jueves, 22 de marzo de 2018

¿EL FIN DE ÁNGEL VILLAR?

Carlos de Blas

Las elecciones a la presidencia de la Federación Española de Fútbol (RFEF) están programadas para el 9 de abril y, a falta de poco más de dos semanas, los dos candidatos apuran sus opciones de influir en los votantes, la Asamblea General que el CSD (Consejo Superior de Deportes) no pudo tumbar antes de los comicios. Tanto Juan Luis Larrea, presidente interino y opción continuista, y Luis Rubiales, expresidente de la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) se encuentran inmersos en una sucesión de tretas, zancadillas y dobles verdades que puede derivar en el fin efectivo de la era de Ángel María Villar después de más de 30 años del vasco en el cargo.

El proceso se encuentra declinado a favor de Rubiales y eso significaría un cambio clave en el fútbol español: sería la primera vez que Villar, inhabilitado por su implicación en la 'operación Soule', perdiese por completo el trono que para él y su entorno ha sido la presidencia de la RFEF. El hecho sería tan trascendental que, ante la posibilidad real de que esto ocurra, el candidato con mejores datos guarda silencio y con ello presiona a un Larrea que trata de sacar pecho, de morir matando.

El hecho de que todos los miembros de la Asamblea puedan avalar a los dos candidatos ha desvirtuado de alguna manera el indicador claro sobre el devenir de la batalla, pero hay tres verdades casi absolutas: que Larrea presentó 70 avales, que Rubiales presentó 57 y que necesitarán 69 votos para ganar (el seleccionador, Julen Lopetegui, se mantendrá neutral junto a dos ayudantes y dejará el censo en 136 personas en lugar de los 139 miembros de la Asamblea).

A partir de ahí, entran en juego los factores propios de una guerra de guerrillas. La realidad es que Rubiales se siente ganador y Larrea barrunta una posible derrota. Tanto es así que ha pensado en abandonar la pelea antes de las elecciones, pero por el momento sigue batiéndose en duelo. La táctica es la de presionar a votantes potenciales y persuadir a los que flirtean con la opción de Rubiales, a la que se desea poner todos los obstáculos posibles.

El primer gremio presionables es de los árbitros, que poseen 11 votos. Victoriano Sánchez Arminio, jefe del sector y del círculo de Villar y Larrea, va a organizar una comida el mismo día de la votación en la que previsiblemente se instará a elegir al candidato continuista. Se trata de una manera extrema de llevar votos a su mochila y que se acompañará de otras.

El posicionamiento en contra del voto secreto que pide Rubiales para proteger a los votantes, la intención de que se juegue el Villarreal-Athletic el día de los comicios para evitar que Óscar de Marcos acuda a votar y la presión de Javier Tebas (cada uno de los 20 equipos de Primera votan, de los cuales muy pocos, en teoría, se decantarán por Rubiales) son algunas de las estrategias que se encuentran en la lista de Larrea.

Mientras tanto, Rubiales se enfrenta a todas estas escaramuzas intentando erigirse en el protector de los votantes que le han brindado su apoyo en los avales. El objetivo número uno del expresidente de la AFE es que las presiones de Larrea no tengan efecto en sus electores. Su entorno maneja el dato de más de 85 votos y pretende fomentar la mayor participación posible, escenario que le favorece al máximo.

Un importante porcentaje de los avales de Larrea no son preocupantes para Rubiales, puesto que se tratan de votantes que han hecho lo mismo con los dos candidatos para sacudirse las presiones y se muestran partidarios de un cambio total en la RFEF. De ahí que, estima su propia candidatura, Larrea no supere los 40 votos. Sería el principio de una nueva etapa en el fútbol español. Una etapa sin vestigio alguno de Ángel María Villar.