Entretenido
choque en el Santiago Bernabéu entre el Madrid y el Borussia que llevó a los de
Zidane a igualar el récord de partidos sin conocer la derrota del Madrid de la
Quinta del Buitre
Antonio Blanca
El
poderío de Pierre Emerick Aubameyang anuló la reivindicación de los señalados
Karim Benzema y James Rodríguez, guió al Borussia Dortmund a un empate (2-2)
que permite a Zinedine Zidane igualar el récord de 34 partidos invicto, pero
que deja a su equipo en el segundo puesto del grupo.
Un
delantero que sueña con jugar en el Real Madrid se exhibió en el Santiago
Bernabéu para igualar con un tanto y una asistencia dos tantos de desventaja.
La historia del conjunto madridista en la Copa de Europa le impide jugar con
especulaciones y menos aún ante su afición. El duelo de altura que decidía el
grupo era un buen escenario para mandar un mensaje y jugó sin calculadora.
Sorprendió
Zidane con la inclusión de James en el once horas después de admitir que era un
problema. El colombiano encajaba a la perfección en su idea de partido ante un
Dortmund de gran personalidad que saldría por el balón. Liberado con el pase a
octavos certificado y viendo el nivel de los rivales, quedes primero o segundo,
salió a disfrutar.
La
defensa alemana de cinco en fase defensiva, con la inclusión de Weigl como
tercer central, marcaba una línea muy adelantada. Un regalo para un Cristiano
con ansiedad por sus ganas de brillar. Quejoso desde el primer minuto. Los
balones en largo a la espalda de la zaga rival fueron continuos con la
modificación del sistema de Zidane. El equilibrio aumenta bajo un 4-4-2 con
Lucas Vázquez y James en bandas. Pero sobre todo por el regreso de Casemiro. No
se cansó de robar y de jugar con criterio mientras le duró el físico.
El
duelo estaba planteado entre dos equipos que apostarían por un fútbol directo.
Aún más vertical de lo habitual el madridista, gustándose de primeras en
acciones veloces en los últimos metros. Enganchando a sus seguidores con fases
de buen fútbol. Sostenido en defensa por un imperial Varane.
El
examen sobre Benzema planeaba en el Bernabéu. Su displicencia del Clásico le
hacía estar en el punto de mira y comenzó perdonando. Cristiano asistió en
velocidad y el remate del francés, centrado, lo sacó Weidenfeller. Lucas eléctrico
y James voluntarioso intercambiaban bandas. El Real Madrid funcionaba.
Solo
le faltaba el gol al equipo de Zidane y James tenía la más clara. Lucas medido
a Cristiano que pisó el balón antes de asistir al colombiano que chutó de
derecha sin poder superar la salida del portero. No pasaba un minuto cuando de
nuevo lo intentaba desde la frontal del área, ahora con su pierna buena, la
zurda, tras la conexión de primeras de Marcelo y Benzema.
El
Real Madrid jugaba con libertad porque los errores en la transición los
corregía Varane. Y así llegó el tanto, con un pase magistral de Carvajal que
podría ponerse en las escuelas para defensas. Con todo a su favor Benzema
empujaba a la red.
Por
si algo faltaba en la coctelera, Keylor Navas recuperaba su cara salvadora con
dos paradas en un minuto. Una pérdida de James permitió a Dembelé generar
desequilibrio y asistir a Pulisic, que no encontraba la forma de superar al
costarricense con su disparo cruzado. Segundos después dejaba la parada de la
noche en una estirada gatuna a una falta que se coló entre la barrera y además
botó en el césped para complicarse aún más.
Zidane,
que en la segunda mitad mostraría su versión más enfadada en la banda,
comenzaba a torcer el gesto en un contragolpe cuatro contra dos que desperdiciaba
el conjunto alemán por un pase final con excesiva fuerza de Castro. Le esperaba
una buena dosis de sufrimiento en la reanudación.
El
Real Madrid se desplomó. Perdió el balón y reculó metros confiado en sentenciar
al contragolpe. Perdió el centro del campo y la solidez, a merced de un
Dortmund que fue creciéndose según sintió tener más opciones. Dembelé perdonó
tras ver como ninguno de los cuatro rivales que le perseguían le entraban. Su
disparo se marchó rozando el poste en la acción que confirmaba el cambio de
tendencia.
Pasaban
segundos cuando Pulisc apuraba la banda derecha y Castro perdonaba con todo a
placer para marcar. La pegada del Real Madrid debía reaparecer y lo hizo
aprovechando un desajuste defensivo de Bartra. Cristiano asistió a Benzema que
perdonó el mano a mano. No le dio tiempo a lamentarse cuando encontró un pase
con rosca medido de James desde el costado izquierdo, que cabeceó a la red.
Ganaba
2-0 el Real Madrid y Zidane se desgañitaba en banda. Veía a su equipo sin la
tensión defensiva necesaria. El castigo llegaba a la hora de partido.
Aubameyang ya había dejado muestras de su calidad mezclando calidad y
velocidad. Ganaba la posición a los centrales y remataba a placer el centro de
Schmelzer tras tirar mal el fuera de juego la zaga madridista.
Buscaba
recuperar el equilibrio perdido Zidane con el regreso de Kroos por un cansado
Modric, pero nada hacia efecto. El Dortmund ya estaba lanzado y Aubameyang
comenzaba perdonando. Su error costaría caro en una noche inspirada de Cristiano,
pero el portugués no tuvo su partido. Un latigazo desde la frontal con camino a
la escuadra lo sacó en una gran estirada el portero rival y la más clara la
estrelló en el poste en el mano a mano.
Quedaban
dos minutos para el final cuando el Real Madrid recibió de su propia medicina.
Nadie estaba en condiciones de igualar la velocidad punta de Aubameyang y Reus,
suplente por su resfriado, firmaba el empate que deja al equipo de Zidane
segundo de grupo pero con el Juventus como rival más peligroso de un sorteo que
será el mundo al revés.