lunes, 30 de julio de 2018

EL PLAN DE LOPETEGUI

El técnico vasco del Real Madrid tiene que afrontar la salida del mejor jugador de la historia del conjunto blanco y la poca llegada de fichajes

Antonio Blanca

El Real Madrid continúa realizando su pretemporada en Valdedebas antes de poner rumbo hacia EEUU. Han sido los primeros días de contacto de los jugadores con su nuevo entrenador y Julen Lopetegui ya ha querido dejar claro a la plantilla que busca un equipo que atrás conceda muy pocas ocasiones, la asignatura pendiente otras temporadas.

Ante la falta de fichajes ofensivos, la presumible carencia goleadora de los delanteros del equipo y con la marcha de Cristiano Ronaldo, gran goleador blanco durante los últimos nueve años, Lopetegui ha asumido que si quiere triunfar de blanco debe hacer un de la defensa un fortín. Por ello trabaja los conceptos atrás a la espera que llegue la presumible línea de cuatro titular de sus vacaciones y se pongan a tono antes de la Supercopa de Europa.

El nuevo entrenador blanco sabe que los grandes equipos suelen ser los que menos oportunidades conceden atrás, uno de los fallos del Madrid en las últimas temporadas. Sobre todo en La Liga, donde en muchos partidos la defensa ha sido una sangría que solo el acierto ofensivo ha podido neutralizar. En la última temporada los blancos fueron el sexto equipo menos goleado, por detrás de Atlético, Barcelona, Getafe, Valencia y Espanyol, un error que no se puede volver a dar.

En la plantilla saben que si se hacen fuertes atrás y consiguen no reducir mucho el ritmo goleador tras la salida de Cristiano Ronaldo, el equipo tendrá muchas posibilidades de ganar títulos. En sus anteriores aventuras, Lopetegui ya lo consiguió con el Oporto (13 goles en contra en 34 partidos de liga) y con la selección española (12 tantos en 20 encuentros).

De mantener estas medias el Madrid mejorará mucho el rendimiento del que fuese el gran problema de Zidane, el trabajo defensivo del equipo. Por ello, Lopetegui ya se ha puesto un objetivo para esta pretemporada, hacer un fortín atrás.

jueves, 26 de julio de 2018

EL BARCELONA GOLEA EN GASTO

Hasta tres veces más han gastado los blaugranas en comparación con la inversión realizada por el Real Madrid

Antonio Blanca

La diferencia de filosofía entre el Real Madrid y el Barcelona es patente. El otrora líder del mercado mundial con los fichajes de Cristiano Ronaldo y Bale, Florentino Pérez ha descartado esa política porque no piensa entrar en el juego del gasto constante que ejecutan los “equipos de Estado”, como lo son el PSG y el Manchester City, junto a otros clubes de la Premier. El presidente del triple campeón de Europa sabe que no puede competir en dinero con esas dos entidades, presididas por los dólares del petróleo árabe. Además las cuatro Champions ganadas en cinco años le han demostrado que es más importante formar plantillas potentes y no tirar los millones.

El dirigente blanco ha optado por contratar a las jóvenes promesas, como Vinicius y Rodrygo, y no pagarlas luego a precio de platino. El Barcelona, sin embargo, sí ha entrado en esa lucha de pagar cantidades inmerecidas por los futbolistas. Acuciado por los éxitos del Real Madrid en la Copa de Europa, el club catalán no ha escatimado en gastos para reforzar un equipo que sigue mostrando una clara hegemonía en las competiciones nacionales pero que naufraga cuando traspasa la frontera española.

El dispendio en las últimas dos temporadas ha ido encaminado a dotar a Ernesto Valverde de efectivos capaces de desbancar al equipo blanco de lo más alto del podio del torneo continental, que luce desde hace tres años consecutivos en las vitrinas del Santiago Bernabéu. La salida de Neymar dejó 222 millones de euros en las arcas de la entidad azulgrana que los gestores no dudaron en invertir para menguar los efectos del abandono del brasileño. Ese verano se contrataron cuatro futbolistas en los que Bartomeu tuvo que capear la inflación del mercado. Semedo, Dembélé, Deulofeu y Paulinho costaron 232 millones.

La política del Barcelona dio un giro de 180 grados y se defendió la contratación de jugadores foráneos dejando de lado la apuesta por la cantera. Varapalo a La Masía, que veía como su filosofía se desbarataba con la llegada en invierno de Yerry Mina y de Coutinho. 171,8 millones más para frenar el paso a los jóvenes de las categorías inferiores. Este verano se mantiene la apuesta por la inversión extranjera con la llegada de Arthur (40 millones), Lenglet (35,9) y Malcom (42). En total, un desembolso de 521,7 millones invertidos en el proyecto de Valverde.

Más allá de la conformidad con la nueva forma de trabajar del Barcelona y su apuesta por la chequera, se abren dudas sobre la efectividad de la dirección deportiva. Viendo el resultado que han dado los seis jugadores contratados este año pasado, la masa social se cuestiona la coherencia de la hoja de ruta escogida para liderar Europa de forma inmediata. El análisis del rendimiento de los fichajes y los bandazos dados a la hora de escoger tanto nombres como posiciones a reforzar transmiten una cierta sensación de improvisación. No hay ningún jugador de los contratados la pasada temporada (403,8 millones) que quede libre de soportar alguna pega. Nelson Semedo se vio relegado al banquillo por un Sergi Roberto que siendo centrocampista ofrecía mejor rendimiento que el portugués en el lateral derecho. Paulinho fue caro pero se convirtió en el tercer máximo goleador del equipo. La crítica llega cuando este verano le ceden al equipo chino que le vendió estando Valverde satisfecho con su rendimiento. Deulofeu pasó sin pena ni gloria por el equipo en su regreso al Barça. Dembélé no estuvo a la altura de la millonada que se pagó por él. Las lesiones, su juventud y la falta de adaptación le pasó factura.

En invierno se invirtieron 172 millones más en dos futbolistas. Coutinho está llamado a marcar historia en el Barça pero se le fichó cuando no podía participar en la Champions porque lo había hecho con el Liverpool, Fue el mayor desembolso de la historia del club. El colombiano Mina aterrizó tras la marcha de Mascherano sin el visto bueno de Valverde, que no creyó en él. Ahora, siendo una de las revelaciones del Mundial, se le busca salida porque se ha fichado a Lenglet pagando su cláusula al Sevilla. 35,9 millones.

El dispendio lo completan Arthur, que debería paliar en la medular la debilidad causada por la marcha de Iniesta y Paulinho, y Malcom. El fichaje del brasileño pone en un brete a Dembélé, ya que es un clon del francés.

Florentino Pérez representa el polo opuesto del Barcelona. El último gran gasto del presidente madridista fueron los 80 millones abonados por James hace cuatro años. Desde entonces, la planificación del Real Madrid ha sido reforzarse con jugadores jóvenes y cazar a las figuras en ciernes con vistas a incorporarlas al cabo de una o dos temporadas.

Las inversiones más caras de la casa blanca en los dos últimos años han sido Vinicius y Rodrygo, 45 millones cada uno. A los dos chavales se les fichó con acuerdos a largo plazo para dejarlos cedidos en Brasil hasta que fueron mayores de edad. Cumplidos los 18, Vinicius se entrena con Lopetegui a la espera de ganarse un puesto. Rodrygo celebrará los 18 años en enero y vendrá el próximo verano.

Tras ellos, Odriozola, 30 millones, representa fielmente el espíritu del Real Madrid de conseguir a los mejores futbolistas por un precio razonable. Solo tiene 22 años y es un internacional de gran porvenir. La adquisición del guardameta Andriy Lunin, 8,5 millones, incide en esa persecución de los talentos imberbes, para formarlos, moldearlos y hacerles progresar en Valdebebas. Ceballos, 16,5 millones, y Theo, 26, también son exponentes de esa forma de trabajo. El Real Madrid asume que adquirir profesionales tan jóvenes supone que algunos no puedan digerir la presión que impone este club y tarden tiempo en rendir, perjudicados por la presencia de grandes jugadores que son la columna vertebral del conjunto. Es el caso de Ceballos y Theo.

Las otras novedades de estas dos últimas campañas fueron canteranos: Marcos LLorente, Vallejo, Achraf y Mayoral. A la espera de Thibaut Courtois, cuyo precio es 35 millones, el Real Madrid decidirá en agosto, con serenidad, si contrata un delantero. “Estamos pensando muy bien lo que necesitamos y lo hacemos”, manifiesta un profesional de la entidad. En todo caso, nunca tirará la casa por la ventana.

martes, 24 de julio de 2018

LOS LÍOS DE RUBIALES

Julio Candela

El pasado 17 de mayo accedía a la presidencia de la Real Federación de Fútbol Español (RFEF) un exjugador con un discurso reformista y con la promesa de acabar con la corrupción que había llevado a Ángel María Villar, máximo mandatario durante casi tres décadas, a la cárcel de Soto del Real.

Ese aire nuevo prometido a la RFEF llegaba de la mano de Luis Rubiales, anterior delfín de Villar y expresidente de la AFE. Como futbolista su carrera fue menos productiva que en los despachos. Guadix, Mallorca B, Lleida, Xerez, Levante, Alicante y, finalmente, el Hamilton escocés fueron sus equipos.

La regeneración y la ilusión por recuperar una Federación a la altura del nivel del fútbol español desapareció en menos de dos meses. De hecho, incluso sobra uno de ellos. Rubiales decidió tirar el Mundial con la destitución de Lopetegui a sólo dos días del debut de la Selección ante Portugal.

El orgullo y las presiones recibidas para cobrarse pequeñas venganzas contra el Real Madrid fueron los motivos de que se convirtiera en bombero pirómano para terminar con la ilusión de todo un país. El canario, criado en Motril e hijo de un político del PSOE que terminó en Podemos, tardó muy poco en enseñar sus malas artes y la falta de empaque para el puesto.

