Carlos de Blas
El Millennium Stadium de Cardiff acoge este noche el
enfrentamiento de anhelos de dos aristócratas del Viejo Continente que se han
afirmado como los mejores equipos de la actualidad. El Real Madrid, equipo más
goleador del torneo (32 goles frente a los 21 anotados por los italianos)
examina su ambición histórica ante la hambrienta Juventus, el mejor muro
defensivo del campeonato (con sólo 3 goles encajados y dejando a cero al
Barcelona de Messi, Neymar y Luis Suárez). Los españoles ansían condercorar
este lustro distinguido con la gesta de destacarse como pionero en la
repetición de la conquista de la Copa de Europa -nadie lo ha logrado en la era
Champions League- y cerrar el curso con un doblete que no degusta la Cibeles
desde 1958. Los turineses, por su parte, quieren vengarse de la afrenta sufrida
en 1998 (con motivo de la Séptima merengue), clausurar el triplete en esta
temporada única (tras el Scudetto y la Coppa) y refrendar su estatus glorioso
tras el descenso administrativo provocado por el Moggigate y la clara derrota
ante el Barça de Luis Enrique en 2015.
Los juventinos, que ejercerán como locales en el recinto
galés, no han escondido su motivación. "El Real Madrid llega con una
sensación diferente a la nuestra, ya que ellos han ganado ya el título. Es un
partido que puede cambiar el rumbo de nuestra historia", declaró en al
vigilia Gianluigi Buffon, la piedra angular del proyecto -junto con Bonucci,
Barzagli, Chiellini y Marchisio- que aspira al Balón de Oro si sale victorioso.
El guardameta, de 39 años, había envuelto este duelo como "un final
perfecto para mi carrera" y el evento idóneo para "cerrar el
círculo" que devuelve a la institución a la élite. El caso es que los
bianconeri sólo han ganado dos de las ocho finales de Copa de Europa que han
jugado, y el capitán de la azzurra conoce el peso de esa losa porque él ha
caído en dos de ellas (ante el Milan en 2003 y en la mencionada ante el
Barcelona, en Londres). Ha animado a sus compañeros a afrontar la batalla
"sin ningún tipo de resquemor ni problema". "Lo más importante es
que seamos un equipo, un grupo compacto, y que los cimientos de nuestro trabajo
sean el altruismo y el juego colectivo", zanjó.
La estructura básica de funcionamiento de Massimiliano
Allegri ya sabe lo que es eliminar al Madrid en un peldaño prestigioso (lo
hicieron en las semifinales de 2015). El conjunto de la familia Agnelli se
deshizo, entonces, de Pogba, Vidal, Tévez, Morata, Pirlo y demás peones
artísticos, pero no de su bloque defensivo. El técnico ha resultado fundamental
en la reconstrucción que ha disparado el protagonismo ofensivo de los laterales
(Alex Sandro y, sobre todo, Dani Alves), ha entregado a Dybala e Higuaín la
jurisdicción de lo trascendental y ha poblado la medular con lanzadores como
Pjanic y Khedira. La presencia de Mandzukic o Cuadrado corresponden a las
variantes de estilo y táctica que maneja el campeón italiano (ha ganado las
últimas seis ligas). Con el croata en cancha, el balón largo cobra sentido; con
el colombiano, regateador que podría caer sobre Marcelo, la amenaza en estático
y en transición se multiplica. Pero las dos opciones no influyen en el
despliegue coral intenso y tacticista. Allegri dispone también de su tridente
defensivo aunque al gigante culé le arrodillaron con defensa de cuatro. Y ahí
no acaba lo colorido de su batuta: Dani Alves fue extremo en las semis ante el
Monaco, con Barzagli com lateral diestro defensivo.
"Tenemos que elegir el momento de atacar y el momento
de defender; si lo hacemos bien tendremos la oportunidad de llevarnos la
copa", ha manifestado un preparador ya asentado en la cima de su gremio.
"La diferencia con 2015 es que ahora estamos en la final mereciendo estar
ahí. Hace dos años no teníamos, quizá, ese convencimiento; veníamos de varios
años en los que nos costó mucho en la Champions. Ahora hemos tenido un
recorrido distinto, hemos hecho una campaña muy bonita y llegamos con un
enfoque diferente", ha argumentado un Allegri que ha entregado el
favoritismo al Madrid -astucia de viejo zorro- pero ha subrayado la vehemencia
con la que afrontan la empresa: "Esta vez tenemos que poner las manos
sobre el trofeo. El Madrid es el favorito, pero vamos a poner lo que ellos no
tienen". La visualización turinesa de catarsis, pues, está servida.
