Antonio Blanca
Peor que el “corralito”, y para colmo de males con el ídolo, el “Dios” del país de la plata, Diego Armando Maradona, transformándose lentamente en un ángel caído, un ídolo con banquillo de barro, un tótem subido al Olimpo de los Dioses y que puede quedarse sin pedestal. La catástrofe se cierne sobre uno de los países clásicos en el mundo del fútbol. El cisma de Sudamérica, se podría titular el episodio tétrico por el que pasa el país americano, inmerso en una profunda crisis a nivel económico, rayando el umbral de la pobreza entre multitud de nacionales, y que ahora, ven atónitos, como su emblema más reseñable, su selección de fútbol, la albiceleste, Argentina puede realmente quedarse apeada del Mundial.
Significa tanto el fútbol para ese país, que ni la penosa situación en muchísimos niveles de la vida económica y social tan desastrosas en la que están inmersos, llega a preocupar como lo hace la posible ausencia argentina en Sudáfrica 2010.
Si Argentina faltara al Mundial de fútbol, su ausencia sería muy notable, no estaría en la máxima cita del fútbol una de las principales favoritas a hacerse con el entorchado de oro, y con ello, uno de los mejores jugadores del mundo, Messi, vería afectada su trayectoria profesional como futbolista, así como la de Maradona (no creo que le importe en demasía), entrenador nacional, adorado y querido hasta límites inimaginables por sus compatriotas, un gran futbolista, que nada tiene que ver con su aspecto personal, con escasa calidad humana, y que a nivel de conocimientos como entrenador está mostrándolos muy deficientes (convocar a Palermo o Verón, jugadores ya en declive para jugarse la vida es muy clarificador).
Su Argentina es torpe, lenta, sin gol, ofuscada en la creación, y feble en la retaguardia. Vamos un equipo tan fácil de disolver como un azucarillo en un tazón de café, por muy dulce que sea. Hay jugadores, hay mimbres y buen material, pero hay que tener conocimientos técnicos y tácticos, para poder crear algo bueno. Y evidentemente Diego Armando Maradona carece de ellos, y está conduciendo a Argentina al precipicio, y aún así, hay muchos que allí siguen con una venda en los ojos. No hay más ciego, que aquél que no quiere ver. Argentina es un ejemplo histórico de ello.
