Puede
que el empate fuese demasiado castigo para el Madrid si solamente nos atenemos
a las ocasiones de gol del choque pero la disposición de los jugadores rozó lo
lamentable
Antonio Blanca
Desidia,
desgana, falta de compromiso, prepotencia, soberbia, impotencia, apatía, todos
estos adjetivos tienen uno que los aúna, que tal actitud es intolerable en un
equipo como el Real Madrid. Estas “ganas” fueron las que demostraron los
jugadores blancos, solamente salvables Mateo Kovacic y los minutos finales de
Lucas Vázquez. Un partido vergonzante ante un rival mucho más flojo que el
cuadro merengue, el Legia de Varsovia que no es que ya empatara remontando una
desventaja de dos goles, es que a punto estuvo de llevarse el partido. Zidane que
falló estrepitosamente en el planteamiento del encuentro con solo dos
mediocampistas y cuatro atacantes que ni bajaban a defender ni daban apoyo en
mediocampo, ha sido el principal responsable de una debacle que no por
sorprendente se veía venir. Al Real le cuesta bastante sacar adelante sus
partidos con tranquilidad, cuando vence es por la mínima y da síntomas de
agotamiento. Bien es cierto que cuando el rendimiento físico de los jugadores
debe estar en la cumbre es en la primavera, pero la imagen que día sí, día también
ofrece el Madrid es deplorable.
Todos
los condicionantes del encuentro en Varsovia lo convertían en un duelo extraño.
Frío sin público, enorme diferencia de nivel. Mantener la concentración no era
sencillo para los jugadores del Real Madrid que por momentos sintieron que
jugaban más un partido de entrenamiento que de Champions y lo acabaron pagando.
Pretendía
golear Zinedine Zidane, con la calculadora en la lucha por el liderato de grupo
con el Borussia Dortmund, y como era irrefrenable ya el empuje de Álvaro
Morata, inventó algo nuevo con tal de no sentar a Benzema. Morata y la BBC. Un
4-4-2 solo sostenido defensivamente por Kroos y Kovacic. Renunció al equilibrio
y se estrelló.
Y
eso que no dio tiempo a ver como se asentaban en un día extraño, cuando Bale
dejó uno de los goles que el día de su retirada aparecerá entre los mejores de
su carrera. De un cambio de juego desde el costado izquierdo, sacó tras bote de
balón sin controlarlo, un zurdazo a la escuadra desde el pico del área con un
giro de cuerpo espectacular. Era el segundo 55 y el Real Madrid ya ganaba.
Nada
hacia pensar que en el terreno donde el Dortmund marcó seis, el Real Madrid no
se pasease. El Legia mostraba menos peligro del que la ilusión le impulsó a
generar en el Santiago Bernabéu. Explotaba la banda de Coentrao para llegar al
área madridista, pero no conseguía inquietar a Keylor Navas. Mientras, su
debilidad defensiva convertía en peligro cada llegada del Real Madrid. Bajo
palos evitaba Padzan el segundo, tras un remate de cabeza de Varane al centro
medido de Kroos de córner.
Le
faltaba continuidad en el ritmo de juego al Real Madrid para golear, pero
sentía que generaba peligro a poco que pisaba el acelerador. Malarz se lucía a
un disparo potente de Benzema y un córner dejaba tres ocasiones de gol para
Bale, Benzema y un taconazo de Cristiano que no pasaba una muralla humana.
El
riesgo era contagiarse del ambiente de una noche atípica. El silencio influye
en el factor psicológico y la diferencia de nivel invitaba a la relajación. Una
pérdida en el centro del campo podía ser mortal. Kovacic tuvo una y regaló la
opción de correr. Poco después mostraba una extraña pasividad en la marca y
permitía a Odjidja Ofoe, avanzar, pensar y sacar un zurdazo imparable para
Keylor. Era un justo castigo a la desidia.
Pero
lo peor estaba por llegar en la segunda parte, cuando el Real Madrid fue
víctima de su caos táctico. Jugando con Bale y Cristiano en bandas nunca habría
ayudas defensivas. Zidane comprobó que juntar a más hombres de ataque no es
sinónimo de goles y las acciones de peligro llegaban en acciones individuales,
principalmente de Bale, el más brillante arriba.
El
inesperado hundimiento llegó con una falta de actitud preocupante. Coentrao
cometía una de las pocas faltas y Guilherme rozaba la escuadra en una falta que
era un aviso. Radovic agradecía las faltas de ayudas defensivas y la pasividad
de la zaga madridista para empatar. Nadie salió a intentar frenarlo. Su
derechazo se encontró además con el error de Keylor, muy lejos de su versión
salvadora del pasado curso.
Fue
cuando a base de golpes despertó el Real Madrid, con Cristiano intentando tirar
del carro pero de vuelta a la falta de puntería. Lo intentó de todas las
maneras posibles pero sin suerte. Zidane retocaba una pizarra que le falló y
dejaba defensa de tres. Los riesgos los pagó caros. Keylor salvó un
contraataque del rival y nada pudo hacer ante el derechazo pegado al palo de
Moulin. Tres madridistas para defender a cuatro rivales. Prijovic dejó el
disparo cómodo a su compañero para que Legia saborease un día histórico en
competición europea.
Ya
solo quedaba la heroica al Real Madrid que empató gracias a la visión de
Carvajal, que asistió de tacón a la subida de Kovacic que soltaba un derechazo
a la red. Y en el último impulso, con el partido pudiendo caer para cualquier
bando, el travesaño evitaba el tanto del triunfo madridista tras el remate de
Lucas. El traspié ante el rival más débil del grupo complica acabar primero de
grupo al equipo de Zidane, prácticamente obligado a ganar al Sporting en
Portugal y al Dortmund en el Bernabéu tras una noche que por la irregularidad
de su fútbol, se veía venir.