Sin embargo, daría un paso más con un show radiofónico propio de otra época en el que se enzarzó dialécticamente con Pepe Castro, presidente del Sevilla, por la elección de la sede de la Supercopa de España y su disputa a partido único. Encarnado en un Jesús Gil del siglo XXI, Rubiales no dudó en amenazar al mandamás del conjunto andaluz con la publicación de conversaciones privadas que demostraran su versión.

Extraño movimiento del máximo mandatario de la Federación, que fue acusado de plegarse a los intereses del Fútbol Club Barcelona y perjudicar al equipo sevillano. Pero más extraña es la designación de Tánger como sede del primer título de la temporada. No es Asia, donde la Premier se impone en un mercado tan atractivo como competitivo, ni Catar, con los petrodólares llevando una competición para promocionar su país. ¿Por qué entonces esa elección de Marruecos?

Desde Andalucía, según Canal Sur, disparan con bala y apuntan al proyecto Tánger Med para entender la decisión. Dicho puerto es el principal rival del de Algeciras por el control de entrada al Mediterráneo. También fue uno de los impulsores de la candidatura marroquí para organizar el Mundial apoyado tanto por el propio Rubiales como por la Federación.

La relación a tres bandas, por lo publicado en dicho medio andaluz, termina en el Fútbol Club Barcelona y, especialmente, en su presidente. Josep María Bartomeu es a su vez consejero delegado de ADELTE Group, empresa encargada de construir las pasarelas de embarque para dicho puerto. La Supercopa en Tánger es una polémica tan innecesaria como extraña y en la que sólo el propio Rubiales sabe qué beneficio se saca, cabreando además a la afición sevillista, que ya ha prometido un boicot.

Tras el 'caso Lopetegui' y la Supercopa se añadía al 'palmarés' del nuevo presidente de la RFEF la huida de Cruzcampo como patrocinador. Ahora, Movistar se une a esa diáspora de marcas que dejan de apoyar a la Federación después de los escándalos.

Para colmo, sólo 67 días después de su llegada al poder, el juzgado número 6 de Valencia ha abierto una investigación para esclarecer si Rubiales pagó una reforma de su casa con dinero de los futbolistas. La denuncia, presentada por el presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores de Fútbol Miguel Galán, asegura que adjudicó el proyecto de la Casa del Futbolista a la misma arquitecta que reformó su domicilio y desvió parte de las facturas para su deuda privada.

Galán ha sido el autor de esta denuncia que pone en jaque a un Rubiales al que los problemas se le acumulan a la velocidad del sonido. El entonces presidente de la AFE asegura no haber cometido ninguna "irregularidad" y que no tiene "ninguna deuda". Su defensa también se basa en que la arquitecta "está denunciada por varias causas" y que ha actuado desde la venganza.

Siempre según el texto de la denuncia, Rubiales contrajo una deuda de más de 120.000 euros con la arquitecta que reformó su casa, Yasmina Eid-Mached. El próximo día 12, y como primera diligencia, dicha persona deberá acudir al juzgado de Valencia para corroborar o desmentir dichos hechos.

Las nueve semanas y media de Rubiales en el cargo apagan definitivamente la llama de la regeneración y agitan su poltrona a la espera del próximo embrollo. De momento, y no es poco, acumula un gran fracaso deportivo, una guerra abierta contra dos de los clubes más importantes de España, una pérdida constante de patrocinadores y una investigación abierta por un presunto delito de administración desleal. Los escándalos cercan y amenazan con convertir a Rubiales en Luis 'El Breve'.

lunes, 23 de julio de 2018

CAMBIO DE PLANES

El Real Madrid con su máximo mandatario a la cabeza ha decidido no entrar la espiral de gasto del mercado futbolístico y centrar sus inversiones en jóvenes promesas

Antonio Blanca

Los tiempos han cambiado. La entrada al mundo del fútbol de jeques y multimillonarios ha provocado que gente tan importante como Florentino Pérez haya modificado su modelo económico y deportivo. Para muestra, un botón, el Real Madrid, acostumbrado a gastar cientos de millones, no realiza un fichaje galáctico desde 2014, cuando el colombiano James Rodríguez aterrizó en Madrid por 80 millones de euros.

Este verano parecía que Florentino Pérez iba a rascarse el bolsillo para traer a los mejores jugadores del mundo, sobre todo tras la marcha de Cristiano Ronaldo, el futbolista más importante de la historia reciente del club y que salió con más de un gol por partido en sus más de 450 partidos vestido de blanco.

Pero las circunstancias del mercado han obligado a Florentino Pérez, que en su día trajo a gente tan importante como Zidane, Ronaldo, Figo, Beckham, Cristiano, Kaká, Benzema o Bale, a cambiar de modelo económico y por lo tanto deportivo.

El máximo mandatario blanco ya avisó de esta situación (fruto de ello se hicieron renovaciones con cláusulas anti-jeques) en unas declaraciones en 2017. "Ahora el proyecto deportivo hay que abordarlo de otra manera. Siempre ha sido el de los grandes jugadores mundiales, los españoles y la cantera. Ahora lo hemos perfeccionado, estando atentos a los jóvenes jugadores de todo el mundo. Estamos haciendo un gran proyecto, que nos va a garantizar el futuro", recalcó.

Lo está siguiendo a rajatabla con jugadores jóvenes y con proyección como Ceballos, Vallejo, Asensio, Theo, Odegaard... a los que hay sumar los nuevos fichajes: Vinicius, Odriozola, Rodrygo o Lunin. El Real Madrid no está por la labor de hacer frente a fichajes que puedan romper la estabilidad salarial de la plantilla y no quiere entrar en guerras con otros clubes. Son los claros ejemplos de Neymar y Mbappé. Jugadores que en otra época serían con casi total seguridad del equipo blanco.

"El modelo deportivo es el que nos marcó Santiago Bernabéu y Di Stéfano y es el que ha dado al Real Madrid la posibilidad de ser una leyenda, es decir, los mejores y cantera. ¿Cuál fue mi aportación? Avalar porque en el año 2.000 no había dinero para hacer esos fichajes. Nos lo enseñaron y yo tenía la ilusión de poder llevarlo a cabo con dinero y gestión", declaró.

Aun así, pese a este cambio de modelo, el Real Madrid podría abordar el fichaje de Eden Hazard, un futbolista mediático (no tanto como Neymar o Mbappé) que podría olvidar, en parte, a Cristiano Ronaldo y no rompería la estabilidad salarial. Otra cosa sería en lo futbolístico, ya que ambos futbolistas, el belga y el portugués, no se parecen en nada. La salida de Cristiano ha dejado un agujero que será muy difícil de llenar.

viernes, 20 de julio de 2018

EL VALOR DE MBAPPÈ

Julio Candela

Los análisis de los especialistas reflejan la sensación que ha dejado el último Mundial de fútbol: el futuro pertenece al Mbappé. El delantero de la selección francesa se consolida como el jugador menor de 21 años más valioso del mundo, según el informe Soccerex 20 U21 de la firma Prime Time Sport, que le otorga un valor de mercado de 192,3 millones de euros. 

El atacante del PSG, que sólo tiene 19 años, ha triplicado en un año su tasación y lidera el ránking de jóvenes estrellas por delante del inglés Marcus Rashford (89,2 millones de euros) y del brasileño Gabriel Jesús (88 millones). El único español entre las 20 mejores promesas es el realista Mikel Oyarzabal (10º), valorado en 51,3 millones.La espiral inflacionista desatada la pasada campaña por el traspaso de Neymar al PSG ha disparado también las valoraciones de los futuros cracks. 

El trío de cabeza ha doblado su precio en comparación con la terna de 2017, y el hipotético coste de los 20 primeros supera los 1.000 millones de euros por primera vez en la historia, tras incrementarse en 480 millones en una única temporada.

Este aumento de los precios repercute en Dembélé, ya que el delantero del Barcelona se sitúa cuarto con una valoración de 84 millones, un 40% más que el pasado año, aunque lejos de los más de 140 millones en lo que está cifrado su traspaso al club catalán. Por su parte, Vinicius (45,1 millones) y Rodrygo (40 millones), las nuevas perlas brasileñas del Real Madrid, se sitúan en las posiciones 14º y 15º y completan la representación de la Liga española.

El estudio también refleja el buen momento que atraviesa el fútbol galo, que cuenta con cantera suficiente para mantenerse en lo más alto tras su reciente triunfo en el Campeonato del Mundo. Hasta cinco jugadores franceses se sitúan en el top 20: Mbappé, Dembélé, Upamecano, Aouar y Saint-Maxim. La prolífica cantera brasileña aporta cuatro jugadores (Gabriel Jesús, Malcom, Vinicius y Rodrygo), Italia suma tres (Chiesa, Donnarumma y Cutrone) al igual que Inglaterra (Rashford, Sessegnon y Alexander-Arnold). Destaca la ausencia de jugadores alemanes.

Por posiciones, el gol mantiene la cotización al alza con los delanteros y centrocampistas ofensivos como las piezas más cotizadas. Solo dos centrales (De Light y Upamecano), un lateral derecho (Alexander-Arnold) y un portero (Donnarumma) logran colarse en la lista.

UN SELECCIONADOR CONTROVERTIDO

Jaime Trevijano

Luis Enrique fue presentado este jueves como nuevo seleccionador español de fútbol en un acto en el que avisó de que "hay muchas decisiones que tomar" y prometió una "evolución" antes que una revolución.

Una semana después de comunicar el nombre del nuevo seleccionador, la Federación Española (RFEF) celebró un acto con la prensa en el que Luis Enrique mostró su ilusión por mejorar los últimos resultados del equipo nacional. Fue el Luis Enrique más cordial posible, alejado de la imagen arisca que trasladó durante su etapa como entrenador del Barcelona.

