jueves, 12 de abril de 2018

NOCHE EMBRUJADA

Cerquísima estuvo el Real Madrid de ser remontado por la Juventus en una noche aciaga en defensa y cara al gol que fue salvada en el minuto 93 por un gol de Ronaldo de penalti por la escuadra

Antonio Blanca


El Real Madrid afrontó ayer miércoles una prueba de fuego a su concentración. El 0-3 cosechado en Turín bien podía generar una relajación similar a la exhibida por el Barcelona en su histórica debacle en Roma. La Juventus, que llegó sin Dybala, es, al fin y al cabo, la ganadora de la Serie A en las últimas seis temporadas, amén de una defensa colosal y en bloque emblemático por su ancestral competitividad. Por todo ello, en Chamartín se pretendió evitar cualquier atisbo de autocomplacencia. El billete a semifinales estaba muy encarrilado, más que como lo tenía el conjunto de Valverde, pero la batalla estaba servida. La desconcentración abriría las puertas al averno.

Zinedine Zidane suplió la baja de Sergio Ramos apostando por Vallejo. Prefirió dejar a Casemiro en su lugar, como ancla de la medular dirigida por Modric, Kroos e Isco. Asimismo quiso entregar la alternativa a un hambriento Bale como pareja de Ronaldo. Allegri, por su parte, sólo se dejó en el banquillo a Cuadrado. Sacó el italiano a todo el arsenal restante, con Mandzukic, Higuaín y Douglas Costa como línea ofensiva de un 4-3-3 que anhelaba conducir el envite al plano físico. De Sciglio y Alex Sandro se transformarían en extremos y los balones largos hacia la delantera se erigían como una solución de la que no pudieron tirar en la ida. Por ende, no cabían desajustes inoportunos que cultivaran un paisaje alejado del control del esférico y el tempo estudiado por los locales.

Pues bien, a los dos minutos el ardor juventino ya había arrancado el 0-1. Superó la presión merengue (se notó sobremanera el regreso de Pjanic) y lanzaron una transición en la que Douglas Costa ganó a Casemiro y abrió a Khedira. Cuatro transalpinos esperaban el centro, por tres zagueros locales, y el germano puso un envío sublime que Mandzukic embocó a la red, en solitario y desde el segundo poste. Cada recuperación de la Vecchia Signora se traduciría en fogonazos, con centros laterales venenosos, sobre todo por el perfil de Marcelo. Navas taparía un centro de Costa, todo un puñal, y rechazó el remate de Higuaín al rechace.

Tardó diez minutos el Madrid en domar a su oponente. Matuidi, Khedira, Mandzukic, Costa e Higuaín lanzaban una presión asfixiante que Modric, Kroos, Isco y Casemiro demorarían en domesticar. Cuando lo hicieron, el croata tiró una pared con Ronaldo y dejó a Bale en mano a mano con Buffon. El icónico portero repelió el primer intento y el taconazo del galés en el rebote se fue al lateral de la red. Se asentó el vigente ganador del torneo e Isco se estrelló en Buffon de primeras, para en un posterior envite batirlo. El gol fue anulado de manera injusta, pudiendo haber supuesto el empate a uno y el punto y final a la agónica noche que la Liga de Campeones le deparó al Real Madrid.

La esencia del enfrentamiento se desnudaría con celeridad, el ataque predominó. Los líderes en la carrera por el Scudetto entraban por el carril de Douglas Costa con placidez y un córner provocado por esa vía ofreció a Mandzukic un remate que Keylor acertó a neutralizar. Padecieron los visitantes la lesión de De Sciglio que hizo entrar a Leichteiner e implementarían una cesión de metros y de la iniciativa, con ráfagas de presión, que alejaron a los madridistas del área propia. Khedira emitió una volea fuera de tino, subrayando la jerarquía de una Juventus que ocupaba los espacios con sabiduría.

