Cerquísima
estuvo el Real Madrid de ser remontado por la Juventus en una noche aciaga en
defensa y cara al gol que fue salvada en el minuto 93 por un gol de Ronaldo de
penalti por la escuadra
Antonio Blanca
El
Real Madrid afrontó ayer miércoles una prueba de fuego a su concentración. El
0-3 cosechado en Turín bien podía generar una relajación similar a la exhibida
por el Barcelona en su histórica debacle en Roma. La Juventus, que llegó sin
Dybala, es, al fin y al cabo, la ganadora de la Serie A en las últimas seis
temporadas, amén de una defensa colosal y en bloque emblemático por su
ancestral competitividad. Por todo ello, en Chamartín se pretendió evitar
cualquier atisbo de autocomplacencia. El billete a semifinales estaba muy encarrilado,
más que como lo tenía el conjunto de Valverde, pero la batalla estaba servida.
La desconcentración abriría las puertas al averno.
Zinedine
Zidane suplió la baja de Sergio Ramos apostando por Vallejo. Prefirió dejar a
Casemiro en su lugar, como ancla de la medular dirigida por Modric, Kroos e
Isco. Asimismo quiso entregar la alternativa a un hambriento Bale como pareja
de Ronaldo. Allegri, por su parte, sólo se dejó en el banquillo a Cuadrado.
Sacó el italiano a todo el arsenal restante, con Mandzukic, Higuaín y Douglas
Costa como línea ofensiva de un 4-3-3 que anhelaba conducir el envite al plano
físico. De Sciglio y Alex Sandro se transformarían en extremos y los balones
largos hacia la delantera se erigían como una solución de la que no pudieron
tirar en la ida. Por ende, no cabían desajustes inoportunos que cultivaran un
paisaje alejado del control del esférico y el tempo estudiado por los locales.
Pues
bien, a los dos minutos el ardor juventino ya había arrancado el 0-1. Superó la
presión merengue (se notó sobremanera el regreso de Pjanic) y lanzaron una
transición en la que Douglas Costa ganó a Casemiro y abrió a Khedira. Cuatro
transalpinos esperaban el centro, por tres zagueros locales, y el germano puso
un envío sublime que Mandzukic embocó a la red, en solitario y desde el segundo
poste. Cada recuperación de la Vecchia Signora se traduciría en fogonazos, con
centros laterales venenosos, sobre todo por el perfil de Marcelo. Navas taparía
un centro de Costa, todo un puñal, y rechazó el remate de Higuaín al rechace.
Tardó
diez minutos el Madrid en domar a su oponente. Matuidi, Khedira, Mandzukic,
Costa e Higuaín lanzaban una presión asfixiante que Modric, Kroos, Isco y
Casemiro demorarían en domesticar. Cuando lo hicieron, el croata tiró una pared
con Ronaldo y dejó a Bale en mano a mano con Buffon. El icónico portero repelió
el primer intento y el taconazo del galés en el rebote se fue al lateral de la
red. Se asentó el vigente ganador del torneo e Isco se estrelló en Buffon de
primeras, para en un posterior envite batirlo. El gol fue anulado de manera
injusta, pudiendo haber supuesto el empate a uno y el punto y final a la
agónica noche que la Liga de Campeones le deparó al Real Madrid.
La
esencia del enfrentamiento se desnudaría con celeridad, el ataque predominó. Los
líderes en la carrera por el Scudetto entraban por el carril de Douglas Costa
con placidez y un córner provocado por esa vía ofreció a Mandzukic un remate
que Keylor acertó a neutralizar. Padecieron los visitantes la lesión de De
Sciglio que hizo entrar a Leichteiner e implementarían una cesión de metros y
de la iniciativa, con ráfagas de presión, que alejaron a los madridistas del
área propia. Khedira emitió una volea fuera de tino, subrayando la jerarquía de
una Juventus que ocupaba los espacios con sabiduría.
