El
Madrid venció en el minuto 94 un partido gris en noche aciaga que acabó de modo
sorprendente menos para los jugadores merengues que han convertido en modo de
vida estas remontadas épicas
Antonio Blanca
El
campeón comenzaba la defensa de su título ante un rival, en principio
asequible, pero que puso el Bernabéu patas arriba adelantándose 0-1 en el marcador,
con orden, gusto en el toque y desborde. No fue hasta bien entrada la segunda
mitad del choque cuando el conjunto de Zidane tiró de orgullo y de épica para
intentar la remontada ante el Sporting, y como casi siempre que se lo proponen,
los blancos le dieron la vuelta al marcador. Ronaldo, con un golazo de falta en
el minuto 89, y Morata con un cabezazo en el último suspiro, desataron la
locura en el feudo blanco. El "así, así gana el Madrid" volvió a
resonar en la Champions.
El
primer partido en el que el Real Madrid tenía que demostrar que estaba en
condiciones de revalidar su título no empezó como una pesadilla, pero sí como
un mal sueño, de esos que te despiertan en plena noche y no te dejan descansar.
En
un sueño, o muy cansados, es precisamente cómo se presentaron los jugadores
blancos en su feudo. El Sporting dominó la pelota desde el pitido inicial. William
Carvalho era una apisonadora en la medular, robando y creando. Adrien Silva se
encargaba del tiro desde la frontal o de la apertura a banda. Gelson era la
pesadilla por la derecha que descolocaba continuamente a Marcelo y a Casemiro,
y Dost tenía como tarea oxigenar el juego por arriba.
Así,
era muy difícil que Modric entrase en juego, y sin Modric hay muy poco Madrid.
La 'BBC' estaba perdida. Solo un voluntarioso Bale ofrecía desmarques a los
centrocampistas. Ronaldo lo intentó desde muy lejos en lo que supuso el único
disparo entre palos del Madrid en la primera mitad. Cristiano aún sigue en su
particular pretemporada.
Un
pobre bagaje en un estadio que solo tenía un sonido, el de los 4.000
aficionados lusos que coparon las gradas de un Bernabéu que en la primera mitad
pitó tímidamente a sus futbolistas, conato de pitada mayor, runrún
característico de desaprobación. No era para menos. El juego estaba siendo
desastroso, y las aproximaciones del Sporting iban paulatinamente aumentándose.
Primero
Kiko Casilla repelió como pudo un disparo cruzado de Bruno Martins, sin duda
alguna el hombre del primer tiempo.
Más
tarde William Carvalho ejerció su poderío en la frontal para rematar de volea
con 7 jugadores del Madrid en el área. El bosque de piernas evitó el gol, uno
que estuvo a punto de llegar en la siguiente acción con un pase de la muerte de
Martins que se paseó por el área pequeña madridista sin encontrar rematador.
El
actual campeón de Europa no daba con la tecla. Adrien Silva dispuso de otra
ocasión tras robar el cuero a Benzema en su propio campo, pero Casilla volvió a
sostener a los de Zidane. El francés, pensativo en la banda, enfiló el túnel de
vestuarios con la cabeza gacha. Había mucha tela que cortar para darle la
vuelta a la situación.
Dio
igual lo que Zidane dijese a sus futbolistas en el vestuario. 60 segundos
después de volver al terreno de juego, el marcador reflejaba un Real Madrid 0-1
Sporting. Con la pelota en los pies, todo es posible. Fue Bryan Ruiz quien
intentó filtrar el balón para Bruno Cesar en el área blanca. Entre Ramos y
Modric rechazaron en primera instancia, pero la pasividad de los madridistas
permitió al costarricense dar el pase en el segundo intento y Bruno se revolvió
para disparar con rosca al palo largo de Casilla. Imparable.
Un
tanto que debería haber herido el orgullo del Real Madrid, pero ni por esas. El
autor del gol, Bruno Cesar, se dio el lujo de volver a poner en aprietos a
Casilla y mientras tanto Cristiano Ronaldo reclamaba un penalti inexistente.
Se
necesitaban soluciones desde el banquillo y Zidane optó por dar entrada a Lucas
Vázquez y a Morata en lugar de Gareth Bale y Benzema.
Con
esos cambios, y con la sorprendente sustitución del hiperactivo Martins en el
bando portugués, el Madrid comenzó a trenzar jugadas, eso sí, cerca del final
del partido y apremiado por una derrota que ponía en jaque la clasificación
como primero de grupo.
Por
empuje, y con un bajón del Sporting, el Madrid tuvo ocasiones para empatar.
Ronaldo estrelló la pelota en el poste cuando tenía todo para marcar. Carvajal
llegó en segunda línea y su remate se fue al lateral de la red.
No
era el día, pero nunca puedes dar por muerto al Madrid cuando Cristiano Ronaldo
está en el campo. Todo estaba listo para el descalabro, pero el ‘7’ merengue
forzó una falta en la frontal y la lanzó con el interior, anotando un golazo in
extremis que no celebró. No en vano había marcado ante el equipo de sus
primeros pasos como profesional.
Ronaldo
había evitado la debacle, pero el éxtasis blanco estaba por llegar. Morata, en
el último suspiro, puso de manifiesto que la épica solo pertenece al Real Madrid,
su competición fetiche, la niña de sus ojos, siempre hay embrujo. Un cabezazo
imparable para Rui Patricio que certificó el 2-1 final. Otro gol sobre la
bocina, como el de Ramos en la Supercopa de Europa y como el de Kroos ante el
Celta. Así gana el Madrid.