miércoles, 11 de abril de 2018

RIDÍCULO HISTÓRICO DEL BARCELONA

Jordi Grimau

Mano de hierro en Liga, con una diferencia inalcanzable para el segundo, invicto tanto en casa como en Europa y con una ventaja de tres goles para la vuelta. Con este bagaje, el FC Barcelona se presentaba en el Olímpico de Roma para poner el sello al pasaporte y pasar al bombo del sorteo de semifinales. Un guión escrito hace siete días y que hubo que hacer pedazos.

¿Se presentó el futurible campeón de Liga española hoy en el Olímpico? La respuesta no parece afirmativa. La Roma, que se marchó el fin de semana entre pitos de su afición tras perder, arrasó al Barcelona. El 3-0 y el pase no sólo pareció justo sino que incluso se pudo quedar corto teniendo en cuenta lo que se vio sobre el terreno de juego. Exhibición de los de Di Francesco ante un equipo azulgrana inédito. Un muñeco de trapo en manos de los romanos, inertes en el césped mientras eran zarandeados e incapaces de electrificar una mínima reacción ante el abismo que se abría ante ellos.

Dzeko abrió el marcador en el minuto 6 adelantándose a la espalda de la zaga azulgrana dando rédito a un fenomenal pase vertical de De Rossi. El arreón romano era esperable e, incluso, un gol aceptable. Pero la energía de la Roma no encontraba límite y las llegadas se sucedían una detrás de otra. Balones aéreos desde los laterales, donde Florenzi y Kolarov, dueños de ambos carriles, bombardeaban el área buscando los dos "tanques" de la delantera. Cada pelota alta, un drama para el Barcelona.

El 3-5-2 de Di Francesco ahogaba el centro del campo de Valverde, que apostó por el mismo once de la ida, el del 4-1. Messi, anulado por la agresiva presión de la Roma, cedió protagonismo a Ter Stegen, salvador una derrota aún más sonrojante.

La intensidad y atrevimiento de la Roma continuó en la segunda. Si se dijo "querer es poder" en el vestuario, llevaron al límite el ejemplo sobre el campo. Aún el esfuerzo no estaba recibiendo el premio merecido, pues quedaban dos tantos de diferencia y la posibilidad de recibir alguno.

La pasividad del Barcelona tocó techo cuando Dzeko recibió de espaldas dentro del área y, mientras daba la media vuelta, fue derribado con claridad por Piqué. Penalti. De Rossi, que lleva once penas máximas consecutivas anotando, no perdonó con su infinita carrerilla en la 12ª ocasión. El marcador ya tenía el 2-0 y las 56.000 almas del estadio atronaban para llevar en volandas a su equipo.
Valverde miraba a la banda y no terminaba de decidirse por los cambios. Dembelé y Paulinho amagaban con prepararse pero eran enviados de vuelta a calentar. Dudas por un lado y empecinamiento por otro. No perdonaba la Roma, que metía aún más desborde con la entrada de Under y El Shaarawy.

El egipcio tuvo en sus pies el 3-0, pero de nuevo surgió la figura de Ter Stegen. Under tuvo su protagonismo cuando poco después, ya en el minuto 83, envió un córner donde Kostas Manolas, anticipándose a todos -en especial Semedo-, remató de cabeza en el primer palo para decantar la balanza con el anhelado y merecido 3-0.

Ahora sí, mientras caía por el abismo, el Barcelona trató de asirse al borde del precipicio con un toque de corneta. La Roma se parapetaba y el Barcelona chocaba ahora contra un muro. La historia, hoy, le dio una página dorada al conjunto italiano, que no cruzaba esta frontera en la competición desde 1984.