Tras un vídeo de presentación con la trayectoria de Luis Enrique como futbolista y técnico, incluida la selección española, el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, dio la bienvenida a su nuevo entrenador. "Fue el único entrenador con el que hablamos. Le deseo toda la suerte y en la federación vamos a hacer todo lo posible para que te sientas cómodo y volver a ilusionarnos con nuestra selección", le dijo a Luis Enrique.

Posteriormente, el seleccionador agradeció la "confianza" depositada en él. "Aquí estamos para que podamos conquistar grandes retos y grandes objetivos. A por ellos", deseó.

El nuevo técnico fue presentado apenas cuatro días después de que terminara el Mundial de Rusia. España era considerada como una de las grandes favoritas, pero cayó en octavos ante la anfitriona después del escándalo que supuso la destitución del seleccionador Julen Lopetegui. El técnico vasco fue despedido dos días antes de debut de España después de haber llegado a un acuerdo para entrenar al Real Madrid una vez terminara el Mundial. Su lugar lo ocupó de forma interina Fernando Hierro, pero no pudo llevar muy lejos a la selección.

Luis Enrique agradeció hoy el trabajo a sus dos predecesores, aunque matizó: "El fútbol es una continua evolución y ya hace tres campeonatos que no se pudo conquistar nada y la idea es evolucionar".

"Hay muchas decisiones que tomar. Hay cambio generacional y hay que valorar qué es necesario para ser competitivos dentro de dos años", añadió.

A Luis Enrique no le importó hablar de los primeros problemas detectados en la selección española, y más concretamente en el Mundial de Rusia, aspectos que se comprometió a intentar mejorar. "Vamos a seguir teniendo nuestro estilo, reforzándolo e intentando mejorarlo. Hay que defender mejor, hay que tener más profundidad y más ocasiones de gol, que es lo que han querido mis predecesores. Se debería parecer a un equipo", relató.

Luis Enrique apostó por la buena comunicación con jugadores y entorno. Y se le vio esforzado en su primer día como seleccionador ante los medios. "Hay mucha expectación con esto. Soy muy cercano. Voy a intentar ser lo más profesional posible. No seré simpático, aunque lo soy fuera con mis amigos. Aquí no tengo que serlo. Yo separaría la relación con la prensa y con la afición. Con la afición nunca he tenido ningún problema", dijo.

En una rueda de prensa de intento conciliador, incluso intentó acercarse a cualquier aficionado que se pudo sentir molesto con algunas de sus afirmaciones del pasado.

"No soy 'anti nada' y es un orgullo para mí representar el fútbol español. Con la edad que tengo, pocas cosas hay para ser 'anti'", resumió.

Luis Enrique tendrá por delante seis semanas hasta facilitar su primera lista como seleccionador, que será el 31 de agosto, con vistas a los encuentros de la nueva Liga de Naciones de la UEFA ante Inglaterra (8 de agosto) y Croacia (12).

Es el comienzo de una nueva era para la selección española y Luis Enrique fue el elegido por la federación para intentar sacar al equipo nacional de cuatro años con resultados como poco mediocres en las grandes citas. "Me gusta la imagen de la selección, pero hay que evolucionar", fue su mensaje final.

jueves, 19 de julio de 2018

VINICIUS EJEMPLIFICA LA NUEVA ERA

A falta de que lleguen (o no) los fichajes de relumbrón en el Real Madrid, la estrategia del club blanco estos años atrás reside en la adquisición de jugadores jóvenes con gran proyección

Antonio Blanca

En el fútbol todo avanza con una rapidez que este deporte, tal y como lo entendíamos hace por ejemplo veinte años, ha cambiado. Ahora a cualquier jugador se le puede ver al momento, en directo o en diferido y analizar paso a paso sus avances. Ese es el caso de Vinícius Júnior (18 años), nuevo fichaje del Real Madrid, que mañana viernes será presentado en el estadio Santiago Bernabéu.

El brasileño, una de esas promesas que asombran con su juego, fue realmente atado por el club blanco hace ahora un año, antes del verano de 2017, en un movimiento con el que el Real Madrid, previo pago de unos 40 millones de euros, se aseguraba al jugador del futuro, que ahora tiene el reto de demostrar su nivel en el fútbol europeo, tan diferente al sudamericano.

Formado en el Flamengo, donde empezó de defensa, ahí estuvo hasta el salto en este mes de julio al Real Madrid, ya que el club blanco prefirió traérselo cuando cumpliera los 18 años para no incumplir la normativa de la FIFA. Vinícius ha empezado a entrenar desde el pasado lunes sin saber si estará este año en el primer equipo, si le bajarán al Castilla (algo improbable o quizá un error) o si finalmente se irá cedido, repitiendo una fórmula que se ha hecho con varios jugadores que ahora triunfan (Lucas Vázquez, Asensio, Carvajal...).

Virtuoso, 'jugón', regateador, goleador y eléctrico, a Vinícius Júnior el mejor calificativo que se le puede poner es el de brasileño. Lo es de nacimiento, pero también a nivel futbolístico. En este deporte, cuando se dice que uno es brasileño se entiende ya cómo juega si es futbolista ofensivo: alegre, con regates, peligroso y con gol. Así es este joven nuevo fichaje madridista.

Como muchos futbolistas, sus inicios estuvieron lejos de ser un camino de rosas, al contrario. Vinícius creció en un barrio peligroso de Río de Janeiro, con altos índices de criminalidad, viviendo en una casa familiar en la que cabían dos hijos, sus padres y la abuela. Ahí se fue curtiendo un futbolista que fue adelantando su posición en el campo y que para entrenar, a partir de los 10 años, tenía que recorrer 70 kilómetros diarios.

Liderando a la nueva hornada de jóvenes talentosos, Vinicius coge la camiseta del Real Madrid con muy altas expectativas. En los entrenamientos que lleva hasta ahora, ya ha dejado alguna seña de calidad, algún taconazo para brillar ya en Valdebebas.

Tanto si se queda en el primer equipo como si sale cedido, Vinícius es el futbolista del futuro, llamado a liderar la nueva era del Real Madrid. Así lo dice su trayectoria hasta ahora y este fichaje millonario por el Real Madrid, que le ató tan pronto para evitar un nuevo caso Neymar y que otro equipo llegara, le fichara y acabara convirtiéndose en una nueva estrella.

Aunque el siglo XXI comienza el 1 de enero de 2001 y él nació el 12 de julio de 2000, Vinícius es un jugador del nuevo siglo. Y es de los primeros que irrumpen y aparecen en el Real Madrid, algo a lo que hay que ir acostumbrándose, porque el paso del tiempo es tan rápido que hace que ya haya jugadores que no conocieron ni la peseta.

En ello tuvo mucho que ver Juni Calafat, jefe del departamento de fútbol internacional del Real Madrid, que es el líder de una red de ojeadores por América y Europa y el encargado de captar nuevos talentos como Vinícius.

Si bien tiene aires de Neymar, con un parecido físico en cuerpo, en Brasil se le sitúa más como el 'nuevo Ronaldinho', aunque estos calificativos se han utilizado en numerosas ocasiones muchas veces sin éxito. Vinícius Júnior es joven, tiene muchísimo talento, pero esas cualidades innatas debe mezclaras con una buena cabeza, la adaptación al fútbol europeo y la tranquilidad como base para construir su carrera.

lunes, 16 de julio de 2018

FRANCIA SOLVENTE Y PRÁCTICA, CAMPEONA DEL MUNDO

Sin un gran fútbol, con orden y músculo, amén de un VAR desbarajustado, Francia conquistó su segunda estrella al vencer a una combativa Croacia

Antonio Blanca

Luzhnikí, en Moscú, se engalanó para acoger a la final del Mundial 2018. Desde el palco verían la pelea entre Francia y Croacia Vladimir Putin (presidente de Rusia), Gianni Infantino (presidente de la FIFA), Emmanuel Macron (primer ministro del país galo), Kolinda Grabar-Kitarovic (homóloga balcánica), Mahamoud Abbas (presidente de la Autoridad Nacional Palestina) o el emir catarí Sheikh Tamim Bin Hamad Al Thani. Con ellos, todos los focos del planeta se posaron sobre el verde del pomposo estadio emblema de la cita mundialista de este verano.

Sobre el verde se desataría un duelo de estilos y de equipos versátiles. Didier Deschamps no tocó nada y desplegó el habitual 4-2-3-1, con Pavard como carrilero ofensivo, Pogba, Kante y Matuidi en el rol de trivote musculoso que imponga el compás y con Griezmann y Mbappè en el papel de creativos. Presión, rigor táctico y verticalidad era su receta para acomplejar al seleccionado de Zlatko Dalic. Los balcánicos plagiaron en dibujo rival, con Modric adelantado con respecto a Rakitic y Brozovic. Rebic y Perisic volverían a uniformarse de extremos ortodoxos, con Mandzukic como punta. Su idea era portar la iniciativa con posesión.

No tardó el partido por la gloria en desnudar su esencia de filosofías contrapuestas, los ajedrezados salieron con voluntad autoritaria de aglutinar la pelota y el mando, con circulaciones horizontales, y a los gallos les bastó con mantenerse concentrados, a la expectativa, aguardando el momento para lanzarse al espacio de la espalda ajena. Eso sí, se demoraría el despegue del ritmo, pues los dos escuadrones quemarían el prólogo tanteando el cálculo de riesgos. Sólo las incursiones de Strinic y Vrsaljko se saltaron la página, generando cierta inquietud antes del décimo minuto. Cuando se cruzó esa frontera, 'les bleus' achicaban en su campo.

Modric y Rakitic se desperezarían pronto y con envíos profundos que, si bien no localizaban remate certero, desestabilizaban a los franceses. Los novatos en este distinguido evento no titubearon y se asociaban con convicción, salpicando con presiones su labor sin pelota. Los favoritos quedaron constreñidos a emitir pelotazos en su faceta atacante, dando trabajo en el cuerpeo a Giroud. Umtiti sacó un centro venenoso de Perisic en el primer cuarto de hora, confirmando el escenario. Los herederos de la generación capitaneada por Suker competían con mayor soltura. Se notaba. Lo único de lo que adolecerían los aspirantes en su ejercicio controlador era de lucidez en tres cuartos de cancha. Lloris no estrenaría sus guantes.

