lunes, 7 de septiembre de 2009

¿Y SI MESSI Y RONALDO NO ESTUVIERAN EN SUDÁFRICA?

Derrota de la Argentina de Maradona en casa ante su máximo rival Brasil por 1-3, la Portugal de Queiroz y Cristiano naufraga empatando ante Dinamarca

Antonio Blanca

Parece mentira pero no. Los dos mejores futbolistas del mundo, los más espectaculares, los más mediáticos, el actual Balón de Oro y su más que probable sucesor, podrían ver el próximo Mundial de Sudáfrica desde el televisor de su casa si finalmente sus respectivas selecciones no reaccionan a tiempo o la suerte no les acompaña. Messi y Cristiano están tan cerca de perder el visado para Sudáfrica como del precipicio, porque de no acudir al Mundial, su imagen se deterioraría como una hoja en otoño.

Lo cierto es que Portugal está en una situación más compleja que Argentina. A falta de tres jornadas para el final, Dinamarca (prácticamente clasificada) manda en el Grupo 1 con 17 puntos, seguido de Hungría con 13, Suecia con 12 y Portugal con 10. Si los de Queiroz quieren mantener la esperanza de ir a Sudáfrica, deberán ganar el miércoles a Hungría en Budapest (partido clave), posteriormente duplicarle la dosis a los húngaros en casa, ganar a Malta en tierras lusas y esperar a que Dinamarca pierde uno de sus tres encuentros, aunque el único partido que se antoja complicado para los daneses es frente a Suecia en Copenhague.

En resumidas cuentas, Portugal depende de los resultados de sus rivales y no de ella misma. La prensa portuguesa, después del catastrófico empate a cero frente a Dinamarca este fin de semana, reprendió tanto a su selección nacional como a su máximo ídolo. “Cristiano Ronaldo es el espejo de la desilusión portuguesa”, afirmaba el rotativo deportivo A Bola. Y es que la sensación que se vive en Portugal es de decepción, de tragedia, de que el Mundial es inalcanzable y de que ni Cristiano Ronaldo, el mejor jugador del mundo según los especialistas, será capaz de rescatar a los lusos de caer por el precipicio.

No más fácil pero sí menos difícil lo tiene la Argentina de Leo Messi. Los de Maradona son cuartos a falta de tres partidos (cabe acentuar que la FIFA otorga cuatro lugares directos para el Mundial en las eliminatorias sudamericanas y el quinto va a la repesca). Brasil, ya con pasaporte para el Mundial va primera con 30 puntos, le sigue Chile con 27, Paraguay con 27, Argentina con 22, Colombia con 20, Ecuador 20, Uruguay y Venezuela con 18, Bolivia con 12 y Perú con 10.

Queda claro que Argentina depende de sí misma, aunque de ninguna forma puede cantar victoria porque los partidos que le esperan no son fáciles, sino peligrosos. El próximo miércoles viaja a Asunción para enfrentarse a Paraguay en lo que será el partido clave y determinante tanto para la albiceleste como para su entrenador, al que le crecen los enanos de par en par. De ganar a los paraguayos, Maradona cogería oxígeno para trabajar con un poco más de tranquilidad. De lo contrario, sus días como seleccionar estarían contados y la selección argentina entraría en barrena.

Luego recibe a Perú (encuentro que no debería ocasionar mayores problemas) y finalmente visita a Uruguay, un clásico tan importante como el Brasil-Argentina en el que además de jugarse un partido se juega el orgullo nacional. De esos resultados dependerá en gran medida la presencia o ausencia de Messi en el próximo Mundial. Cabe destacar que la albiceleste ha perdido tres de los cuatro últimos partidos clasificatorios para Sudáfrica, lo que ha provocado inseguridad, falta de confianza, inestabilidad y que tiene como fin principal derrocar a Maradona antes de que sea demasiado tarde.

Messi y Ronaldo se han quedado sin oxígeno en el fondo del mar. Es difícil pensar que los dos futbolistas más singulares, más atractivos, más dominantes de este deporte llamado fútbol no estén en un Mundial. Si hablásemos de dos selecciones inferiores, de poca experiencia, de nula historia, podría ser comprensible, pero hablando de Portugal y Argentina, dos escuadras que aportan al balompié mundial decenas de grandes jugadores cada década, y encima cuenta con los dos “cracks” más desequilibrantes del momento, parece más bien una película de ficción en vez de un documental que puede marcar época. De cumplirse el maleficio, las consecuencias a nivel económico y de “merchandising” podrían ser cuantiosas.