jueves, 14 de diciembre de 2017

ESPERPENTO BLANCO

Partido surrealista el jugado por el Real Madrid ante el Al Jazira en el que un tanto de Bale a menos de diez minutos para el final solventó el desaguisado

Antonio Blanca

 ¿Puede un campeón de Europa estar a punto de perder ante un equipo invitado de Emiratos Árabes Unidos? ¿Puede un equipo con el 76 por ciento de posesión, chutar 36 veces, 14 de ellas entre palos considerar una victoria sufrida? La respuesta a estas preguntas es sí y el Real Madrid se ha encargado de demostrarlo con su actuación ayer miércoles en la segunda semifinal del Mundial de clubes. Con los tantos de Cristiano Ronaldo y Bale en la segunda mitad, los blancos remontaron al Al Jazira para acabar 2-1.

El equipo emiratí llegó a estar incluso 2-0 durante unos breves instantes, lo justo para que entrara el VAR en acción y viera el fuera de juego en un error tonto de los locales cuando tenían todo a favor para hacerlo de manera legal. Antes, en la primera mitad, el sistema de videoarbitraje se usó también para anular el que hubiera sido primer tanto del partido y del Real Madrid.

Lo curioso del caso es que el Real Madrid, que salió sin dejar demasiados titulares en el banco, acosó y acorraló al Al Jazira. La figura del cancerbero Ali Khsaseif emergía hasta casi convertirse en héroe nacional. Paradas de todos los colores y formas para evitar el gol de los blancos. Un Madrid que, confiado, ponía a todos sus efectivos en labores de ataque confiando en su superioridad.

Ese orgullo blanco fue el que acabó condenándole. Uno de varios errores graves en un balón despejado en campo contrario, sumado a una retaguardia vacía, dejó el camino despejado para que, en un contraataque regalado, Romarinho lo culminara batiendo a Navas con un elegante gesto para deshacerse de Varane. El único tiro entre los tres palos del equipo anfitrión se convertía en gol. Zidane asistía incrédulo desde la banda al despegue en el marcador de su rival poco antes de llegar al descanso.

La sorpresa de verse 0-1 debió ser tal, que el susto siguió hasta después de la reanudación. En otro vacío descomunal a su espalda, el Al Jazira se vio con un dos contra uno en área rival y con el defensa más cercano cinco metros por detrás. Un regalo así no se suele desperdiciar, pero los nervios hicieron que el balón fuera entregado a un compañero adelantado por escasos centímetros, lo justo para que lo captara el VAR y permitiera descender las cejas de Zidane a su posición original después de elevarse viendo la bomba deportiva que estaba sucediendo en el campo.

No fue hasta el minuto 53 cuando llegó la primera toma de aire en forma de empate. Dos minutos después de que Khaleif, el portero que todo lo para, se tuviera que ir del partido lesionado, su aura incorrupta no fue compartida por su sustituto, Housani, que cedió ante un tiro cruzado de Cristiano Ronaldo dentro del área.

El monólogo seguía siendo escandaloso, pero los blancos seguían perdiendo claridad una vez se internaban en el área o les llegaba alguno de los incontables balones aéreos desde las bandas. La puntería, que parecía recuperada ante el Sevilla, volvía a estar en situación de busca y captura.

A menos de diez minutos del final, el marcador seguía siendo 1-1. Zidane usaba su último cambio para dar entrada a Bale en lugar de Benzema. Al galés le bastó su primer toque, tras un pequeño toma y daca dentro del área del Al Jazira, para sumar el 2-1 definitivo y alejar al fantasma de las navidades futuras que estaba a punto de arruinar la fiesta blanca. El Real Madrid tendrá la oportunidad de resarcirse del esperpento el sábado ante el Gremio para luchar por mantener el parche de campeón del mundo en la camiseta un año más.