jueves, 15 de septiembre de 2016

SIEMPRE HASTA EL FINAL

El Madrid venció en el minuto 94 un partido gris en noche aciaga que acabó de modo sorprendente menos para los jugadores merengues que han convertido en modo de vida estas remontadas épicas

Antonio Blanca

El campeón comenzaba la defensa de su título ante un rival, en principio asequible, pero que puso el Bernabéu patas arriba adelantándose 0-1 en el marcador, con orden, gusto en el toque y desborde. No fue hasta bien entrada la segunda mitad del choque cuando el conjunto de Zidane tiró de orgullo y de épica para intentar la remontada ante el Sporting, y como casi siempre que se lo proponen, los blancos le dieron la vuelta al marcador. Ronaldo, con un golazo de falta en el minuto 89, y Morata con un cabezazo en el último suspiro, desataron la locura en el feudo blanco. El "así, así gana el Madrid" volvió a resonar en la Champions.

El primer partido en el que el Real Madrid tenía que demostrar que estaba en condiciones de revalidar su título no empezó como una pesadilla, pero sí como un mal sueño, de esos que te despiertan en plena noche y no te dejan descansar.

En un sueño, o muy cansados, es precisamente cómo se presentaron los jugadores blancos en su feudo. El Sporting dominó la pelota desde el pitido inicial. William Carvalho era una apisonadora en la medular, robando y creando. Adrien Silva se encargaba del tiro desde la frontal o de la apertura a banda. Gelson era la pesadilla por la derecha que descolocaba continuamente a Marcelo y a Casemiro, y Dost tenía como tarea oxigenar el juego por arriba.

Así, era muy difícil que Modric entrase en juego, y sin Modric hay muy poco Madrid. La 'BBC' estaba perdida. Solo un voluntarioso Bale ofrecía desmarques a los centrocampistas. Ronaldo lo intentó desde muy lejos en lo que supuso el único disparo entre palos del Madrid en la primera mitad. Cristiano aún sigue en su particular pretemporada.

Un pobre bagaje en un estadio que solo tenía un sonido, el de los 4.000 aficionados lusos que coparon las gradas de un Bernabéu que en la primera mitad pitó tímidamente a sus futbolistas, conato de pitada mayor, runrún característico de desaprobación. No era para menos. El juego estaba siendo desastroso, y las aproximaciones del Sporting iban paulatinamente aumentándose.

Primero Kiko Casilla repelió como pudo un disparo cruzado de Bruno Martins, sin duda alguna el hombre del primer tiempo.

Más tarde William Carvalho ejerció su poderío en la frontal para rematar de volea con 7 jugadores del Madrid en el área. El bosque de piernas evitó el gol, uno que estuvo a punto de llegar en la siguiente acción con un pase de la muerte de Martins que se paseó por el área pequeña madridista sin encontrar rematador.

El actual campeón de Europa no daba con la tecla. Adrien Silva dispuso de otra ocasión tras robar el cuero a Benzema en su propio campo, pero Casilla volvió a sostener a los de Zidane. El francés, pensativo en la banda, enfiló el túnel de vestuarios con la cabeza gacha. Había mucha tela que cortar para darle la vuelta a la situación.

Dio igual lo que Zidane dijese a sus futbolistas en el vestuario. 60 segundos después de volver al terreno de juego, el marcador reflejaba un Real Madrid 0-1 Sporting. Con la pelota en los pies, todo es posible. Fue Bryan Ruiz quien intentó filtrar el balón para Bruno Cesar en el área blanca. Entre Ramos y Modric rechazaron en primera instancia, pero la pasividad de los madridistas permitió al costarricense dar el pase en el segundo intento y Bruno se revolvió para disparar con rosca al palo largo de Casilla. Imparable.

Un tanto que debería haber herido el orgullo del Real Madrid, pero ni por esas. El autor del gol, Bruno Cesar, se dio el lujo de volver a poner en aprietos a Casilla y mientras tanto Cristiano Ronaldo reclamaba un penalti inexistente.

Se necesitaban soluciones desde el banquillo y Zidane optó por dar entrada a Lucas Vázquez y a Morata en lugar de Gareth Bale y Benzema.

Con esos cambios, y con la sorprendente sustitución del hiperactivo Martins en el bando portugués, el Madrid comenzó a trenzar jugadas, eso sí, cerca del final del partido y apremiado por una derrota que ponía en jaque la clasificación como primero de grupo.

Por empuje, y con un bajón del Sporting, el Madrid tuvo ocasiones para empatar. Ronaldo estrelló la pelota en el poste cuando tenía todo para marcar. Carvajal llegó en segunda línea y su remate se fue al lateral de la red.

No era el día, pero nunca puedes dar por muerto al Madrid cuando Cristiano Ronaldo está en el campo. Todo estaba listo para el descalabro, pero el ‘7’ merengue forzó una falta en la frontal y la lanzó con el interior, anotando un golazo in extremis que no celebró. No en vano había marcado ante el equipo de sus primeros pasos como profesional.

Ronaldo había evitado la debacle, pero el éxtasis blanco estaba por llegar. Morata, en el último suspiro, puso de manifiesto que la épica solo pertenece al Real Madrid, su competición fetiche, la niña de sus ojos, siempre hay embrujo. Un cabezazo imparable para Rui Patricio que certificó el 2-1 final. Otro gol sobre la bocina, como el de Ramos en la Supercopa de Europa y como el de Kroos ante el Celta. Así gana el Madrid.