Justo después de la primera acción de desborde de Mbappè, la pegada impondría su ley. Griezmann, que se inventó una falta en el pico del área, puso un centro tenso que Mandzukic enviaría a sus propias redes, con Pogba en fuera de juego en la trayectoria de la pelota (doble fallo). La diana en propia meta remarcó la viabilidad del libreto de Dechamps: crecer desde el granítico repliegue y amortizar las escasas opciones por el cauce de la calidad de su delantera. Subasic no alcanzó a conjugar el enésimo tanto azul en el torneo por medio del balón parado y de la presión de sus centrales en el juego aéreo.

Un testarazo a las nubes de Vida, en falta lateral botada por Modric, supuso la reacción automática de su sistema, que veía cómo se le alzaba una montaña a pesar de sus merecimientos. Replicaría el orgullo croata con un robo adelantado, centro de Mandzukic hacia el segundo poste y zurdazo al cielo de Rakitic. La competitividad evidenciada en el campeonato (tres prórrogas y dos tandas de penaltis) no devendría en un cambio de rictus a la personalidad de la obra de Dalic. Adelantarían líneas, como en tantas otras veces. Caminando sobre el abismo si las coberturas tras pérdida no amarraban a los velocistas contrincantes. En el 28’ sobrevino otra maniobra espinosa de pizarra: falta lanzada por Modric, cabezazos de Vraslkjo, Mandzukic y Vida, y recorte y cañonazo cruzado y a las mallas de Perisic. El 1-1 empataba con justicia la media hora inicial.

Respondieron los galos activando presiones más continuadas, como si el descubrirse vulnerables en la retaguardia les puso en alerta y brotara la ambición que no habían planeado. De un balón en largo, desde su zaga, sacaron un córner cedido por Vida. En el lanzamiento de Griezmann golpeó en la mano de Perisic. El colegiado Pitana consultó con el VAR e indicó lo obvio: penalti. El jugador del Atlético tomó la redonda y la responsabilidad y transformó la pena máxima, engañando a Subasic. Ante el nuevo reto, en otra oda al máximo rendimiento, Croacia trató de golpear con celeridad. Casi lo consigue, un nuevo envío parabólico de Vrsajko cayó suelto y Rebic chutó, desde el punto de penalti, sin conectar bien. Lloris atajó la tratativa.

Empero, los balcánicos saldrían a flote, inaccesibles al desánimo. Modric puso en órbita otra falta lateral en la que Mandzukic y Lovren rondaron al arco francés. La valiente concatenación de centros se transformó en tormenta sobre el área gala y Umtiti, Pogba, Varane, Pavard y compañía sufrieron para cerrar la multiplicidad de cueros flácidos. Las segundas jugadas pertenecían a la intensidad ajedrezada. La aproximación al entretiempo reivindicó el ardor guerrero de los entrenados por Dalic y Vida perdonó el 2-2 en un testarazo promocionado por otro córner cerrado. Los franceses, con su catenaccio de manual, ganaron el descanso con la siguiente tarjeta: 39% de posesión, una ocasión y un tiro a portería, por el 61% de cuota de balón y las siete llegadas contrincantes. Se había vivido una síntesis del cambio de estilo que ha certificado este torneo.

La reanudación echó a andar con una traca, Vrsaljko centró raso y con peligro en la primera jugada, Griezmann respondió con un zurdazo desviado (después de que Giroud bajara un pelotazo) y en el 48’ Mandzukic engatilló un zurdazo que forzó a Lloris a volar. Croacia disparató el tempo, jugando el todo por el todo antes de que el cansancio acumulado le hiciera mella. El lateral diestro del Atlético chutaría sin éxito a continuación y Rebic y Perisic rebosaron a la espalda de Lucas y Pavard. La circulación balcánica, nutrida por Modric y Rakitic, lucía tan intensa como la actividad en pos de la recuperación precoz tras pérdida. Se quemó el diapasón y una escapada de Mbappè, contenida por Subasic, redondeó un intervalo volcánico y maravilloso del duelo. Casi impropio de una final de la Copa del mundo.

Deschamps leyó la situación, en la que su candado descubría grietas, y sentó a Kante (amonestado) para incluir a N`Zonzi. Tempranero movimiento del seleccionador con la idea de añadir centímetros y virar el pelaje del juego hacia lo anatómico. Aunque sacrificara al elemento fundamental de su equilibrio táctico. Pero no se congelaría el furor croata, con Perisic hiriendo a Pavard en cada incursión. Le tocaba a los azules aguantar y, cuando más acuciada yacía su retaguardia, Mbappè desahogó con un cambio de ritmo explosivo que estiró el campo. Contemporizó, cedió para Griezmann, quien asistió para que Pogba, tras rechace, batiera a Subasic con un zurdazo desde la frontal.

La valerosa disposición de Dalic abría hectáreas por recorrer para la flecha del PSG y lo pagaría. Tampoco disponía de otra opción. El caso es que en el dibujo sufriendo desajustes por la filosofía atacante, Lucas desbordó a varios peones en vuelo y conectó con Mbappè, quien controló en la frontal y encañonó un derechazo raso que instauró el 4-1. Restaban 25 minutos y al pundonor balcánico se le impuso el dilema de seguir presionando o guardarse. Ya que ante la merma de fuelle propia (llegaban más desgastados a las dos áreas) podría sobrevenir un sonrojo. Lloris regalaría algo de premio al sudor colorido rival, conectando un despeje que rebotaría en Mandzukic para recortar distancia. Un error grosero de un meta sobrio que entreabría una ventana para la esperanza del país de cuatro millones de habitantes.

Dalic lo tenía claro, sentó al agotado Rebic y dio entrada al mediapunta llegador Kramaric. Esto es, escogieron seguir derrochando competitividad. Sin atender a su espalda. El rocambolesco tanto del juventino insufló gasolina a la fe de los aspirantes. Tolisso dio respiro a Matuidi en un ajuste que confirmaba la concentración del cuerpo técnico galo. Pretendió batallar por la posesión y romper el timón balcánico. No le saldría, ya que volverían a atrincherarse en el cuarto de hora postrero. Únicamente la inteligencia de Griezmann, viniendo a recibir y soltando, trompicaba el devenir.

Fekir por Giroud y Pjaca por Strinic ahondarían en los presupuestos de cada técnico. Croacia moriría sobre sus ideas, creando combinaciones y jugando en campo francés de manera prolongada. La energía no les daría para filtras pases verticales, quedando relegados al centro lateral. Aún así, Vrsaljko, Rakitic y Perisic tirarían a palos en el respingo que defendió la dignidad de los balcánicos. Y un zurdazo de Fekir clausuraría la exhibición de tino de una selección francesa que alcanzó su segundo cetro Mundial repitiendo la fórmula que le entregó la primera (la de 1998). París celebrará la conquista, pero Zagrev también disfrutará su cuota de fiesta por la gesta histórica de haber competido por el oro.

MODRIC EL MEJOR JUGADOR DEL MUNDIAL

Julio Candela

El croata Luka Modric, centrocampista del Real Madrid, ha sido galardonado con el Balón de Oro al mejor jugador del Mundial de Rusia 2018. Modric, como le ocurrió el pasado Mundial de Brasil 2014 al argentino Leo Messi, recibió el reconocimiento un tanto triste tras haber perdido la final, ante Francia (4-2).

Kylian Mbappe, delantero del PSG autor de uno de los goles franceses en la final, fue designado mejor joven del torneo, en tanto que Thibaut Courtois fue elegido mejor portero. El guardameta belga no pudo recibir el premio en el estadio Luzhniki ya que acabó el sábado su participación en San Petersburgo, donde logró la tercera plaza al imponerse a Inglaterra. Al inglés Harry Kane, máximo artillero de la competición, le ocurrió lo mismo.

El Mundial 2018 terminó por conciliar todas las opiniones en torno a Luka Modric, que no pudo hacer suyo el imperio en Rusia por culpa de una final torcida que le arrebató la poderosa Francia, pero que aún así fue reconocido como el mejor del torneo.

A los 32 años, cerca de abordar el ocaso de su carrera futbolística y posiblemente en su última Copa del Mundo, el líder de Croacia erigió momentos para la historia y acaparó méritos. Pero no pudo culminar su conquista.

Su imagen se pareció a la de Leo Messi en Brasil 2014. Cuando tuvo que recoger el premio al mejor después de que Argentina perdiera la ocasión de ser campeón tras caer con Alemania. Le sucedió igual a Modric. Un consuelo individual y un desconsuelo mayor.

Ha necesitado el futbolista del Real Madrid, que en Moscú rebasó a Dario Simic como el que más presencias en un Mundial ha evidenciado en la historia del fútbol de su país, con un total de doce encuentros, casi tres lustros como profesional para encontrar una recompensa particular en un evento de tal calado.

No es habitual la pinta de perdedor que Modric y los suyos arrastraron al término de la final sobre césped de Luzhniki. Luka, un ganador de finales por naturaleza, fue superado en un partido lejos de sus previsiones y distante de sus gustos.

Pocas cosas han resultado fáciles en la vida de Luka. Esta, en el fútbol, no iba a ser una excepción. En cualquier caso, nada comparable a las penurias por las que transitó su infancia, lejos del sosiego y la paz que demanda un menor. Modric nació en una familia humilde, en una localidad cercana a Zadar, y a una edad prematura tuvo que ejercer de pastor, cuidar cabras en la montaña. Era de lo que vivían los suyos.

Vio la guerra de cerca, el drama bélico de los Balcanes por su lado. Tuvo que huir lejos de aquello. De una parte a otra, de una ciudad a otra. Vida de refugiado.

