De
nuevo el club culé mete la pata en los despachos y queda expuesto a una posible
sanción de la FIFA
Antonio Blanca
El
Barcelona no da una a derechas. Al menos a la vista de todo lo que está
sucediendo este año. Toca jugadores por detrás, como hacen todos los clubes del
mundo, pero algo falla cuando ya son tres clubes los que han denunciado ante
FIFA a la institución que preside Josep María Bartomeu. El último en entrar en
acción ha sido el Atlético de Madrid, con Griezmann en el centro de la diana.
En
plena vorágine de rumores sobre fichajes, el Barça empezó a mover sus hilos y
lo hizo de la manera más desacertada posible. Lo primero que se produjo en su
entorno no fue ni la salida de Neymar ni el fichaje de Paulinho, sino una
denuncia del Santos. El club culé se mostró interesado en Lucas Lima,
centrocampista del club 'Peixe', pero fuera de la legalidad. El Santos denunció
"acoso" por parte del Barça a su jugador, con el que contactó antes
de poder firmar un contrato libre, ya que Lima acababa contrato este 31 de
diciembre. De hecho, Lima acabó firmando un precontrato posteriormente con
Palmeiras, al que se incorporará en enero.
Es
que hace apenas un par de semanas se produjo otro lío en Brasil. El Gremio,
reciente subcampeón del mundo, también denunció ante la FIFA al club azulgrana
por establecer contactos con su futbolista Arthur, con el que miembros de la
directiva azulgrana se fotografiaron en Barcelona mientras el jugador, en ese
momento lesionado de gravedad, lucía una camiseta del Barça. El propio Robert
Fernández, director deportivo, se inmortalizó con él, como si no pasara nada.
El
Atlético de Madrid estaba obligado a la vista de la torpeza cometida por
Guillermo Amor este pasado domingo. El portavoz del club blaugrana, lejos de
taparse, dio a entender que Griezmann está entre los objetivos del club. Más
que eso, no negó un contacto directo con la familia del delantero. Muy dolido
por este hecho, sintiéndose menospreciado claramente, la entidad rojiblanca no
ha dudado a la hora de denunciar el caso ante la FIFA. Las consecuencias están
por ver... ¿una nueva sanción?