José Antonio Moya
El Sevilla afrontó este martes uno de los días grandes de su
historia. La posibilidad de acceder a los cuartos de final de la Liga de
Campeones después de sobrevivir a Old Trafford y al Manchester United marcaría,
sin duda, una página dorada en su centenaria trayectoria. Para lograrlo debía
hacer bueno el 0-0 de la ida, buscando amortizar el valor doble de los goles a
domicilio y, en definitiva, no convertir el puñado de disparos fallados en el
Pizjuán en una losa. Así, Montella dispuso a su once de gala, sólo mermado por
la baja de Jesús Navas. Mercado ocuparía el lateral y Kjaer entraba en los
titulares.
El central danés protagonizaría un error a las primeras de
cambio. El sistema de Mourinho, un 4-2-3-1 plagiado a los visitantes en el que
acumulaba el talento de Alexis, Lingard, Rashford y Lukaku, jugaría al pelotazo
si los andaluces presionaban, y lo hicieron desde el primer minuto. De hecho,
antes de cumplirse el segundo 60 Kjaer perdió un cuerpeo con Lukaku en el pico
del área propia. El delantero belga hizo bueno el balón rudo que propulsó su
zaga, trazó una pared con Lingard y envió su derechazo fuera del arco defendido
por Rico. Ese precoz fogonazo supuso una declaración de intenciones.
Mou, que dejó en el banquillo a Mata, Pogba y al defensivo
McTominay, ordenó emboscar a Banega para neutralizar el juego en estático
hispalense y sus pupilos salieron a verde con un nivel de intensidad mayor.
Lenglet salvaría a los suyos al ganar la partida a Lukaku cuando el corpulento
punta se disponía a rematar un centro -minuto 6- y Rico repelió el chut
inaugural de Alexis Sánchez desde la frontal -minuto 7-. Pero cuando los
sevillistas se veían más acuciados comenzaron a afinar el pase y a crecer con
la posesión, tanto en vertical como en horizontal. Apostaron por la clase y
N´Zonzi, Banega, Escudero, el 'Mudo' Vázquez y Sarabia se asociaron para
mostrar su personalidad.
Producto de este golpe sobre la mesa arribaron un par de
transiciones punzantes sobre la meta de De Gea. Vázquez, Correa y Muriel lo
probarían hasta cuatro veces, una de ellas peligrosa. Fue en el minuto 10,
cuando el delantero argentino cabeceó por encima del larguero un córner botado
por Banega. Se atravesó el primer cuarto de hora con las cartas destapadas: la
retaguardia inglesa era una línea a explotar por su debilidad. Si el Sevilla se
mantenía concentrado para ejecutar una seria cobertura anti aérea en fase
defensiva y combinaba con precisión, el esquema británico se partiría y dejaría
espacios. El 'Mudo' Vázquez remarcó esa percepción con un zurdazo a las nubes
en el minuto 16.
La dureza de la cintura de Matic y Fellaini, los
mediocentros destructores dispuestos por el United, constituiría el riesgo
capital del planteamiento especialmente ofensivo de los 'Red Devils'. No sólo
se habia negado a encerrarse el conjunto español ante el ardor anatómico y
posicional local, sino que en el 20 de juego gobernaba las sensaciones, el
tempo y el cuero. El escuadrón que viaja en la segunda plaza de la Premier
League quedó abocado al envío vertical y la contra, pues le faltaba calidad en
su medular para sacar la jugada de forma asociada. La solidaridad de esfuerzos
visitante convirtió el centro del campo del Manchester en una línea a omitir.
El fruto fue la transacción, definitiva, del timón en favor del Sevilla.
Un relámpago conducido por Correa y Sarabia, y rematado con
un zurdazo desviado de Muriel -minuto 28-, constató la placidez visitante.
Banega y N´Zonzi mandaban, retrasando a los locales hasta un achique intensivo
en campo propio. Pero Marcus Rashford, casi único elemento desequilibrante de
los ingleses, recordó la potencialidad de su talento y el de sus acólitos con
un fino pase a la espalda de los centrales sevillistas que salvó Lenglet,
providencial, cuando Lukaku quedaba en mano a mano con Rico. La perla de
Inglaterra levantó la autoestima de su vestuario y de la tribuna, subrayando
que el libreto de su entrenador casi preponderaba ceder la iniciativa y
especular, esperando el hueco para morder.
Muriel repetiría intento, a las manos de De Gea, como
reacción a la enésima reproducción de la fórmula prefrida por el ataque inglés:
centro de Young desde la izquierda y pelea de Fellaini, Lukaku y Rashford para
generar una segunda jugada. Y el espigado mediocentro belga perdonaría una de
las escasas llegadas por el caude de la combinación rasante. Estrelló su
zurdazo en los guantes de un Sergio Rico atento -minuto 37-. en lo que supuso
el segundo tiro a puerta de los locales hasta el intermedio. Porque el devenir
se tensaría y enfangaría cuando los visitantes descuidaron su monopolio del
balón. Las imprecisiones, coherentes con el repentino acelerón del pentagrama,
confluiría en el descanso. Un zapatazo de N´Zonzi desde larga distancia dio
carpetazo a un primer tiempo con las dos ideas de juego intactas.
