Aránzazu Gálvez
Una década llevaba el Liverpool sin jugar las semis de la ‘Champions’ desde
que lo hiciese con Rafa Benítez en el banquillo. Otra época y otras costumbres
para una entidad cuya historia ha vuelto reverdecer este martes. Así lo
demostró ante un City cuya superioridad en el campeonato doméstico no le ha
valido en Europa.
Y eso que
los ‘citizens’ tuvieron el comienzo soñado. A los dos minutos
el equipo de Pep Guardiola logró el 1-0 en una brillante acción de Sterling que
acabó en botas de Gabriel Jesus. El brasileño no perdonó después de que Van
Dijk regalase el balón en la salida. El escenario era perfecto para los de
casa.
El City continuó con este ritmo infernal durante toda la primera mitad. Los ‘sky blues’ jugaron
cada minuto del primer acto como si fuese el ’89, demostrando
un nivel muy alto y pusieron su valentía como escudo. Sterling estuvo muy cerca
del segundo y Bernardo Silva, que dio una exhibición, la estrelló en el palo con
un disparo en el corazón del área.
Antes de la acción llegó la jugada más protestada del partido y que le acabó costando la
expulsión a Guardiola. Sané marcó el segundo en posición legal y el árbitro del
encuentro, el español Mateu Lahoz, señaló fuera de juego de manera
incomprensible. Ni hubo falta, ni ‘offside’ y el Liverpool
cogió aire justo antes del descanso.
Llegó entonces la expulsión de Guardiola, que mandó callar al colegiado y no terminó el partido. El de Santpedor tuvo que seguir el choque desde el palco y fue desde ahí donde vio el adiós de su equipo. Primero porque el fuelle no era el mismo después del gigantesco esfuerzo en los 45 minutos iniciales y segundo porque los de Klopp reaccionaron a tiempo.
Salah, la bandera del club de Anfield esta temporada, picó por encima de Ederson en un desajuste e impidió que su oponente tuviese más fuerzas. Este gol desactivó a un City que siguió teniendo la posesión, pero no pudo -siquiera- llevarse la victoria. Firmino se encargó de dejar sin historia al partido con el 1-2 tras un error en la zaga local.
Los de Guardiola siguieron buscando la portería rival, pero no hubo forma de añadir más honores al comportamiento de un City que mereció mucho más y que pagó muy caro sus despistes en la ida. El Liverpool, por su parte, sigue con paso firme y decidido, dispuesto a tocar la cima con las dos manos tras haber acabado con uno de los favoritos.