Carlos de Blas
España sabía que este partido por la clasificación al
Mundial de Rusia podía suponer un mero trámite, debido a la escasa jerarquía
del rival. Y más jugando en casa... Pero estos encuentros, a veces, suelen ser
traicioneros. A la Roja se le perdonan mucho menos los errores cuando enfrente
tiene a seleccionados tan débiles como es el de Liechtenstein.
Así y todo, en el debut de Lopetegui en partido oficial al
mando de la selección, ésta no defraudó. Facilitó la tarea el tempranero gol de
Diego Costa (uno que regresaba después de bastante tiempo y no marcaba desde
hacía dos años). En una jugada para nostálgicos rojiblancos, al filo de los 10
minutos Koke puso un balón al área pequeña, Costa se elevó más que nadie y
peinó hacia atrás para marcar con un remate de cabeza que mandó el balón al
segundo palo. El gol se produjo a la salida de una falta lateral.
Liechtenstein no sorprendió con un planteo mezquino y
aburrido, que mantuvo incluso tras encajar el primer gol, pero a balón parado
España acabó con su cerrojo. Al promediar el primer tiempo, la Roja sin embargo
presentaba ciertas disfunciones en su juego. El no entrar por las bandas era
uno de ellos, y eso dificultaba el ataque de los hombres de Lopetegui.
Pero a los 25 minutos algo comenzó a cambiar. Un gran pase
de Jordi Alba habilitó a Silva, quien envió un centro desde línea de fondo que
no pudo capitalizar Costa por centímetros. Se perdió el gol debajo de la
portería.
El exAtlético, precisamente, estuvo bastante activo durante todo el primer tiempo. Por
robarle la cartera a Polverino, recibió una dura falta, que a los 26 minutos
fue motivo de una merecida amarilla, la primera del partido.
La Roja pudo haber marcado al menos dos goles más durante el
primer tiempo. A los 41 nadie pudo creer lo que falló Costa. En una jugada
ensayada con un balón a la frontal para Koke, éste remató al aire, consiguió
impactar en segunda instancia, el balón se estrelló después en la defensa del
Liechtenstein en el área pequeña y el rechace finalmente lo remató Busquets, con
la mala fortuna de que su compañero Vitolo lo sacó sin querer de la línea de
gol.
Un minuto después, en otra buena combinación, un gran centro
de Vitolo fue recibido por Costa, quien remató en el segundo palo y el balón se
desvió fuera.
Antes de finalizar el primer tiempo, Lopetegui anticipó que
quería probar cambios estratégicos para el segundo y mandó a calentar a varios
jugadores ( Mata y Nolito entre ellos). El balance del primer tiempo fue el de
un triunfo apenas discreto. El dominio y la posesión del balón de España fueron
totales, pero las ocasiones claras de gol no abundaron.
Nolito entró por Thiago para el segundo tiempo, con una
España que dio señales de que iba ir a por todas. La Roja sabía que la
diferencia de goles era muy importante en este grupo. A los 46 minutos un gran
desborde de Vitolo (que hoy fue uno de los mejores) dejó a Silva delante del
portero Jehle. Amagó con el disparo y mandó al portero al suelo, pero se
entretuvo y el meta se rehizo para sacarle finalmente el balón.
A los 57, en un lanzamiento espléndido de falta, Koke
estrelló el balón en el travesaño. Tres disparos en apenas siete minutos
presagiaban una goleada de España, que comenzaba a cambiar su imagen más sosa
del primer tiempo.
A los 9 minutos del segundo tiempo, un extraordinario pase
de Nolito a Sergi Roberto, que se incorporó magistralmente al ataque, permitió
que éste marcara un auténtico golazo, en su tercer partido en la selección
mayor. El balón pasó debajo de las piernas del portero Jehle.
En una ráfaga de situaciones de gol, a los 59 Vitolo llegó
hasta el fondo como una locomotora. Envió el centro rasante para que Silva
conectara a la red: 3-0 y León ya era una fiesta en las gradas.
Pero los espectadores aún se estaban acomodando en sus asientos
cuando llegó el cuarto gol. Lo merecía Vitolo, que definió con clase. España a
esa altura ya vapuleaba a un desconcertado Liechtenstein. El rival temía un
infierno. La peor goleada que había sufrido contra España era un 0-6, pero esta
vez incluso podía ser más abultada. Y las peores sospechas se consumaron.
El primer tramo del segundo tiempo sí que trajo buenas
sensaciones para la Roja, como anuncio de lo que vendría posteriormente. Con
Lopetegui, la selección recuperó el toque y la velocidad, y todo fue un
vendaval de pases, precisión y goles. Así llegó el quinto: Diego Costa remató y
en el rechace del portero, de cabeza, marcó el segundo gol de su cuenta
personal. A los 68 minutos fue reemplazado por Álvaro Morata y se retiró
ovacionado en León.
El público también aplaudió eufórico a Vitolo, que se fue
reemplazado por Asensio. Y Morata, precisamente, fue el gran protagonista del
tramo final del partido. A los 81, y a los 83 marcó dos golazos de su marca
registrada.
Pudo haber llegado el octavo en los pies de Silva, de Morata
(que Jehle paró milagrosamente) y Silva, justamente, convirtió el octavo, pero
el línea invalidó la jugada por fuera de juego. El árbitro había convalidado la
acción, pero su asistente levantó el banderín y el juez finalmente anuló la
jugada. En la jugada siguiente David Silva se vengó de la jugada anterior y
tras un rechace convirtió su gol número 28 con la camiseta de la Roja. Así se
cerró una fiesta con goles, magia y regresos. Dos goles de Costa, dos de
Morata, dos de Silva y el que aportaron Sergi Roberto y Vitolo invitan a soñar,
aunque con cautela todavía.