Italia lo hizo en la Euro). Lopetegui innovó ante Albania con un 3-4-3 y le
salió bien.
La
última etapa de Vicente Del Bosque como seleccionador, demostró que el
salmantino apenas si tenía recursos y prefería el amiguismo y compadreo con las
vacas sagradas del vestuario, aunque como se demostró alguna como Casillas le
traicionó y seguía inmerso en unos métodos que le habían llevado al éxito, sin
darse cuenta del paso del tiempo y la falta de jugadores que rindieron en su
máximo esplendor Villa, Xavi o Xabi Alonso.
Por
fortuna ahora las cosas han cambiado. Lopetegui no asegurará títulos ¿qué
entrenador puede hacerlo?, pero por lo menos se otea un cambio para bien. Poco
a poco, España va recuperando su mejor versión, con unos Silva e Iniesta en
gran estado de forma. Si Diego Costa se enchufa, o Morata sube de galones, si
Asensio termina por explotar, este equipo ganará enteros para mejorar el
ridículo escandaloso del pasado Mundial de Brasil o del Europeo de Francia en
el próximo Mundial de Rusia dentro de dos años.