"Esperemos que no lleguemos a esos niveles de inquietud
ni nerviosismo. En los últimos años hemos vivido momentos únicos y ojalá
podamos hacer un partido como lo estamos planeando, porque estamos ante una
cita histórica", sintetizó Sergio Ramos en la previa del duelo y sobre la
mentalidad de su camarín. "Atravesamos un buen momento anímica y
físicamente", expuso un capitán capitalino que concluyó su diagnóstico
recalcando que "partimos los dos equipos de cero. En este partido el papel
de favorito es una opinión y es respetable. Las estadísticas no ganan partidos y
hay que dejar todo al margen". Y, ante la provocación efectuada por Dani
Alves (que afirmó horas antes que el gol de Mijatovic fue en fuera de juego),
le respondió que "estaremos allí a las 20:45". No aparenta adolecer
de personalidad esta final.
Aunque muchos análisis basados en la estadística reducen la
constelación de posibilidades a un duelo ortodoxo de estilos -con los
bianconeri atrincherados, luciendo músculo defensivo y buscado cazar contras
venenosas, y con los españoles dominando la posesión y mandando centros al
área, su estratagema preferida-, ambos equipos manejan ratios calcados de
posesión de balón (53%) e iniciativa. Porque, aunque rechine, las libretas de
Zidane y de Allegri son más similares de lo que pudiera parecer. No obstante, ambos
planes de juego se sienten más cómodos al galope de la contra, pero están
capacitados para portar el peso de la iniciativa y la propuesta. El Madrid
tiene más calidad y fondo de armario, pero la Juve también posee una buena
dosis de ambos; los transalpinos gozan si el ajedrez se mueve en la
hiperactividad, el físico y la verticalidad, y los madridistas también. Es por
ello que el técnico francés ha avisado en su comparecencia: "Va a ser un
partido muy abierto de los dos lados. No creo que la Juventus haga catenaccio
cerrado. La Juve no tiene sólo eso. Ataca muy bien. Y más hoy en día".
El sustituto de Rafa Benítez ha preponderado el trabajo y el
mediocampo como elementos decisivos. Da por hecho que el desafío que se les
viene encima contempla la prohibición de caer en una desconcentración o
desatención táctica coyunturales, pues la Vecchia Signora es experta en
amortizar esos descuidos. El bloque de Concha Espina es el tercer club más
goleado del torneo, y de ahí nace la seguridad italiana. Son 17 los goles que
ha recogido Navas de su portería y buena parte de ellos han llegado por
pérdidas que han pillado partido al equipo o por la vía de la falta de
compromiso de todas las piezas en las coberturas defensivas. Esos fantasmas,
familiares, han sido mitigados en las últimas fechas, pero han costado a los
campeones de Liga más de un esfuerzo agónico a lo largo del curso. Los costados
de Casemiro y las superioridades por banda serán los flancos sobre los que
podría sufrir un Madrid no cohesionado. Y en la espalda de Alves y Alex Sandro
y del doble pivote Pjanic-Khedira (si no lo refuerza Allegri con Marchisio) se
despeja el horizonte de la ofensiva española. Bajo un paisaje de reducción de
espacios para correr.
Es este apartado el que todavía hace dudar a Zidane. Isco
aportaría una mayor control del cuero, juego entre líneas y en la mediapunta,
de excelente resultados si se asocia con Benzema por dentro. Además, el 4-4-2
se ha contrastado como el dibujo que da más consistencia a sus pupilos. Pero
Bale, que ha confesado no estar al 100%, sangraría a los ofensivos carrileros
rivales, convirtiendo cada robo en peligro perenne para Buffon. Ese dilema es
el que contempla Allegri con respecto a salir con tres zagueros o apostar por
la ambición y punzar con Cuadrado o Alves como extremo. En cualquier caso, esas
son argucias que podrían implementarse a lo largo del partido, según la
necesidad de cada cual. No se antoja fuera de eje, por tanto, vaticinar tramos
de lucha por la pelota, con presiones elevadas, e, incluso, intervalos de
cesión de metros y achique madridista. Ambos equipos disfrutan de estructuras
líquidas y no rígidas sobre el césped. Esa es la mayor virtud que les ha traído
hasta este peldaño.
"Lo que más me interesa es llegar bien
físicamente", proclamó el entrenador madridista. En efecto, en este punto
del calendario y después de haber llegado hasta el final en casi todas las
competiciones, lo anatómico podría marcar diferencias y las rotaciones, de ser
así, establecerían un privilegio merengue. Porque, por ellas, Keylor Navas,
Luka Modric o Cristiano Ronaldo han llegado en el mejor estadio de forma del
curso. El goleador es la punta de lanza del aterrizaje capitalino en este
evento, con ocho goles entre cuartos de final y semifinales. Además, los 64 partidos
consecutivos habiendo anotado un gol entregan la sensación de amenaza al
candidato nacional. Sin embargo, la eficacia en la economía de los toques para
llegar a la meta oponente de la Juventus, su pegada y su solidez en el achique,
plantean un duelo incierto de alta riqueza táctica. La voluntad de hacer
historia o el hambre del faraón caído en desgracia primarán y Europa volverá a
tener patrón después de una contienda con aroma a clásico de este deporte.