domingo, 7 de junio de 2015

CULMEN A MEDIO AÑO DE ENSUEÑO

Jordi Grimau

Londres, París, Roma, Londres de nuevo y, por último, Berlín. Cuatro ciudades que significan Liga de Campeones para un equipo: el FC Barcelona. La fecha de esta última conquista no podía ser más clara, 6 de junio, al igual que el Día D. Aunque en esta ocasión los alemanes actuaron de testigos y fue la ‘vechia signora’ la que claudicó ante los embates de un Barcelona liderado por Messi.

Tan sólo hicieron falta poco más de 180 segundos para que el FC Barcelona lograra enlazar su primera jugada tras un comienzo algo tortuoso en el que no terminaba de salvar la presión italiana en el momento de sacar el balón en corto desde la portería. Una espera breve, pero que sirvió para dejar claro el dominador del partido en cuanto tuvo oportunidad.

Rakitic, que hace un año levantaba la Europa League con el Sevilla, fue el encargado de culminar una jugada de oro para llevar el primer tanto al marcador. Messi, de director de juego, abrió el balón a la banda izquierda, donde Neymar se inventa un pase al interior del área donde llegaba Iniesta, que en lugar de tirar, vio de reojo cómo se acercaba Rakitic en una posición más centrada. El albaceteño, que tras una temporada gris pareció esperar al último partido para sacar su mejor versión, sacó la varita y asistió al croata. El Barcelona, de la manera que mejor conoce, golpeaba primero (0-1, m. 3).

Con la tranquilidad que daba el 0-1, el equipo azulgrana protagonizó quince minutos de escándalo. El campeón de Italia quedó encerrado en su campo y trató como buenamente pudo de anular el peligro que se le vino encima. Como si de un pinball se tratara, Messi jugaba desde el centro a mandar la pelota a la izquierda o a la derecha, para que con combinaciones y paredes veloces, las ocasiones se sucedieran una y otra vez aunque sin fortuna de cara al gol, con Buffon demostrando su excelente forma a sus 37 años.

Un Vidal algo pasado de revoluciones vio la amarilla en el minuto 10 tras demostrar ser merecedor de ella en varias ocasiones anteriores. No fue hasta el 18 cuando el equipo blanquinegro empezó a respirar gracias a los contraataques.

Morata, el más peligroso de la Juventus este sábado, trató de sacar provecho del punto débil de los de Luis Enrique. La salida de balón se le seguía atragantando al Barcelona y sus repetidos fallos dieron vida a sus rivales.

Cerrando ya la banda izquierda por donde había sufrido sus mayores peligros, la Juventus calmó el frenesí azulgrana y trajo algo de calma al partido, beneficiado por un Barcelona más relajado con la confianza que le daba el marcador.

La tranquilidad aguantó hasta poco antes del descanso, cuando Suárez decidió despertar a los suyos con una jugada personal que acabó en un tiro lejano raso que se marcho por poco. Justo antes de que el árbitro certificara la conclusión de la primera mitad, el Barcelona volvió a contar con una doble oportunidad. El segundo gol, el que le diera la tranquilidad total, se resistía.

Los avisos antes del paso de vestuarios se mantuvieron al regreso. El Barcelona regresó aún con más energía y no dejó a la Juve acomodarse. Los azulgrana volvían a perdonar con un cinco contra tres a la contra salvada por Buffon tras chut de Suárez. El golpe desperezó a los de Allegri, que fueron tomando más control del balón, culminando su resurgir con el empate en el 54.

Morata, protagonista indiscutible de este final de temporada Juventino, volvió a aparecer para cazar un rechazo de Ter Stegen tras un remate a la media vuelta de Tévez. El gol del español encendió un nuevo partido, un ida y vuelta constante donde el gol podía caer desde cualquier lado. Hasta que uno de los 22 jugadores sobre el césped decidió acabar con el partido.

Lionel Messi cogió un balón en el medio y, más que conducir el contraataque, decidió convertirse en un ariete que iba dejando a un lado y otro a aquellos blanquinegros que osaban amagar con hacerle una entrada. El argentino se plantó en el interior del área y chutó. Pero se encontró , otra vez, con Buffon. Sin embargo, Suárez, que acompañó la jugada en todo momento, decidió, más que pedir el balón, acudir al probable rechazo. Acertó.

Corría el minuto 67 y el uruguayo, adelantándose a un Evra que no supo qué hacer, mandó el balón al fondo de la portería. La quinta, otra vez, volvía a estar al alcance de la mano. Sin embargo, la Juventus no iba a dejar que fuera un camino de rosas.

El equipo italiano no se amilanó con el marcador en contra y siguió luchando por el ansiado empate, aunque ya más desordenado y permitiendo nuevas contras azulgranas, resueltas con un gol anulado a Neymar por ayudarse de la mano y otro 5 contra 3 desperdiciado por un resbalón de Jordi Alba.

Luis Enrique necesitaba control y para esa misión tenía en el banquillo al jugador perfecto. Xavi dio relevo a Iniesta en el 76 para volver a gestionar el dominio del esférico. El elegido como mejor jugador del partido daba paso al gran capitán, que dispuso de poco más de quince minutos no como premio a su adiós sino para ofrecer lo que ha sabido hacer a lo largo de sus 17 años defendiendo el escudo: control y tempo.

Allegri daba entrada a Pereyra y Llorente por Vidal y Morata, pero la nueva estrategia italiana se acababa en el área, donde Mascherano y Piqué abortaban cualquier peligro, algunas veces con más fortuna que oficio.

Los cinco minutos de añadido acabaron, después de una sucesión de casi lesiones de Evra o Suárez, que se marchó cojeando para dar entrada a Pedro, con la guinda ofrecida por Neymar. El brasileño, algo desacertado a lo largo de los noventa minutos, encontró el hueco cuando la Juventus se rindió y cerró la final con un tanto de tiro cruzado para el definitivo 1-3. Un gol como pitido final, la conclusión perfecta para que el duelo de Berlín acabara con Xavi levantando la quinta Liga de Campeones de la historia azulgrana.