Plagado de estrellas a su alrededor Luka adopta una pose discreta, sin el ruido que generan otros compañeros de club. Rastros reflejo de una personalidad firme en la sombra y prudente en la escena, secuelas de sus inicios. De cuando era dado de lado por su físico. Por bajito y flaco.

Al talento no le hace falta altura y Modric lo ha demostrado en Rusia. El futbolista del Real Madrid ha dirigido a Croacia hacia la cota más alta de su historia. A la orilla de un éxito bestial que alcanzan solo de vez en cuando unos pocos elegidos.

Modric lidera el tramo final de la generación más gloriosa del fútbol croata. La que en Rusia ha dejado atrás la mítica que lideró Davor Suker, con Robert Prosinecki o Robert Jarni, que fijó el techo en el tercer puesto logrado en Francia 1998.

El destino esquivó el momento de gloria para el fútbol croata. Rusa 2018 será el Mundial de Francia, también el de Modric que en su partido 113 como internacional con su país logró el reconocimiento total del mundo del fútbol.

jueves, 12 de julio de 2018

LA LEYENDA DE CRISTIANO RONALDO

No por sabida ha dejado de sorprender al mundo del fútbol y concretamente dejar noqueado presumiblemente a corto plazo al madridismo la salida de Cristiano Ronaldo

Antonio Blanca

Como en el cuento de Pedro y el lobo, así se oía sonar el agua del río, Ronaldo se iba, una más, otro período canicular en la que la historia de amor de verano amenazaba con quebrarse, mas esta vez era verdad. Este río llamado Cristiano Ronaldo no lleva agua, lleva un torrente que arrambla con todo. Principalmente, con nueve años que han cambiado la Historia del Real Madrid. El equipo de los “futbolistas-nación” pierde a la superpotencia, al músculo ganador. Con Sergio Ramos y con Luka Modric, Cristiano Ronaldo formaba el Big Three. A una Copa de Europa con el Madrid de igualar a Di Stéfano, Ronaldo (tiene ya 5) se va recortándose la silueta oscura de su figura en el marco de la puerta del Bernabéu, haciéndose cada vez más pequeñito mientras monta a caballo enfilando Monument Valley, como John Wayne al final de Centauros del Desierto.

Por todo ello, conviene recordar lo que era el Madrid en el verano de 2009. Una institución que estaba, como decía don Manuel Ruiz de Lopera del Real Betis, “en la UVI”. Le estaba atropellando el camión de la historia, conducido por Messi. Debajo de sus ruedas había acabado tras la borrachera de Ramón Calderón, que duró dos años. Por el medio se había ido dejando a jirones su prestigio y su orgullo, en el campo y en la tribuna. El edificio amenazaba con derrumbarse. Llegó Florentino Pérez en la segunda fase de su mandato. Con el superlativo empresario llegó Ronaldo.

Con Cristiano, el Madrid se negó a perder, el portugués que tiene ADN blanco, enarboló dicha bandera. Perdió mucho, no obstante. Pero la causa de aquello, en esencia, fue la negación previa. El Madrid no se rindió. Los primeros años fueron terribles, persecución a Mourinho incluida. Probablemente determinaron el carácter del equipo cuando llovieron los laureles del triunfo. La rebelión que representó el segundo florentinismo se encarnó en Ronaldo porque no había nadie mejor, no era posible transubstanciación más perfecta: un tipo orgulloso, indomable, excéntrico en su grandeza, que se quiere por encima de todas las cosas y que anhela dominar confiando hasta el extremo de un demente en sus propias posibilidades.

Cristiano es el reflejo que devuelve el espejo del Real Madrid. A lo mejor por eso el madridismo del Bernabéu nunca lo integró del todo, nunca lo hizo suyo, hasta hace un par de años, donde el coliseo merengue se rindió para los restos a su ‘7’. Ronaldo se parece demasiado a la camiseta blanca, es casi un calco de lo que esconde el espíritu del madridista. Una animalidad agresiva, un ansia feroz por conquistar y destruir que, a veces, no resulta agradable ver materializado en algo tan físico, tan completo, tan tangible y reconocible. Cristiano es, en carne y hueso, el desiderátum nunca del todo satisfecho de una afición que ama vencer como el caníbal el olor de la carne y de la sangre humana. Cristiano es el retrato que Velázquez hizo de Inocencio X. Troppo vero.

Ronaldo se marcha con una media de más de un gol por partido, y ha jugado 458 ni más ni menos con la zamarra blanca. Ha despojado los récords de todo significado más allá del estadístico, ha destruido la mitología de los números porque ha conseguido algo mucho más importante en la alta literatura del fútbol mundial, que es la presencia. Esto se ha visto especialmente bien durante los últimos tres años, sobre todo esta temporada pasada. Cristiano caminaba sobre una alfombra y los rivales asentían con aprensión protegiéndose instintivamente del hachazo. Incluso cuando no jugó bien su nombre condicionó la mentalidad de los adversarios: en Lisboa y en Milán con el “Cholo”, en Múnich y Madrid con Heycknes, en Kiev con Klopp.

Cuando Ronaldo abandonó al subcampeón de Europa para venir al Madrid ya era balón de oro y campeón de una competición en la que el Madrid no superaba los octavos de final desde hacía cinco temporadas. Se puede aventurar que, a medio y naturalmente largo plazo, él pierde más tomando la decisión de marcharse a la Juventus de Turín. Parece, del mismo modo, evidente que el Madrid pierde mucho en el corto plazo. Muchísimo. También es sencillo presumir que su decadencia está próxima porque tiene 33 años y cumple 34 en febrero. Era fácil decirlo en 2016. Ronaldo lleva tres años muriendo en otoño y resucitando en los albores de la primavera. Sus últimas tres temporadas han destruido todas las ideas preconcebidas que campaban a sus anchas en el mundo del fútbol sobre la vejez de un deportista profesional, su decrepitud, su fosilización, su inutilidad. Han sido un desmentido detrás de otro. Ronaldo ha ido haciéndose mejor a cada año, con una profesionalidad inmanculada; con cada pérdida de alguna de sus habilidades innatas adquiría otra nueva, más letal, más pulida, más efectiva. Ya no dribla, casi no centra, participa cada vez menos en el desarrollo del juego y marca, efectivamente, menos goles: pero cada vez resulta más mortífero cuando está temblando el mundo y la Historia, sentada en su diván de mármol, mira y juzga.

No se sabe por qué motivo Ronaldo dejó de estar contento en el Madrid y pidió el traspaso. Quizá con los años afloren las razones. Se puede especular. Florentino, quien tanto acude al legado de Bernabéu, consiguió su Di Stéfano y ahora, también, su cisma. Las dos grandes personalidades de la Historia moderna del Madrid, junto con Zidane y Ramos, han chocado como en su día chocaron las del Madrid viejo. El Madrid de Zidane se miró tanto en el antiguo retrato que ha terminado mimetizándose incluso en las despedidas. Dicen que Di Stéfano tomó como un agravio personal el ofrecimiento que le hizo Bernabéu de crear un cargo nuevo ad hoc para él, el por entonces inédito de general manager, al orgullo del gigante le ofendió que lo considerase inválido para la competición cuando todavía tenía dos piernas y venía de disputar otra final de la Copa de Europa. Los genios tienen un laberinto dentro del pecho y a veces el hilo de Ariadna con la que se sujetan al mundo, simplemente, se rompe.

En el día de San Crispín los ingleses vencieron en Francia y le regalaron a Shakespeare la batalla de Agincourt. De ella salió el discurso de Enrique V. Éramos pocos, éramos felices, éramos hermanos de sangre. El día en que Cristiano Ronaldo abandona el Real Madrid uno se acuerda no de las cuatro finales de la Copa de Europa, la Tierra Prometida por la que cada uno de los madridistas sobre la faz de la tierra soñaba el día de su presentación (con el triplete de Messi y Guardiola aún caliente). Se acuerda, en cambio, de un miércoles santo del año 2011, apocalíptico. Una noche poco relevante en 116 años de historia de un club. Una noche sencilla, una final de Copa. ¡Cuántas finales de Copa no ha jugado el Madrid! Sin embargo, no fue una cualquiera. Fue el principio de algo hermoso, y terrible, algo que el martes 10 de julio de 2018 se terminó, una década salvaje que salvó al Madrid de la benfiquización y lo devolvió a la senda del liderazgo en el nuevo siglo, el que iba para siglo de Messi, de Abramovich y de las petromonarquías del Golfo cambió su sino, grabando a fuego en la historia el Real Madrid de Cristiano Ronaldo, posiblemente el mejor equipo de la mayor institución deportiva de toda la historia con el permiso de ese Madrid de otros tiempos de Bernabéu, Di Stéfano y Gento. Aquella final de Copa en Valencia fue cuando Ronaldo vertió su sangre junto al resto del pueblo madridista en armas, haciéndose hermano suyo, para siempre, la leyenda había nacido, hoy ya lo es.

YA ES LEYENDA BLANCA

Aránzazu Gálvez

Tocado, no hundido, así está el Real Madrid a día de hoy, y como no, el madridismo. El equipo merengue que ya había superado la despedida de Raúl, Roberto Carlos, Zidane o Hierro, la de Casillas, Redondo, Ronaldo Nazario o Figo, la del “Buitre”, Puskas y hasta la del mismísimo Di Stéfano, a buen seguro que superaría la que, creo, es la más dura de todas las que este club ha vivido en su historia: la de Cristiano Ronaldo.

Costará desde luego, sobre todo a corto plazo, ya que es posible que no se vuelva a ver a otro Ronaldo, por lo que el Madrid de Lopetegui habrá de coserse la gigantesca herida y hacer un equipo sólido que aspire a minimizar lo que el ‘7’ deja de aportar al club, que es muchísimo.

Se marcha el mejor jugador de la historia reciente del Real Madrid y, puede que sin el puede, el mejor delantero de la historia del fútbol mundial. Deja el club más grande del planeta el jugador más grande que existe y lo hace por más dinero que costó, nueve años después, con cuatro balones de oro, cuatro Copas de Europa, ciento veinte asistencias y cuatrocientos cincuenta y un goles. Más que cualquier otro porque, no tengan ninguna duda, no ha habido otro igual.

