domingo, 13 de noviembre de 2016

CON SOLVENCIA

Carlos de Blas

La España de Lopetegui había mostrado un juego exquisito hasta la fecha, pero no siempre se puede rozar la perfección. La pelota fue de 'la Roja', aunque sin tanta profundidad como habitualmente. Un gol en propia puerta abrió un camino que se presentaba tortuoso hasta que Silva apareció para coger la batuta y no soltarla jamás. De sus botas nació el 2-0 y el 4-0 en un partido de fogonazos.

Dos minutos de juego bastaron para dejar claro cómo iba a ser el partido en Los Cármenes. España monopolizaba la pelota a su antojo ante el muro macedonio. Un muro férreo que estaba cómodo desmenbrándose para salir al contragolpe.

De hecho, pese al dominio incesante del cuero español, las dos primeras grandes aproximaciones de peligro fueron de los visitantes.

Corrían cuatro minutos cuando De Gea salvó un remate en el área pequeña que ni siquiera el jugador macedonio se esperaba. Todo nació en un córner, el punto débil de los de Lopetegui en Granada. Normal, por otra parte, faltaban Gerard Piqué y Sergio Ramos, y en su ausencia Pandev aprovechó otro saque de esquina para cabecear a su antojo. Por suerte para los nuestros, la pelota rozó el poste, por fuera.

Con un Thiago Alcántara de menos a más, asociado en la banda derecha con Vitolo, el juego español comenzó a dar de sí lo que prometía en los primeros instantes.

Morata era el hombre gol elegido para el duelo ante Macedonia. Se mostró voluntarioso como siempre, pero negado como nunca de cara a portería. El delantero del Real Madrid se fabricó un tiró desde la frontal con doble regate previo al defensor. Lástima que el golpeo fuese muy desviado.

El atacante gozó poco después de un rechace en el área para superar a Dimitrievski, el portero que sustituyó al Aleksovski lesionado en el calentamiento, pero perdió la lucha individual. No parecía el día, porque en el rebote el tiro de Silva que iba a gol lo despejó la defensa.

El punto de mira estaba desviado así que para marcar España contó con la inestimable colaboración de sus rivales. En un centro de Carvajal con destino Morata, Velkovski anotó uno de los tantos de su vida, aunque nunca lo habría querido hacer en su propia portería.

El remate fue imparable para Dimitrievski y Los Cármenes estalló de alegría. Un gol justo para España, pero sin alardes. Los mismos que faltarían en los últimos 10 minutos de primera mitad. La verticalidad del juego español brillaba por su ausencia.

Andalucía tiene un color especial y España también lo tuvo en el inicio de la segunda mitad. Enfilados a la bota izquierda de David Silva, los ataques y las ocasiones se sucedieron.

Dimitrievski tuvo que emplearse a fondo para repeler un disparo a bocajarro de Morata. El fallo fue lo de menos, porque el ariete se dolió de su rodilla mientras reclamaba penalti. No lo hubo, pero sí un daño que le obligó a retirarse más tarde y dejar su puesto a Aduriz.

Después de un susto provocado por una indecisión entre Bartra y De Gea (el del Dortmund estaba muy despistado), Silva no envió un balón a gol a centro de Vitolo inexplicablemente.

El canario no contactó con la pelota, pero se redimiría de su error en la acción siguiente. Su desmarque lo vio Thiago Alcántara y Silva puso un centro perfecto al segundo palo. Allí, el incombustible Vitolo cabeceó para hacer el merecido 2-0.

20 minutos de fútbol de gran nivel de España que le sirvieron para hacer el 'break', pero como en la primera parte, tras el gol los de Lopetegui se durmieron en los laureles.

Macedonia creció. De Gea protagonizó una parada de antología a un tiro de Bardi y la zaga, con Bartra a la cabeza, dejaba una sensación de vulnerabilidad constante.

Felizmente para los intereses españoles, Macedonia no encontró puerta y permitió a España vagar con el balón en los pies, vagar hasta que la tocaba Silva.

El canario estaba de dulce, y aunque no participó en el 3-0 de Monreal a centro de Carvajal, en el cuarto fue pieza clave con una asistencia que dejó pasar su compañero Vitolo. Aduriz marcó su segundo gol con la Selección a placer para cerrar el triunfo.


Una goleada engañosa que da tres puntos cruciales para seguir líderes de grupo. Italia es segunda con 10 puntos, los mismos que España.