Jaime Trevijano
El último derbi liguero en el Calderón tuvo color merengue
en el marcador y en las sensaciones. Los tres goles de Ronaldo, repartidos en
ambas partes, sentenciaron un triunfo que dispara el liderato de los pupilos de
Zidane y trompica el progresar de los colchoneros, que pierden por segunda vez
consecutiva y se alejan de la cima.
Quizá el pinchazo del Barcelona en casa y ante el Málaga
espoleara al vestuario madridista, pero desde el pitido inicial y hasta el
descanso impulsó una de sus mejres versiones corales, con un 4-5-1 en el que
Vázquez y Bale abrían el campo, Isco -sobre todo- y Modric distribuían y
Marcelo y Carvajal completaban posesiones que neutralizaron al energético
sistema local. La falta de resuello que condenó a los del 'Cholo' volvió a
asomar, ya que nunca pudieron hacer efectiva su presión ni corroborar su intencionalidad
por debatir la posesión.
La atajada sensacional de Oblak, en la cepa del poste y a
cabezazo soberbio de Ronaldo -minuto 13-, ejerció como preludio de lo venidero.
Lo intentarían Modric y el luso, como certificación del arrinconamieto
rojiblanco fruto de la jerárquica disposición visitante. Y el meta esloveno
terminaría cediendo en el 22 de juego, cuando su barrerra se abrió y el
lanzamiento de falta frontal de Cristiano acudió al encuentro con la red.
Se había jugado a lo que buscaba el Madrid y ni Saúl, ni
Koke ni las superioridades por banda entregaban al Atlético asideros. Igualó el
conjunto de Chamartín la intensidad de los atléticos, con excelente orden y
cohesión en fase defensiva, y la calidad actuó como factor determinante. Los
primeros 45 minutos reforzaron la decisión de Zidane de sentar a Ramos y
Benzema y entregando preeminencia al control del esférico, de la medular y del
partido.
Buscó la dupla Simeone-Burgos soluciones y una reacción
espiritual tras la reanudación, y lo consiguieron. Decretaron la convulsión de
las revoluciones y la tarea de Keylor Navas se multiplicó de manera
considerable. Alzaron la presión y Griezmann y Carrasco probaron suerte con
reiteración en un arranue de segundo acto efervescente. Parecía que salía de
eje un Madrid que no se soltó hasta el minuto 55. Sufrío ante el empuje
característico de los subcampenes europeos, pero supo respnder coon sudor y
coordinación. Kovacic dio el tipo e Isco y Bale destacaron tácticamente,
ayudando a navegar con el viento en contra.
En el 60 redoblaría su apuesta el 'Cholo', sacando a Gabi
-su único asidero en la medular- y a Torres para dar entrada a Correa y
Gameiro. Pero, con su once más ofensivo y ambicioso posible naufragaría la nave
colchonera. Superado el trance de asedio local, el Madrid localizaba agujeros
al espacio y volvía a congelar el ritmo en estático. Y, al tiempo que fluctuaba
el fulgor local, se sentenciaría el reparto de puntos. Ronaldo ganó el cuerpeo
a Savic en un lanzamiento vetical, rudo, y fue derribado. El luso transformó el
penalti en el minuto 70 y rubricó su legendario hat-trick -en la histórica
despedida del Calderón- al autografiar una contra de libro tejida entre Modric
y Bale. Arrebatanto el interés al crepúsculo de la batalla.
Las sustituciones, con estruendosa despedida a Ronaldo
cuando dejó su escaño a James -gana enteros para vestirse de dorado en enero-,
redondearon unos minutos de la basura que vendrían a calentar los guantes de
Navas y a clausurar una rival cuyo encuadre se extingue con inolvidable
recuerdo para ambos (por diferentes motivos). Amanece la crisis rojiblanca en
la conjugación de la calidad, equilibrio y el físico y se susurra un respingo
en la confianza y rendimiento colectivos madridistas, tras asaltar el feudo
otrora inexpugnable y relamerse al saberse superior. Consiguió este sábado
sostener sus mandatos efímeros en otros duelos ante un Atlético con ardores en
ambas fases del juego. Ni en vertical, ni por arriba Se confirmó que el
compromiso con el orden y la intensidad rima mejor cuanta más calidad se
remangue en el hasta siempre a la ribera del Manzanares.