Jordi Grimau
La cara de Iniesta tras la eliminación ante la Roma en Liga
de Campeones reflejaba la decepción de un histórico del Barcelona ante la que
era una decepcionante despedida de la máxima competición continental. Ese pesar
en la mirada tuvo este sábado reflejo al otro lado del espectro.
Con su marcha a China confirmada, Iniesta dejó sobre el
césped del Wanda Metropolitano una exhibición de por qué se le ha considerado
uno de los mejores jugadores del panorama futbolístico. Tanto él como todo el
equipo de Valverde se tomó esta final como una reválida de aquella decepción,
dejando al Sevilla como una mera comparsa y dando una pátina más de
incredulidad a la hazaña de la Roma.
El problema para el Sevilla no era sólo que Iniesta quiso
dar una clase magistral sino que Messi no iba a dejar pasar la ocasión para
poner de relieve su estado de forma. Ahogando al Sevilla con la pelota en los
pies, el Barcelona encerró a su rival desde el primer momento.
Aún con todo, el marcador lo abrió Suárez poco antes del
cuarto de hora gracias a la combinación entre el fenomenal pie de Cillesen, que
lanzó un pase desde su área hacia el desmarque de Coutinho más allá de la línea
de medio campo, y el error de la zaga sevillista, que perdió tiempo de reacción
y colocación dudando si había fuera de juego o no. No lo hubo, y Coutinho
dispuso de espacio y tiempo para esperar la llegada de Suárez, que acabó
empujando, no sin dificultad, la pelota al fondo de la red.
El 0-1 pareció por momentos despertar al Sevilla de su
letargo y llegó a contar con varios acercamientos y ocasiones que rondaron la
portería, empero, la fuerza y puntería de las mismas no fue la correcta.
Entretanto, el Barcelona seguía buscando alguna conexión con
peligro tocando y tocando. Y así, a la media hora, sumó el segundo tanto con un
auténtico golazo. Iniesta y Alba hicieron diabluras en banda izquierda hasta
lograr que el lateral se lanzara al interior del área buscando la línea de fondo.
Al borde del área pequeña, Alba se inventa un taconazo atrás para que Messi
llegara y rematara de primeras con la zurda para firmar el 0-2.
Grogui el Sevilla, el Barcelona no frenó y obtuvo rédito a
su dominio con el tercer tanto, ya en el minuto 40. Messi, con un primer toque
brutal, dejó solo a Suárez con la pelota para que batiera sin dificultad a
David Soria.
El paso por vestuarios cambió poco la dinámica en la segunda
mitad. Montella dio entrada a Sandro por Correa para tratar de sacar petróleo
en los balones arriba. Pero la noche no estaba destinada a una remontada mítica
de las que acostumbran los andaluces. La noche tenía un protagonista y ese era
Andrés Iniesta.
El manchego abrió la jugada y el manchego la culminó. Entre
medias, una pared con Messi para quedar dentro del área y un mareo a Soria para
quedarse con toda la portería para él. Así, en el minuto 53, hizo Iniesta el
0-4, dando lustro al listado de goleadores en su última final como azulgrana.
La noche azulgrana siguió brillando aún más según pasaban
los minutos. La afición sevillista seguía animando a los suyos a pesar de las
circunstancias, que se siguieron agravando para ellos en el minuto 68.
Una mano clara de Lenglet privó en primera instancia a
Coutinho celebrar un gol al quedar anulado por el penalti pitado. La
celebración del brasileño sólo se pospuso unos segundos dado que fue el
encargado de lanzar, y convertir, la pena máxima para hacer subir el 0-5 al
electrónico.
Una final copera con tal diferencia sobre el campo y en el
marcador retrotrae a un fútbol de otro tiempo. De hecho, salvando el 6-1 del
Real Madrid al Castilla, hay que seguir buceando en los anales para llegar al
5-0 del Athletic al Espanyol en 1915. Historia vista este sábado que tendrá en
Iniesta al MVP más que merecido. Recuperando para hoy la versión que le hizo
grande y que le permite, ahora sí, irse con la cabeza alta de una última final
y con el título liguero a tiro de triunfo.