Se marcha un genio del balón con el instinto goleador más feroz que ha existido y, posiblemente sin el posible, jamás volverá a existir. Se va del Real Madrid un animal competitivo que siempre quiso más y que entendió que en este club el ayer ya no importa y que únicamente el hoy es lo que marca la agenda. Deja la entidad más importante del panorama deportivo un profesional intachable y el hombre sobre quien se ha cimentado un equipo de leyenda. Decimos adiós a un jugador irrepetible que, sin embargo, creo que se equivoca marchándose por la sencilla razón de que quien aspira a ser el mejor jugador del planeta jamás debe conformarse con algo que no sea jugar en el mejor equipo del universo.

En el fichaje de Cristiano todos ganan y todos pierden, por muy difícil que eso parezca. La Juventus se lleva a un jugador descomunal, pero paga por él ciento y pico millones de euros a sus treinta y cuatro años de edad. El Madrid recibe más de lo que pagó hace diez años por un tipo sobradamente amortizado, pero deja escapar a un emblema del club que le aseguraba una cifra no menor de cuarenta goles por temporada. Y Cristiano gana más dinero, más protagonismo y la posibilidad de conquistar un nuevo país tras hacerlo con Inglaterra y España, sabiendo, eso sí, que se marcha de la mesa del rey de reyes para sentarse en la de un príncipe italiano que aspira, con mucha suerte, a ganar la tercera Copa de Europa de su historia.

Al madridismo a día de hoy, le queda la amarga despedida, llorar la marcha del que ha sido buque insignia de una de las mejores plantillas de la historia y agradecerle fervientemente todos los servicios prestados. Queda el orgullo de haber visto jugar a Ronaldo y el placer de volver a visionar todos sus goles: aquel de cabeza en la final de Copa, ese otro en el Camp Nou tras asistencia de Ozil, los dos a la Juve en la final de Cardiff, la maravillosa chilena en Turín… y tantos y tantos más.

CROACIA SUEÑA

Aránzazu Gálvez


Mbappé o Modric. Pogba o Rakitic. Griezmann o Mandzukic. Moscú coronará este domingo como campeona del mundo a la selección de Francia o a la de Croacia, la única superviviente este miércoles en el estadio de Luzhniki de un pulso hercúleo con la escuadra de Inglaterra, a la que batió por 2-1.

Los pupilos de Zlatko Dalic vencieron con el físico deshecho, que no el orgullo ni el honor, después de remontar un tanto encajado en el minuto 5 y de forzar la prórroga por tercer encuentro consecutivo. Y es que, tras una fase de grupos primorosa, en la que doblegaron a Nigeria, Argentina e Islandia, los Vatreni alteraron su ruta. Su continuidad pasó a depender del funambulismo.

En dos tandas de penaltis culminadas por Ivan Rakitic, ante Dinamarca y Rusia, hilaron su progreso hasta semifinales.

La historia del conjunto ajedrezado pudo eternizar, ya así, al grupo capitaneado por Luka Modric, como en 1998 a Davor Suker, Robert Prosinecki y compañía; pero, coincidiendo con el vigésimo aniversario de aquel bronce, la 'Generación del 2018' mereció un lugar todavía más preeminente en la memoria del fútbol croata.

Los once elegidos por Zlatko Dalic no pudieron oxigenar desde el arranque sus músculos a través del toque de Luka Modric, porque los Tres Leones impusieron su vértigo, evitando que el pulso pasase por el medio, ahí donde el '10' madridista e Ivan Rakitic son normalmente los catalizadores del juego.

A Modric, de hecho, se le esperaba desafiante desde el inicio ante la meta defendida por Jordan Pickford, pero arrancó la semifinal más cerca de su área.

Y en la zona central, próxima al semicírculo, cazó a Dele Alli. Esa falta habilitó a Kieran Trippier para un formidable golpeo que terminó en gol, en el minuto 5, lo que obstaculizó la hazaña.

Southgate ya había advertido, no obstante, de la versatilidad del conjunto inglés. En Rusia se está mostrando tan capaz de vencer con un gol en el último minuto, como ocurrió ante Túnez en su primer partido de la fase de grupos; como de vencer sus miedos en una tanda de penaltis, como pasó ante Colombia en los octavos de final.

Con relativa comodidad resolvieron, en cambio, el cruce de cuartos ante Suecia, con una exhibición de su potencial aéreo.

En Moscú, con su afición descontando los cuatro días que restaban para la final que alumbrará al campeón en Luzhniki al grito de 'Football's coming home' -una canción que el preparador de Watford "no incluiría jamás en una lista de reproducción" por trasladarle hasta el penalti que marró en la Eurocopa de 1996-, el equipo inglés quiso ratificar su candidatura gracias al valioso pie del jugador del Tottenham Hotspur.

Su compañero Harry Kane y Jesse Lingard, del Manchester United, pudieron castigar igualmente al combinado croata, excedido en la cautela en el primer parcial, pero el 0-1 se mantuvo hasta la pausa.

Apocado ante la vigorosa propuesta de los Tres Leones, vibrantes y punzantes en sus ataques, el conjunto ajedrezado contó apenas tres arrebatos de Ante Rebic. Ese fue todo el discurso ofensivo de un equipo que no halló al Modric brillante de otras ocasiones.

Durante los 45 minutos iniciales estuvo dubitativo -como el resto- ante la grandeza del escenario, mientras parte del estadio se unía en abucheos a Domagoj Vida, señalado desde que gritó '¡Gloria a Ucrania!' mientras celebraba la eliminación de la anfitriona.

Su ánimo mudó con el comienzo de la segunda mitad. Se aguardaba que jugadores con el carácter de Rebic y Mandzukic y la jerarquía de Modric y Rakitic se mostrasen reaccionarios. Se sumó igualmente Perisic, con un disparo lejano que tumbó a Walker.

En el siguiente ataque sí acertó el '4' al levantar el botín sobre la cabeza del '2'. Batido también Pickford (1-1, min. 68) se reabrió el envite, la semifinal y el deseo de hacer historia.

Por la parte croata, por poder disputar su primera final mundialista. Por la parte inglesa, por reaparecer en la ronda definitiva tras haberlo hecho en 1966 -de ese año data el triunfo del plantel capitaneado por Bobby Moore, el único de Inglaterra-.

Ganó peso entonces la experiencia de los muchachos de Zlatko Dalic, amenazantes con un potente golpeo de Perisic que negó la madera, solo tres minutos después de su gol.

Stones recomendó calma desde el eje, pero Southgate aderezó la partida con otro velocista, Marcus Rashford, aunque la semifinal no la pudo decantar ningún futbolista en 90 minutos.

Trató de hacerlo John Stones, con un poderoso cabezazo que apaciguó Vrsaljko mediada la primera parte de la prórroga. Y poco después Mandzukic, ante un muslo salvador de Pickford.

El atacante del Juventus condensó en sí toda la gloria en un mágico minuto 109. Tras un sutil cabeceo de Perisic encontró el balón donde quería: presto para fusilar con su zurda a Pickford en una acción que convierte a Croacia en finalista. Estrenará esa condición este domingo, ante el equipo 'bleu', con la convicción de poder tumbar también al vencedor de la edición de 1998. Ésa en la que Croacia firmó la segunda página más relevante de su historia. La más importante es la que escribió hoy.

miércoles, 11 de julio de 2018

RONALDO DEJA EL MADRID

Jaime Trevijano

El delantero portugués hizo reales los presagios que dibujó tras conseguir su tercera Champions seguida y abandona el Real Madrid tras nueve años de blanco a cambio de 105 millones de euros que abonará el campeón de Italia, la Juventus de Turín. Durante esta etapa ha logrado la friolera de 451 goles con la camiseta blanca, convirtiéndose en el máximo goleador de la historia del Real Madrid. El luso ha superado a leyendas del club que preside Florentino Pérez como Alfredo Di Stéfano (308 goles) o Raúl González (323 goles).

Durante su etapa como jugador blanco, Ronaldo ha logrado dos Ligas, dos Copas del Rey, cuatro Champions, tres Mundiales de clubes, tres Supercopas de Europa y dos Supercopas de España. En el plano individual ha obtenido con la camiseta blanca cuatro balones de oro, manteniendo desde su llegada un pulso único en la historia con Leo Messi por ser considerado el mejor jugador del mundo.

El Real Madrid C. F. comunica que, atendiendo a la voluntad y petición expresadas por el jugador Cristiano Ronaldo, ha acordado su traspaso a la Juventus F. C. Hoy el Real Madrid quiere expresar su agradecimiento a un jugador que ha demostrado ser el mejor del mundo y que ha marcado una de las épocas más brillantes de la historia de nuestro club y del fútbol mundial.

Más allá de los títulos conquistados, de los trofeos conseguidos y de los triunfos alcanzados en los terrenos de juego durante estos 9 años, Cristiano Ronaldo ha sido un ejemplo de entrega, de trabajo, de responsabilidad, de talento y de superación. Se ha convertido además en el máximo goleador de la historia del Real Madrid con 451 goles en 438 partidos. En total 16 títulos, entre ellos 4 Copas de Europa, 3 de ellas consecutivas y 4 en las últimas 5 temporadas. A título individual, con la camiseta del Real Madrid ha ganado 4 Balones de Oro, 2 The Best, y 3 Botas de Oro, entre otros muchos galardones. Para el Real Madrid Cristiano Ronaldo será siempre uno de sus grandes símbolos y una referencia única para las próximas generaciones. El Real Madrid será siempre su casa", finalizaba el comunicado del Madrid.

