Aránzazu Gálvez
España logró el pase a la final del Europeo de fútbol sub 21
disputado en Polonia tras vencer por 3-1 a Italia en la segunda semifinal. Su
rival de este viernes (20:45/Cuatro) será Alemania, que obtuvo su billete tras
imponerse a Inglaterra en los penaltis después de empatar a cero tras 120
minutos.
España había encandilado con el juego de sus centrocampistas
en los cuatro partidos anteriores y, en esta final anticipada -se enfretaban
tras acabar líderes de sus grupos-, la constante se mantuvo. Eso sí, los
italinaos supieron contrarrestar la ventaja española en una buena primera
parte. Sin embargo, la expulsión de Galiardini en la segunda mitad acabó
decantando el encuentro de manera clara para el lado rojizo.
Saúl Ñíguez, poniendo la firma a los tres tantos españoles
de la noche, atestiguó con el triplete la exhibción dada sobre el campo. Su
asociación con Ceballos y un Asensio menos destacado que otros días -la calidad
del centro del campo de Celades da pie a que cada uno tenga su momento
estelar-, volvió a ser la pesadilla del entrenador rival Llorente, como
escudero de ese trío de lujo, imponía también su dominio en la sala de máquinas
cortano y robando balones a los azurri.
Italia, por su parte, contaba con las bajas de Berardi y
Conti, que suplió con Caldara y Chiesa. Pese a ello, la primera media hora de
partido tuvo claro color italiano. Con presión alta, Di Biagio ahogó la salida
de balón española y Kepa no tuvo más remedio que lucirse bajo palos para evitar
el tanto rival.
Asensio y Deulofeu cambiaban posiciones constantemente
tratando de romper una de las mejores defensas del campeonato. Pero no fue
hasta la media hora cuando Ceballos logró poner en liza a Donnarumma.
El jugador del Betis buscó con ahínco la reacción española
en esos últimos instantes, pero hubo que esperar a la reanudación para que
cristalizara con Saúl como catalizador.
Entre uno y otro fabricaron el primer tanto, ocho minutos
después del descanso. Partió Ceballos desde la banda izquierda, amagando y
regateando a sus marcas, justo lo suficiente como para ver el hueco por el que
enviar la pelota hacia el desmarque de Saúl, que mandó un disparo lejos del
alcance del cancerbero del Milan.
Gagliardini, en ocho minutos, fue incapaz de resistir la
presión y con dos amarillas en ese lapso dijo adiós al partido dejando a su
equipo con diez jugadores. Bernardeschi, que tampoco se quedaba atrás a la hora
de poner calidad sobre el tapete, tiró de los suyos y obró el empate tras
aprovechar el espacio concedido por la zaga española tras un saque de banda.
Sin embargo, el empate duró lo mismo que un espejismo. Tres
minutos después, Saúl volvía a aparecer para mandar un cañonazo desde más allá
de la frontal al fondo de la red, superando a un Donnarumma que pudo haber
hecho algo más en su estirada.
Así, con uno menos y el golpe anímico en forma de golazo del
2-1, Italia acusó el mayor cansancio acumulado -Celades apostó por la segunda
unidad en el último partido del grupo frente a Serbia-. De esta manera, España
fue dueña y señora del balón durante los 25 minutos restantes y no fue sino
cuestión de tiempo que la renta aumentase.
Saúl redondeó su tarjeta de goles a tres tras una asistencia
de Asensio, dejando el contador personal en cinco como máximo goleador del
torneo. El zurrón pudo aumentar su tamaño tras esplendorosas jugadas de
Ceballos y una oportunidad al final de Williams, pero el 3-1 acabó como tanteo
definitivo en el marcador. El trabajo estaba ya hecho y España certificaba así
su puesto en la final del Europeo sub 21. El viernes espera Alemania.