Pasada la media hora la pelota comenzó a pintarse de blanco (60% de posesión). La activación tras pérdida capitalina daba resultados y Marcelo e Isco chutaron sin éxito. Buffon salvaría a los suyos en un cara a cara con el malagueño, patrocinado por un pase entre líneas de Ronaldo. Pero los bianconeri rubricarían que el primer capítulo de la eliminatoria fue un accidente y volverían a morder. Otra salida nítida de la circulación italiana, hiriendo a Marcelo, otra vez, confluyó en centro de Leichteiner y cabezazo a la red de Mandzukic. El ex del Atlético volvía a imponer sus centímetros a Carvajal. En el segundo poste, minuto 37.

El testarazo de Varane al larguero después de una falta lateral botada por Ronaldo, dio carpetazo a un primer tiempo en el que la ausencia de coordinación y ajustes defensivos de los merengues les penalizó hasta el punto de construir, de manera merecida, un escenario absolutamente tenso. No obstante, la relación de chuts a puerta favorecería a los turineses (3-4). El caudal ofensivo de Douglas Costa y la lucidez de Pjanic y Khedira en la distribución fue suficiente para poner en jaque a la zaga española endeble. Zidane, que vio cómo su delantero estrella no tiró en los 45 minutos iniciales y su dibujo no marcaba la pauta, debía reaccionar, pues otro tanto contrincante dispararía el olor a hecatombe en Concha Espina. La falta de puntería y de equilibrio táctico les abocó a un anochecer muy peligroso. El rendimiento en fase defensiva dio síntomas de caos.

El técnico galo lo hizo, con valentía. Sentó a Casemiro y a Bale para dar entrada a Asensio y Lucas Vázquez. Pasaba a competir con un 4-5-1, para reforzar su medular y tino en el cuidado del esférico. Aunque sacrificara al único recuperador de su centro del campo. Douglas Costa señalaría el envés de esa decisión y chutó fuera, desde la frontal al inicio del segundo tiempo. Zizou leyó lo idóneo de convulsionar a sus futbolistas cuanto antes y el prólogo de la reanudación entregaría el timón a su escuadrón. Ronaldo chutaría por primera oportunidad en el minuto 57, ampliando la sombra de Buffon. Pero sufriría en el cierre, Higuaín probó a Navas y el 'tico' marraría al atajar un envío punzante de Costa (el mejor del partido) que Matuidi usó para empatar la eliminatoria. Restaba media hora, un gol de cualquiera de los dos contendientes mandaba al otro fuera. Tres centros laterales desde la banda izquierda madrileña sangraron hasta el colapso al gigante nacional.

Empezaba otro partido de 30 minutos. Con el valor doble de los goles y la confianza como elementos nucleares. Una falta desde la frontal lanzada arriba por Asensio inauguró las hostilidades. La iniciativa sería madridista, pero sólo llegaría a la meta italiana antes de la recta postrera con un chut mordido de Ronaldo. Zidane completó los cambios sacando a Modric (lesionado) por Kovacic. La Juventus, más encerrada que nunca (con el granero lleno), esperaría. Isco y Varane tuvieron el gol en sus remates (uno lo sacó Buffon, el otro lamió a madera) antes de que Cristiano perdonara de cabeza rozando la prórroga.

El desenlace de tamaña eliminatorio desentrañó un epílogo volcánico. Con la zaga italiana bien colocada y Asensio portando sobre sus hombros el peso de su club, desde la mediapunta se filtró uno de los pocos pases entre líneas. La pelota vertical y aérea de Kroos fue traducida en asistencia por Ronaldo de cabeza. Lucas Vázquez, en el área, tardó en reaccionar con la posición ganada y Benatia arribó por detrás para intentar despejar. Ante un contacto interpretable, el colegiado Michael Oliver pitó penalti. En el minuto 93, el del Madrid europeo. Después expulsaría por roja directa a Buffon, enajenado en las protestas, furibundo. Ronaldo se echó al Madrid a sus espaldas, y a todo el madridismo. Clavó el penal en la escuadra, con  una definición al alcance de los elegidos. Rumbo directo del Real Madrid a sus octavas semifinales consecutivas y la Juventus murió de pie. Allegri triunfo y Zidane sobrevivió.