Se marcha un delantero de época
Goleador, ambicioso, exigente y con un carácter que no deja indiferente, Ronaldo (Funchal -Madeira-, 05/02/1985) sale de un equipo que apostó por él cuando brillaba en la "Premier" y al que llegó feliz e ilusionado, dispuesto a cumplir un sueño y un desafío. Impresionado aquel 6 de julio de 2009 por ver el Santiago Bernabéu lleno por primera vez para recibirle, Cristiano llegó orgulloso entonces de ser el jugador más caro de la historia blanca y de superar la cifra que el club desembolsó en 2001 por Zinedine Zidane, su entrenador los últimos tres años.

80 millones de libras (unos 94 millones de euros) fue lo que el Real Madrid pagó al Manchester United por Cristiano, que se presentó con ganas de hacer equipo con otros recién llegados como el brasileño Kaka, el francés Karim Benzema o Xabi Alonso. Con el chileno Manuel Pellegrini en un banquillo que después ocuparon Jose Mourinho, Carlo Ancelotti, Rafa Benítez y el propio Zidane, Cristiano ha roto moldes durante casi una década en España en la que Florentino Pérez le ha definido como el sucesor de Alfredo Di Stefano.

Llegó con una "Champions", la que logró con el Manchester en 2008 y se va con cinco, las tres últimas consecutivas (2013-14, 2015-16, 2016-17 y 2017-18). También se lleva dos Ligas (2010-11 y 2016-17) y dos Copas del Rey (2010-11 y 2013-14). Cinco Balones de Oro, para igualar los del argentino Leo Messi, y el doblete de este galardón y el premio 'The Best' que la FIFA le concedió en diciembre pasado, por delante de éste y del brasileño Neymar, engrandecen a un jugador emblema de Portugal y de la liga española, donde se añorarán sus duelos con el azulgrana. Coronado campeón de Europa con la selección lusa hace dos años en Francia, "CR7" ha repetido como máximo goleador de la Champions (15) por sexto año consecutivo y ha sido segundo anotador en España con 26 goles, ocho menos que Messi.

Su decisión de marcharse desoye el sonoro "Cristiano quédate" que el Bernabéu y sus compañeros entonaron en plena celebración de la decimotercera el último 27 de mayo. Un escueto "gracias, y hasta el próximo año" fue su respuesta. "No puedo asegurar que vaya a seguir en el Real Madrid (...). Las cosas no se solucionan con dinero, tenía y tengo, no es un problema para mí. Es muy difícil estar mejor que en el Madrid porque es el mejor club del mundo, pero la vida no es solo gloria".

Esto fue lo que dijo entonces y en poco más un mes, con su discreto Mundial por medio, el enigma de aquellas palabras ya está resuelto. En su cabeza están los motivos que le han llevado a cerrar su etapa en España, muy lejana a aquella que inició con 11 años en una pensión en Lisboa, lejos de su familia, con el sueño de llegar a ser el mejor jugador del mundo. Cumplido éste, su nuevo contrato tendrá muy poco que ver con aquel primero que firmó como profesional en 2002 con el Sporting de Portugal, un club que se le quedó pequeño rápido y del que saltó al Manchester United al año siguiente.

El equipo entonces de Alex Ferguson pagó 15 millones por él y de la mano de éste su talento encontró el molde adecuado para ir creciendo. En 2004, con solo 19 años, se convirtió en una de las sensaciones de la Eurocopa de su país. Campeón de Inglaterra en 2007, 2008 y 2009, Ronaldo fue ganando peso.

En 2007 fue segundo en la clasificación del Balón de Oro tras el brasileño Kaka, recompensa que logró, por vez primera, en 2008, ya por delante de Messi, y que desde entonces hasta ahora ha recogido otras cuatro veces, todas como jugador del Real Madrid, el club que ahora deja después de nueve años.

TERCERA FINAL EN VEINTE AÑOS

Aránzazu Gálvez

Francia jugará la final del Mundial de Rusia 2018 al superar a Bélgica (1-0) con un cabezazo del central Samuel Umtiti tras un saque de esquina, la sentencia de un conjunto galo que jugó sus cartas al contragolpe y frenó en seco el sueño de la 'generación dorada' del fútbol belga.

La cabeza de Umtiti bien vale una final, la tercera de un Mundial para Francia, lograda con la receta práctica con la que ha conseguido avanzar en Rusia 2018: la del contragolpe, con un excelente Kylian Mbappé a la carrera y un inteligente Antoine Griezmann. Solo los fallos Olivier Giroud les privaron de más goles.

La nueva hornada 'bleu' tendrá su segunda final consecutiva, tras la que perdieron en la Eurocopa 2016 ante Portugal, y la tercera de su país en la Copa del Mundo. La primera la ganaron en casa en 1998 a Brasil con su seleccionador Didier Deschamps sobre el césped. En la segunda, cayeron ante Italia en Alemania 2006.

Un testarazo del que se acordarán en mucho tiempo en Bélgica, que volvió a darse de bruces con el muro de las semifinales. El mismo que frenó a la generación de Enzo Scifo y Jean-Marie Pfaff en México 1986 lo hizo con los Eden Hazard, Romelu Lukaku, Kevin de Bruyne o Thibaut Courtois. Dominaron la posesión, pero carecieron de peligro.

Los dos equipos llegaban sin haber concedido casi nada: Francia, apenas un empate contra Dinamarca en la primera fase y unos minutos a Argentina en octavos, antes de que la destrozara Mbappé. Bélgica, unos octavos de sufrimiento y remontada épica ante la sorprendente Japón y una lección táctica en los cuartos a Brasil.

Salió Roberto Martínez protegiendo su mediocampo con Moussa Dembélé como sustituto del defensor sancionado Thomas Meunier, con el objetivo de auxiliar a Axel Witsel y ejercer de perro de presa tras las arrancadas de Kylian Mbappé, que apareció en el primer minuto buscando una carrera y advirtiendo de lo que vendría.

El balón fue desde el inicio belga, que maniobró entre una zaga de cuatro al defender y el esquema de tres centrales y dos jugadores abiertos en las bandas: Nacer Chadli y Eden Hazard. Por la izquierda, desde la que penetraba la estrella del Chelsea, llegaron las mejores del ocasiones de los 'Diablos Rojos'.

Hazard superó en todo momento al joven lateral galo Benjamin Pavard y amenazó, primero con un disparo con la izquierda y luego con otro a la media vuelta con la derecha que despejó el central galo Raphael Varane a córner. Corría el minuto 19.

El acoso belga seguía: un cabezazo de Marouanne Fellaini, un disparo tras un rechace en un córner de Toby Alderweireld... En ambas respondió Hugo Lloris, salvador de su equipo en los primeros 25 minutos. En otro pase de la muerte de Hazard desde la izquierda, fue Umtiti el que respondió por una Francia con el agua al cuello.

Sin haber llegado al gol, los 'Diablos Rojos' bajaron una marcha, y Francia comenzó a encontrar el contragolpe y las ocasiones. Giroud tuvo dos, un remate de cabeza a centro de Pavard en una jugada ensayada, y un disparo flojo tras un pase de la muerte de Mbappé, cuyo desmarque había encontrado Griezmann con una asistencia milimétrica. Francia lamentó no tener un 'killer' como 9.

Las recetas de ambos equipos -la posesión belga hacia las bandas y la espera francesa para el contragolpe- eran tan complementarias que provocaban ocasiones en uno y otro lado. Antes del descanso, Courtois evitó con el pie derecho que Pavard marcara a pase de Mbappé, y Lukaku no supo aprovechar un error de Umtiti para rematar.

Tras el paso por vestuarios, la tónica siguió parecida, pero la posesión belga era menos peligrosa y los contragolpes franceses más afilados. Vincent Kompany evitó un remate a la media vuelta de Giroud, pero en el saque de esquina posterior, Umtiti se adelantó a Alderweireld y Fellaini para marcar de cabeza el 1-0.

El tanto acomodaba aún más a los de Didier Deschamps en su apuesta y a ello se unión que Mbappé destapó el tarro de las esencias: una carrera con pase para Matuidi y un pase de tacón dentro del área para el remate de Giroud. Roberto Martínez reaccionó quitando un medio (Dembéle) y sumando al delantero Dries Metrens.

En cinco minutos, dos centros del atacante del Nápoles obligaron a Lloris a sacar un balón con los puños y a ver cómo otro, rematado por Fellaini, se iba a unos metros de su portería. La posesión volvía a ser de la generación dorada del fútbol belga, que veía cómo su gran momento se les escapaba entre los dedos.

Conforme avanzaba el reloj, la desesperación belga iba en aumento mientras los aficionados franceses en el estadio de San Petersburgo empezaban a entonar 'La Marsellesa'. Lukaku tuvo una opción de cabeza, pero no llegó a conectar, Courtois detuvo un disparo raso a Griezmann y Tolisso tuvo el 2-0 en el descuento. Pero ya poco importaba, porque los 'bleus' estarán en la final de Moscú.

martes, 10 de julio de 2018

UN SELECCIONADOR POLÉMICO

Jaime Trevijano

El técnico asturiano, tras un año sabático, sustituye a Fernando Hierro tras la gran decepción que supuso la eliminación de España en el Mundial de Rusia 2018. El técnico, según anunció el presidente Rubiales, no tendrá cláusula de rescisión.

"Ha tenido ofertas tremendamente importantes, económicamente era imposible que nosotros llegáramos a sus números. Ha puesto mucho de su parte porque si no hubiese sido imposible. Quería ser seleccionador y liderar estos dos próximos años. Esperemos que lo haga con el mayor de los éxitos", declaró Rubiales ante los medios respecto a la disposición del asturiano por sentarse en el banquillo de la Roja.

La elección de Luis Enrique se confirmó apenas una semana después de la eliminación de la selección española del Mundial de Rusia en octavos de final, tras caer en los penaltis ante el equipo anfitrión, y la confirmación ayer de la marcha de Fernando Hierro, quien ocupaba la dirección deportiva y asumió el cargo para el campeonato. Sus compromisos inmediatos serán los de España en la nueva Liga de Naciones, en la que la "Roja", incluida en el grupo 4 de la Liga A, debutará el sábado 8 de septiembre en Inglaterra frente al combinado inglés y luego recibirá a Croacia el día 11 en Elche.

