Jaime Trevijano
Real Madrid y Juventus se dispusieron este martes a abrir
los cuartos de final de la Liga de Campeones, exactamente 10 meses después de
que ambos se enfrentaran en la final de Cardiff para el éxtasis merengue. El
caso es que en el primer capítulo de este cruce estelar se iban a atravesar las
inercias contrapuestas de los dos aristócratas continentales por excelencia. Si
bien los dos contendientes llegaban en el mejor punto de forma del curso, los
españoles arrastraban más irregularidad -esa que les sacó de la pugna por
LaLiga hace semanas- e iban a tener que evidenciar más consistencia que en la
media de este ejercicio liguero.
Los dos escuadrones han apostado por mantener la mayor parte
de sus piezas con respecto al pasado 3 de junio, por lo que se preveía un
ajedrez similar. Massimiliano Allegri tuvo que lidiar con las ausencias de
Benatia y Pjanic, elementos nucleares en la zaga y la creación de juego, y las
molestias que dejaron en el banquillo al otrora titular Mandzukic y al
revulsivo Cuadrado. Zidane, por su parte, desplegó un 4-4-2 similar al local,
con Isco apoyando a Kroos, Modric y Casemiro. Benzema, Ronaldo, Dybala e
Higuaín, por ende, mantendrían la jurisdicción goleadora.
Plantearon los transalpinos el guión característico que
implementan cuando defienden el Juventus Stadium: ritmo disparatado, presión
muy alta y exigencia absoluta de precisión y concentración. Durante buena parte
del duelo, su centro del campo obviaría el ataque en estático y elaborado para
abocarse al frenesí de la verticalidad, con Betancur y Khedira -titular en
detrimento del fichaje Matuidi- como lanzadores. El equilibrio táctico
madridista sufriría de lo lindo para mantener juntas sus líneas y Keylor Navas
tendría más trabajo que Buffon. Pero ocurrió que en el tercer minuto Marcelo
batió a dos peones rivales en banda para que Isco ganara la línea de fondo y
centrara con veneno. Ronaldo se anticipó a los zagueros y abrió el marcador con
un golpeo de exterior punzante, que entró pegado al segundo poste.
El zarpazo del vigente campeón, al que asistió su jerarquía
antes que el propio juego, le permitió granjearse intervalo de dominio
horizontal del cuero. Quiso anestesiar el tempo el conjunto visitante, pero no
podría domar el pentagrama turinés antes del intermedio. Allegri acumuló dos
laterales en el perfil izquierdo -Asamoah y Alex Sandro- y puso a Douglas Costa
y a De Siglio en la banda derecha con el fin de exigir y neutralizar a Carvajal
y a Marcelo. Y, salvo en ese precoz fogonazo español, lograría el éxito en su
planteamiento. Negó a Zizou el patrón de la pelota y del compás, y no le costó
llegar a posiciones de remate. La presión visitante pronto aminoró ante la
capacidad juventina para lanzar transiciones fugaces.
Sergio Ramos salvaría, in extremis, el aviso inicial, de
Dybala, en el minuto 7. El central sevillano, que sacó otro intento en el área
-del todoterreno Betancur, en el minuto 14-, y Varane se destacaron como los
mejores de su delegación antes del descanso. El espigado francés pudo filtrar
un cabezazo por encima del larguero antes del advenimiento del intento de
asalto italiano. Y las imprecisiones en los tres cuartos de cancha gobernarían
la tendencia de ida y vuelta antes de que Keylor Navas salvara la ventaja
provisional con una mano excepcional al remate, en el área pequeña, de Higuaín
-minuto 23-.
El balón parado agujereó a las dos retaguardias como el
nicho a explotar en esa guerra de guerrillas desatada. Pudo ajustar el bloque
capitalino la cohesión de sus líneas y la pericia en el pase (90% de
efectividad) para apagar la efervescencia ajena. En consecuencia, se quemarían
los minutos con Modric y Kroos vaciándose para cubrir las superioridades
italianas en banda y los pases entrelíneas. Pero Dybala sólo sería intermitente
y el peligro remitiría. No obstante, el interior alemán restallaría el larguero
de Buffon a pase de Benzema en el 37, tras un latigazo desde 25 metros que
refrescaba la amenaza atacante merengue.
Mas, antes del camino a los vestuarios se desdibujaría la
concentración en fase defensiva de los favoritos y la Juve detectó una
horquilla para insuflar dudas en la resistencia española. De Siglio
descorcharía el respingo con un derechazo angulado que no rematarían los puntas
bianconeri. Además, Dybala no superaría la barrera en una falta lanzada desde
la frontal y ejecutaría un remate de tijera fuera de dirección. Y el cabezazo
fallido de Chiellini, a metros de la línea de meta de Navas, dio carpetazo a
una conclusión del primer acto que llenaba de esperanza a los de Turín y de
desasosiego a un Madrid alejado del escenario que más le favorece.
Impedido para establecer combinaciones controladoras y para
contragolpear, Zidane no tardaría en matizar su apuesta. La tarjeta de chuts
reflejó el dominio local, con 8-3 en tiros. Así, en el minuto 59, toda vez que
confirmó que el paisaje no había cambiado, sentó a Benzema -que venía de
propiciar un chut descontextualizado de Ronaldo en el 50 de juego- y colocó a
Lucas Vázquez para acumular enteros en la batalla por las riendas de la medular
y, con ello, del enfrentamiento. Y con más piezas por detrás de Cristiano los
de Concha Espina crecieron y recuperaron la convicción en el pase y en la
transición. Sólo una falta lanzada por Dybala, que rozó la cruceta de Navas
tras tocar en la barrera, inquietaría a la zaga madrileña.
Y Ronaldo emergería, colosal, para casi decidir el pase a
cuartos. El luso ganó la espalda a Chiellini y regateó a Buffon para permitir
que Lucas chutara, con el arquero descolocado. El campeón del mundo transalpino
se rehízo, pero el rechace cayó en Carvajal, que emitió una parábola que fue
cazada por el portugués con una chilena deliciosa. La pelota se coló pegada al
palo -minuto 65-. Esta diana constituiría el punto de inflexión global, pues
antes del 75 Dybala sería expulsado -doble amarilla por fingir un penalti y por
patear, a destiempo, a Carvajal- y Marcelo autografiaría el 0-3 después de
hilvanar dos paredes en la frontal -con Isco y Ronaldo-.
Con el ambiente congelado, Allegri sustituiría a Asamoah,
Douglas Costa y Khedira para dar una alternativa descorazonadora a Mandzukic,
Matuidi y Cuadrado. No funcionarían los relevos, ya que el timón pertenecería a
un Real Madrid crecido tras haber navegado al borde del naufragio. Asensio y
Kovacic darían respiro a Isco y Modric, y Buffon vería más amenazada su
portería. El croata recién incorporado se chocaría con el travesaño local, el
balear lo intentaría y Ronaldo buscaría su hat-trick en otras tres probaturas.
Los errores de Higuaín y de Cuadrado, en el descuento, dieron testimonio de la
distancia sideral en cuanto a la pegada que elevó a los merengues en el feudo
juventino (sólo habían perdido los líderes de la Serie A una vez en los últimos
75 duelos disputados en su casa y en todas las competiciones). Para que el
proyecto de Zidane alcanzara otra cima.