Retorna
a la selección española para ocupar el mismo puesto y apagar el incendio
generado en la Federación por diversas decisiones
Antonio Blanca
Para
hacer frente a la tormenta sin fin que castiga a la Real Federación Española de
Fútbol, inmersa en un día a día de polémicas y controversias, desde los
despachos de Las Rozas trabajan con esmero para encontrar una figura dispuesta
a capear el temporal y con buena mano, conocedora del mundillo y dispuesta a
funcionar como correa de distribución entre la gente de traje y corbata y los
deportistas y el cuerpo técnico. Con el despido hace unas semanas de María José
Claramunt, que actuaba como directora de la selección española, la RFEF ha
sondeado el mercado y el vencedor del casting ha sido Fernando Ruiz Hierro, que
ya fue director deportivo en su día de la casa y que ocuparía ese mismo cargo
siempre que acepte la propuesta. El andaluz, al que le seduce la idea, se lo
está pensando, pero quiere que se cumplan una serie de requisitos en el
contrato y en su duración.
Hierro
estuvo cuatro años en la dirección deportiva de la Federación, de 2007 a 2011,
y disfrutó de la época dorada de la selección con la Eurocopa de 2008 y el
Mundial de Sudáfrica de 2010. Era una persona muy respetada por parte del
vestuario y su gestión fue muy valorada, fundamental también para que la
transición del mandato de Luis Aragonés a la era de Vicente del Bosque fuera lo
más llevadera posible. Con todo, se acentuaron las desavenencias con la
secretaría general de Jorge Pérez y al final salió de la Federación, la misma
que ahora le camela ofreciéndole idéntico trabajo y con un sueldo que ronda los
400.000 euros.
La
oferta está sobre la mesa y Hierro se lo piensa midiendo todos los pasos. Lo
que no quiere el exfutbolista, que vistió 89 veces la camiseta de la selección,
es acudir únicamente para hacer de bombero y solventar los numerosos problemas
que ahora mismo azotan a la RFEF. Lo que quiere Hierro, asumiendo que tendrá
que apagar muchos de esos fuegos, es un contrato que al menos vaya del Mundial
de 2018 al Mundial de 2022, pues ahora mismo la propuesta que le ha llegado
tendría la fecha de caducidad fijada para después de la cita de Rusia del
próximo verano.
La
situación en la Federación Española es ciertamente complicada, nada que ver con
los resultados deportivos del equipo. Hay una fractura evidente entre el
vestuario y la directiva, salpicado también por esa tensión el cuerpo técnico,
y una vez ha salido Claramunt por la puerta de atrás se necesita a alguien que
escuche a las dos partes. A los directivos les gusta Hierro y los futbolistas
están también animados ya que exigieron a la presidencia un interlocutor con
galones y que supiera cómo funciona el negocio. Aunque se han mencionado otros
nombres, Hierro, que se lleva de maravilla con los chicos del Barça, genera
unanimidad, en algo están de acuerdo.
Entre
sus múltiples tareas, Hierro debería reordenar la parcela deportiva y mirar
también más allá de la selección absoluta, pendiente de las categorías
inferiores y de allanar el camino a los jugadores que aspiran a dar el salto.
Dicho está, es básico que actué como bisagra entre la zona noble y la caseta,
tan deteriorada ahora mismo la relación con los pesos pesados que no permiten
la entrada a Juan Luis Larrea, presidente desde que Ángel María Villar fuera
detenido y posteriormente suspendido, en el vestuario. Hierro también debería
tener un trato diario con Julen Lopetegui y con sus ayudantes para planificar todo
lo que son viajes, concentraciones, amistosos, sedes... Y en su cargo también
va implícito el mantener y alimentar la comunicación con los medios, tanto por
un lado como por el otro.
Después
de irse de la Federación, Hierro estuvo en el Málaga y trabajó en el cuadro
técnico del Real Madrid de Carlo Ancelotti (2014-15). Quiso, sin embargo,
empezar su carrera como entrenador y aceptó la oferta del Oviedo, en Segunda.
Actualmente estaba desocupado, pero siguiendo muy de cerca cualquier opción que
le sedujera. Falta, pues, que se resuelva la negociación y que ambas partes
lleguen a un acuerdo satisfactorio, aunque hay consenso e incluso su fichaje
está por encima de cualquier moción de censura o contratiempo que pueda afectar
a la Federación como la llegada de otro presidente.