El
Madrid le endosó un set al Málaga en la noche en que Ozil y Modric brillaron y
Cristiano Ronaldo demostró el amor hacia los colores que viste
Antonio Blanca
El
Mou’s eleven retrasó por lo menos cuatro
días, el alirón del Barcelona tras bañar al Málaga en el choque adelantado y
perteneciente a la jornada 36º. 6-2, un set, para hacer honor al Open de Madrid
que se disputa en estas fechas. Al equipo de José Mourinho le bastaron los
cuatro goles de la primera mitad para alejar al cuadro andaluz de Europa y
celebrar su victoria liguera número 1.000 ante su afición. Una afición que
ovación a Iker Casillas (lógico) y a Manuel Pellegrini (memoria feble del
respetable, ¿quién no recuerda la grandísima temporada del chileno?) y pitó a “Mou”
(un sector, ilógico, no todo el campo como se quiere vender).
El
conjunto blanco no sucumbió al match ball
y el Barça, que en caso de empate o derrota ante el Málaga le hubiese
arrebatado hoy la corona de la Liga desde el sofá, tendrá que esperar al final
de semana para terminar los deberes. Ahí ya dependerán de sí mismos, venciendo
en el Calderón, se harán con el título.
Los
jugadores dejaron a un lado los asuntos personales y pronto dieron señales de
querer retrasar la fiesta blaugrana. Se demostró que hay más unión dentro de la
desunión que se quiere vender por activa o pasiva.
A
los dos minutos, Albiol revivió sus mejores tiempos al recibir un balón desde
la esquina y batir a Caballero con un gran remate de cabeza. Pero el Málaga,
equipo que dio pie al declive madridista en Liga allá por el mes de diciembre,
no iba a quedarse de brazos cruzados. Cumplido el primer cuarto de hora, otra
jugada a balón parado iba a mover el marcador del Bernabéu. Esta vez, Santa
Cruz recogió un balón interceptado por Lugano y, completamente solo, no falló
ante Diego López.
A
raíz de ahí, el Real Madrid quiso olvidar los fantasmas del pasado y buscó con
ahínco la meta de Caballero. Cristiano Ronaldo se mostró irreconocible cuando
primero falló un gol cantado desde el punto de penalti y, después, desperdició
una pena máxima cometida por Sergio Sánchez (acción que le costó la roja
directa) enviando el esférico al centro de la portería.
Sin
embargo, a los pocos minutos pudo enmendar los dos errores anteriores con un
tanto de falta directa. Con todo el Málaga metido en su área, el portugués
envió la pelota al único hueco que quedaba para firmar su gol 200 con el Real
Madrid y acabar siendo coreado por toda la grada. Él respondió con una
celebración tocándose el escudo y señalando el césped del coliseo de Concha
Espina, como queriendo decir aquí me quedo, esta es mi casa. El astro portugués
hasta ya luce el brazalete.
Pero
ahí no iba a acabar el festín blanco, que se aprovechó de la debilidad de un
Málaga con diez para matar al enemigo antes del descanso. Rebasada la primera
media hora de juego, Özil dejó su huella en el tercero de los madridistas. El
conjunto de Chamartín condujo una contra de forma magistral y Cristiano le
cedió un genial pase al alemán, que dejó sentado a Antunes antes de fusilar a
Caballero quien, lesionado, tuvo que dejar más tarde su hueco a Kameni.
A los tres minutos de este nuevo mazazo para el Málaga, Antunes, desde el borde
del área, se inventó una rosca imparable para Diego López, sin duda, un tanto
que alimentaba la esperanza del Málaga. Pero poco antes de cumplirse el primer
acto, Benzema bajó de las nubes al Málaga con el cuarto gol de la noche, un
regalo de Cristiano Ronaldo, que le cedió el balón con generosidad al francés
cuando tres jugadores del Madrid se plantaron solos en el área chica.
Casi
como si se jugara la vida, el Madrid continuó mordiendo en la segunda mitad,
cuando dispuso de más de una ocasión clara para hundir al conjunto de Manuel
Pellegrini, quien no esperaba que el guión se torciera tan rápido. No obstante,
aún tendría que sufrir algo más el 'ingeniero' en este periodo.
Antes
de marcharse al vestuario para dejar su hueco a Di María, Modric también quiso
participar en el festín de goles. El croata protagonizó una bonita pared con
Benzema y, desde la frontal del área, envió el balón al fondo de las mallas.
Para
más inri, Demichelis dejó a su equipo con nueve cuando vio la segunda amarilla
a falta de quince minutos para el final. Cuando todo parecía concluido y la
afición ya desfilaba del estadio, Di María anotó el sexto y redondeó una noche
mágica para el Madrid, donde la única nota negativa fue la lesión de Özil, que
me marchó en camilla y despertó las dudas sobre su presencia en la final
copera.