jueves, 7 de abril de 2016

BAÑO DE HUMILDAD Y DE REALIDAD

El efecto del Camp Nou solo duró cuatro días en una noche aciaga del equipo de Zinedine Zidane que no demostró ni compromiso ni intensidad en la única competición en la que le quedan posibilidades

Antonio Blanca

Perdió el Real Madrid en Alemania todo el crédito que había ganado en el clásico del sábado en el campo del eterno rival. Una derrota contra el Wolfsburgo alemán, sin haber marcado un gol a domicilio y con la imagen de equipo deslavazado, apático e inconsistente es un paso atrás importante. Lo de este Real Madrid no tiene explicación. O sí.

Venía de salir por la puerta grande en el Camp Nou, ganar con uno menos y arrollar en los últimos veinte minutos al Barça. Aquí puede estar el problema y es justo decir que lo avisó Zidane el día antes del encuentro: “En fútbol, si te relajas lo pagas caro”. En las caras de los jugadores se vio falta de tensión desde el túnel de vestuarios hasta en el himno de la Champions, en el que Cristiano hizo carantoñas con la cámara. Mal síntoma. Eran mejor las caras de concentración sumida en un respeto reverencial que tenían en los minutos previos del partido ante el Barça. Ahí se vio el síntoma de un Madrid dispuesto a morir por algo. En Wolfsburgo buscaron la fiesta o un partido homenaje por ganar el clásico y se han dado un buen tortazo.

El Madrid hizo un partido ramplón, muy malo. No sirve el consuelo del penalti injusto señalado, que puso en ventaja a los alemanes, amén del dudoso gol anulado a Ronaldo en los primeros minutos. Tras el 1-0 perdió el control del partido y se abandonó. Cayó el 2-0 en una jugada horriblemente defendida (el peor partido de Marcelo en años, Danilo firmó su venta anticipada con una actuación digna de un jugador de Segunda B, y Ramos confirmó que este año está muy lejos del nivel que le llevó a ser mejor central del mundo) y se esfumó cualquier plan de ataque (Modric fue otro de los que se sumó a la fiesta de los brazos abajo con un gatillazo sublime).

El Real Madrid se perdió en las dudas y acumuló más problemas. Benzema tuvo que salir del campo lesionado. Entró Jesé, que no mejoró nada y, a partir de este momento, cada uno hizo la guerra por su cuenta. Hasta Cristiano Ronaldo recriminó a sus compañeros que adelantaran las líneas. Los defectos del peor Madrid.

Ahora queda la vuelta en el Bernabéu para afrontar un partido que debía ser un trámite y una fiesta como si fuera la gran final. Lo que era un día para disfrutar se ha convertido en una angustia. Este Real Madrid retrocede. Es un guantazo en toda regla y una bofetada para una afición que esta temporada está harta de creer y descreer en el equipo. Queda el consuelo de que el equipo con Zidane golea en el Bernabéu. El francés de nuevo con la espada de Damocles de cara a la campaña venidera, caer contra un don nadie en Europa cuando se daban por hecho las semifinales es un palo durísimo. Ahora toca invocar espíritus de jugadores que sí dieron todo por esa camiseta, una falta de respeto a la memoria del maravilloso Juan Gómez “Juanito”, que lo dejen en paz, que remonten y honren ese nombre De la prepotencia de salir a jugar pensando que el Wolsfburgo iba a hacerles el pasillo y dejarles golear, a la incredulidad, indolencia y de nuevo interrogantes de un equipo atronadoramente irregular. Cierto que el Bernabéu en Champions es magia, pero no es menos cierto que la eliminatoria y la Undécima están muy lejos.