Dice que en sus equipos siempre él es el líder y lo demuestra día a día, con sus decisiones en el banquillo y su dialéctica en la sala de prensa, Luis Enrique Martínez García (8 mayo 1970, Gijón) será el nuevo seleccionador español, seguramente el carácter que necesita 'La Roja' para volver al punto de salida perdido desde la marcha de Luis Aragonés y Vicente del Bosque. Está acostumbrado a los grandes retos y no le tiembla el pulso. Llegó al Barcelona en el verano de 2014 con la idea de recuperar las sensaciones perdidas, tras el paso del 'Tata' Martino por el vestuario del Camp Nou y en el primer curso firmó un triplete histórico.

Como técnico barcelonista resistió tres temporadas, en los que su equipo consiguió ocho de los diez títulos en juego; tres cursos en los que transformó el juego del equipo azulgrana, que dejó de lado el fútbol de toque de la escuela La Masía para buscar un juego más directo.

Pero en la nómina de delanteros azulgrana se encontraban por aquel entonces tres de los mejores del mundo: Leo Messi, Neymar jr y Luis Suárez, que batieron año tras año récords de anotación. Tácticamente casi siempre optó por mantener el dibujo histórico del Barça, con cuatro defensas (dos de ellos abriendo los carriles), un mediocentro (Sergio Busquets), dos medios de diferente perfil (uno más creativo, otro más de contención) y libertad para los tres delanteros, especialmente en el caso de Leo Messi.

Curiosamente cuando en el Barça se atrevió a cambiar el tradicional 4-3-3 por otro dibujo, las victorias se repitieron y por goleada, utilizando el doble pivote (4-2-3-1), una defensa de tres (3-4-3) y un poco habitual 3-4-2-1 en situaciones excepcionales. En su presentación como entrenador del Barcelona tenía aprendidos dos conceptos: "ilusión y motivación", que repitió durante su discurso y llamó la atención que se refirió a sí mismo como "el líder" del proyecto, pese a que sabía que en el Barça solo hay un líder que es Leo Messi.

En su carrera como técnico siempre ha trabajado con un psicólogo, Joaquín Valdés, quien hasta le acompañaba en las ruedas de prensa. "No os preocupéis que el psicólogo me lo traigo para mí. También lo puede utilizar algún periodista si lo necesitáis", dijo en sus primeras días en el Camp Nou.

Como entrenador del filial barcelonista, Roma, Celta de Vigo y en el Barcelona, Luis Enrique contó con Robert Moreno como entrenador ayudante, también con Rafel Pol como preparador físico y su mano derecha siempre ha sido Juan Carlos Unzué. Luis Enrique es un tipo muy exigente, más un 'ironman' que un deportista. Cuando se retiró del fútbol (2004), empezó corriendo maratones y se obsesionó con bajar de las tres horas, lo consiguió a la tercera en Florencia, tras no conseguirlo en Nueva York ni en Amsterdam.

Pasada esta pantalla se dedicó a los triatlones, después participó en un 'ironman', en el 'Marathon des Sables' (250 kilómetros, 6 días por el desierto del Sahara) y en multitud de carreras ciclistas, la última este mismo año en Sudáfrica (Cape Epic). Obsesivo con el trabajo físico, dicen que uno de los peores momentos para sus futbolistas era someterse a las sesiones de peso antes del inicio de la temporada y comprobar que el índice de masa muscular (IMC) y el peso del técnico era el mejor de toda la plantilla. Ahora añade un reto más a su carrera.

lunes, 9 de julio de 2018

SE HARTÓ DE RUBIALES

En un gesto de honradez y sentido común, Fernando Hierro ha dejado su cargo como seleccionador así como cualquier tipo de vinculación con la Real Federación Española de Fútbol

Antonio Blanca

A veces la importancia en un mensaje no solo está en lo que se dice, sino en cómo se dice. La Real Federación Española de Fútbol explicó por todos sus medios que Hierro dejaba de ser director deportivo de la entidad, pero para hacerlo no se limitó a un título enunciativo sino que utilizó una construcción alambicada y con mensaje añadido en la forma. "Fernando Hierro y la RFEF comunican que, pese a tener contrato en vigor como Director Deportivo, declina seguir en el cargo". No es una frase simple, todo lo contrario, y busca exponer una cordialidad y enfatizar el hecho de que la decisión no es traumática. El nuevo departamento de comunicación, llegado de la política, y la neolengua.

Se despide un director deportivo -y seleccionador- en una mañana de domingo, en pleno verano, con el Mundial aún por concluir y sin conferencia de prensa conocida para exponer los motivos de lo que, al final, es una ruptura. Más o menos amistosa, con mejor o peor forma, pero una ruptura. El comunicado es elogioso con el técnico, incluso cercano, de un modo no muy diferente al que lo fue Rubiales con Lopetegui en la comparecencia en la que le destituyó, hablando de los valores deportivos y humanos del profesional pero, finalmente, anunciando el fin de este camino. Hierro, como le ocurría a Lopetegui, nunca fue del equipo del nuevo presidente sino parte de la herencia recibida, término muy común en política y algo extraño para una federación que llevaba 28 años bajo la misma batuta.

La relación era profesional, pero distante. Rubiales no lleva ni dos meses en el cargo y tampoco tenía espacio para maniobrar en la parcela deportiva con el Mundial de Rusia echándose encima. Hierro y Lopetegui eran de otra época, y la transición a lo nuevo fue dura desde el primer día, especialmente para el director deportivo. Porque a los pocos días de llegar Rubiales, Hierro vio como uno de sus principales apoyos en la casa recibía la rescisión de contrato. El nuevo presidente atacó como prioridades las áreas de comunicación y márketing, y en esta última cayó su director, Vicente Casado.

No le gustó nada a Hierro ese movimiento, pues en Casado tenía un amigo y, de algún modo, un aliado. Ambos se conocieron en el Málaga del jeque, cuando aún tenía dinero y proyecto. El de Vélez era director deportivo, Casado director general y ambos congeniaron mucho y trabaron amistad. Que Rubiales decidiese, sin mucha consulta, destituir al dirigente, escamó a Hierro. Por el hecho en sí y también por el mensaje que se mandaba sobre la institución y la valoración de las capacidades profesionales de los ejecutivos.

Porque además Casado, como le ocurría al propio Hierro, no era producto del villarismo sino de la etapa posterior, con Larrea, en la que se vivió una transición 'light' con la entrada de algunos ejecutivos que, se creía, tenían prestigio suficiente para ser de consenso. Casado, antes de desembarcar en la federación, había sido jefe de relaciones externas de La Liga -no terminó amigablemente con Tebas-, director general del Málaga, directivo en el master de tenis de Madrid y, antes, en Francia, responsable de la fundación Platini y jefe de proyecto de Le Tour de France du Sport Populair.

La sustitución, a los pocos días de llegar Rubiales a la oficina llevó al cargo a Rubén Rivera, que previamente había trabajado con el nuevo presidente en AFE y había activado el patrocinio de la Copa Coca Cola, pero al que fuentes conocedoras del sector señalan como un perfil inferior al de Casado que hasta este momento no había tenido responsabilidades de esta altura. Es más, se llegó a especular sobre la posibilidad de que llegase un jefe de departamento por encima de Rivera, pero no llegó a aparecer. Al menos no de momento.

Aquello escamó a Hierro que tomó distancia desde el primer instante. Claro que, del mismo modo que le ocurría a Rubiales, el entonces director deportivo tampoco tenía tiempo para cambiar demasiado las cosas. Llegaba el Mundial de Rusia y, con él, el terremoto de Lopetegui. Hierro, como cualquier otro engranaje de la federación, vivió el proceso con estrés, como no puede ser de otro modo cuando la concentración previa al gran evento cuatrienal salta de repente por los aires. A Hierro no le gustó la decisión de Lopetegui ni la manera de llevar a cabo el anuncio, y de aquello quedó constancia en unas imágenes televisivas en las que el director deportivo reprendía al entrenador.

Aceptó la decisión del presidente y tomó las riendas de un banquillo que, solo unos días antes, no veía como suyo. El Mundial salió como salió y desde el mismo momento en el que acabó, en los penaltis contra el anfitrión, se asumió que no seguiría como entrenador. Lo otro, la dirección deportiva, no estaba asegurado, pero ni él quería seguir ni Rubiales pretendía mantenerle, pues no es uno de los suyos y en poco más de un mes la convivencia ya había tenido los suficientes altibajos como para pesar que esa entente no podía ser cordial.

El vodevil de estas semanas ha tenido, además, una consecuencia inesperada en la federación, y es que Luis Rubiales tendrá las manos libres para hacer suyo el proyecto deportivo. Porque desde el principio tuvo claro que podría cambiar, y cambiaría, toda la estructura institucional, comunicativa y comercial, pero en principio los contratos señalaban que Lopetegui seguiría al menos dos años más, como de hecho ambos rubricaron al desembarcar el nuevo presidente, y que Hierro se mantendría supervisando el área deportiva. Ahora podrá aspirar a otros nombres que sean propios y no heredados.

Este lunes hay junta directiva de la federación y, en teoría, se analizarán nombres para los dos puestos que han quedado vacantes. La planificación deportiva de estas instituciones se ha demostrado imprescindible. Antes, hace años, era solo tener un seleccionador, pero de un tiempo a esta parte equipos como Alemania, Bélgica, Francia o Inglaterra, así como la propia España, han demostrado que todo funciona mejor con una estructura sensata que trabaje el conjunto de las categorías y acomode a los jugadores a la selección. Con un modo racional de hacer las cosas, el que ejerció Hierro en su primera etapa en la casa, el camino al éxito es más sencillo. Buscarlo es competencia de Luis Rubiales, que no tenía pensado este cambio pero se lo ha encontrado por el camino.