Pasada
la media hora la pelota comenzó a pintarse de blanco (60% de posesión). La
activación tras pérdida capitalina daba resultados y Marcelo e Isco chutaron
sin éxito. Buffon salvaría a los suyos en un cara a cara con el malagueño,
patrocinado por un pase entre líneas de Ronaldo. Pero los bianconeri
rubricarían que el primer capítulo de la eliminatoria fue un accidente y
volverían a morder. Otra salida nítida de la circulación italiana, hiriendo a
Marcelo, otra vez, confluyó en centro de Leichteiner y cabezazo a la red de
Mandzukic. El ex del Atlético volvía a imponer sus centímetros a Carvajal. En
el segundo poste, minuto 37.
El
testarazo de Varane al larguero después de una falta lateral botada por
Ronaldo, dio carpetazo a un primer tiempo en el que la ausencia de coordinación
y ajustes defensivos de los merengues les penalizó hasta el punto de construir,
de manera merecida, un escenario absolutamente tenso. No obstante, la relación
de chuts a puerta favorecería a los turineses (3-4). El caudal ofensivo de
Douglas Costa y la lucidez de Pjanic y Khedira en la distribución fue
suficiente para poner en jaque a la zaga española endeble. Zidane, que vio cómo
su delantero estrella no tiró en los 45 minutos iniciales y su dibujo no
marcaba la pauta, debía reaccionar, pues otro tanto contrincante dispararía el
olor a hecatombe en Concha Espina. La falta de puntería y de equilibrio táctico
les abocó a un anochecer muy peligroso. El rendimiento en fase defensiva dio
síntomas de caos.
El
técnico galo lo hizo, con valentía. Sentó a Casemiro y a Bale para dar entrada
a Asensio y Lucas Vázquez. Pasaba a competir con un 4-5-1, para reforzar su
medular y tino en el cuidado del esférico. Aunque sacrificara al único
recuperador de su centro del campo. Douglas Costa señalaría el envés de esa decisión
y chutó fuera, desde la frontal al inicio del segundo tiempo. Zizou leyó lo
idóneo de convulsionar a sus futbolistas cuanto antes y el prólogo de la
reanudación entregaría el timón a su escuadrón. Ronaldo chutaría por primera
oportunidad en el minuto 57, ampliando la sombra de Buffon. Pero sufriría en el
cierre, Higuaín probó a Navas y el 'tico' marraría al atajar un envío punzante
de Costa (el mejor del partido) que Matuidi usó para empatar la eliminatoria.
Restaba media hora, un gol de cualquiera de los dos contendientes mandaba al
otro fuera. Tres centros laterales desde la banda izquierda madrileña sangraron
hasta el colapso al gigante nacional.
Empezaba
otro partido de 30 minutos. Con el valor doble de los goles y la confianza como
elementos nucleares. Una falta desde la frontal lanzada arriba por Asensio
inauguró las hostilidades. La iniciativa sería madridista, pero sólo llegaría a
la meta italiana antes de la recta postrera con un chut mordido de Ronaldo.
Zidane completó los cambios sacando a Modric (lesionado) por Kovacic. La Juventus,
más encerrada que nunca (con el granero lleno), esperaría. Isco y Varane
tuvieron el gol en sus remates (uno lo sacó Buffon, el otro lamió a madera)
antes de que Cristiano perdonara de cabeza rozando la prórroga.
El
desenlace de tamaña eliminatorio desentrañó un epílogo volcánico. Con la zaga italiana
bien colocada y Asensio portando sobre sus hombros el peso de su club, desde la
mediapunta se filtró uno de los pocos pases entre líneas. La pelota vertical y
aérea de Kroos fue traducida en asistencia por Ronaldo de cabeza. Lucas
Vázquez, en el área, tardó en reaccionar con la posición ganada y Benatia
arribó por detrás para intentar despejar. Ante un contacto interpretable, el
colegiado Michael Oliver pitó penalti. En el minuto 93, el del Madrid europeo.
Después expulsaría por roja directa a Buffon, enajenado en las protestas,
furibundo. Ronaldo se echó al Madrid a sus espaldas, y a todo el madridismo.
Clavó el penal en la escuadra, con una
definición al alcance de los elegidos. Rumbo directo del Real Madrid a sus
octavas semifinales consecutivas y la Juventus murió de pie. Allegri triunfo y
Zidane sobrevivió.