Con el fantasma del cansansio sobrevolando a los sevillistas
arrancaría la reanudación con el mismo escenario: pelota para los españoles y
pelotazo para los ingleses. Bailly le robó a Correa el posible 0-1 tras un tres
para dos que Sarabia supo gestar. El ex zaguero del Villarreal despejó la
opción del argentino, que entró en soledad en el área de De Gea -minuto 48-.
Vázquez envió el rechace fuera. Y el United pretendió contestar con una inocua
acción a balón parado y con un centro lateral que pescó Lingard para descerrajar
un derechazo raso que obligó a Rico a estirarse -minuto 52-. El arquero andaluz
volvió a negar a los británico el veneno de su pegada, pero Correa recalcaría
la personalidad de su camarín con un slalom y chut que lamió la madera en la
jugada consiguiente.
Al borde del 60 amagaría el duelo un desamarre táctico que
propició un paisaje de ida y vuelta que benefició a los cuatro puntas del
United. Alexis, Fellaini, Lingard y Lukaku se chocarían ante la zaga y el
portero visitantes y Muriel no pudo anticiparse a Bailly para rematar el pase
de Sarabia -el más iluminado de los suyos, jugando entre líneas-. Ante el
cambio de paradigma, que deshizo el mandato hispalense, Mourinho leyó la
necesidad de sentar a Fellaini e incluir a Pogba. Quería una mejor relación con
el esférico para sangrar la exigencia anatómica del área a área conseguido.
Lenglet seguiría erigiéndose en el jefe del área de los de
Nervión cuando aterrizaban pases verticales.
El francés redondearía un partido
imperial como ancla de la filosofía de Montella. Sin embargo, a menos de media
hora para el minuto 90 se rubricó la mayor ambición de los vigentes ganadores
de la Europa League. Pasó Mou a competir con un 4-3-3 que dejaba a Matic como
islote horizontal en su medular, implementando otra vuelta de tuerca atacante.
Y Rashford, que cambió de banda para trazar diagonales con Mercado como
marcador, refrescó su amenaza con una falta provocada y lanzada desde el pico
del área -minuto 68.
Debía el Sevilla sostener su competitividad y cohesión en el
combate físico y la templanza con la redonda para tragar y domar el mayor ritmo
generalizado. El 'Mudo' Vázquez emitió un centro espinoso que sacó a De Gea de
su quietud -minuto 71- justo antes de que Pogba debutara en el ajedrez con un
zurdazo lejano que se fue desviado por poco. El preparador transalpino sentó a
Muriel para meter a Ben Yedder -seis goles en Champions-. Y el delantero
francés le daría la razón, pues en su primera intervención mandó a las redes la
concatenación de pases quirúrgicos de Banega y Sarabia, para el éxtasis
andaluz. Corría el minuto 75 y los españoles sentenciaron su autoridad.
Los locales dieron cabida a Martial y a Mata con rapidez
-por Lingard y Valencia-, pues habrían de anotar dos goles en una contrarreloj
que examinaba su discreta frondosidad goleadora. Por el contrario, lo que
ocurriría fue el ascenso al olimpo de Ben Yedder. El galo remató su segundo
intento, otra vez, a las mallas. Cazó un córner en el segundo poste, ganando la
posición a Young, para convertir el paradón de De Gea en un ejercicio estético
pero fútil. El cuero acabaría traspasando la línea de gol para significar el
0-2 y el billete a los cuartos de final.
Los locales no bajarían los brazos. Y es que, aunque Lenglet
todavía disfrutaría de un cabezazo desviado sobre el aco de un De Gea que
tendría que parar a Correa y al intento de hat-trick de Ben Yedder, Lukaku
finalmente conectaría un remate acertado, en forma de tijera, que recortó
distancias en el 83. El 1-2 avivó la candela del United y de su público, otrora
congelado. No pudo el Sevilla anestesiar la inercia -entrarían Pizarro y Geis
por Vázquez y Correa- y Rashford rozó el poste con un testarazo en plena
tormenta de centros laterales. Resurgió el ida y vuelta, con el fuelle bajo
mínimos, y De Gea sostuvo a los suyos tapando un cara a cara con Ben Yedder
-minuto 92-. Pero fue más regular el sistema sevillista, con un N`Zonzi
magistral como patrón. Contuvo el respingo postrero ajeno y mereció volver a
casa con una gesta bajo el brazo.