Jaime Trevijano
Argentina llegó a la segunda jornada con sensaciones propias
del desasosiego. Tras una fase clasificatoria en la que su rendimiento resultó
pobre y por la que pasaron hasta tres entrenadores, los americanos debían
doblegar a Croacia no sólo para ganar terreno en la pugna por el primer puesto
del grupo, sino para no abocarse al precipicio, toda vez que el 1-1 ante
Islandia inicial les dejó en una tesitura complicada. No cabía otro resultado.
Con la presión por las nubes, Lionel Messi debía tirar de un equipo al que
Jorge Sampaoli transformó sólo días después de su estreno.
El seleccionador sacrificó a tres nombres (Di María, Biglia
y Rojo) y modificó el sistema, en un movimiento muy arriesgado y que, desde
luego, no evidenciaba confianza en la senda pensada por el cuerpo técnico. Pasó
a jugar con tres zagueros (Tagliafico, Otamendi y Mercado), mantuvo a Salvio y
metió a Acuña como carrilero zurdo para acompañar al doble pivote conformado
por Mascherano y Enzo Pérez. El dibujo se tornaba más defensivo, con Agüero
como único punta y Meza en el rol de llegador, al lado del genio. Frente a
ellos se alzaba un combinado balcánico que reprodujo su estructura, con la
única variante de Brozovic por Kramaric -más pelota y equilibrio que en el
debut exitoso ante Nigeria-.
Y tardó cinco minutos Perisic en susurrar el riesgo asumido
por Sampaoli: el extremo del Inter tomó la espalda de Salvio, se plantó en el
área y cruzó un zurdazo que Caballero envió a córner con una estirada de foto.
Salieron los entrenados por Zlatko Dalic replegando, negando espacios al crack
azulgrana, desafiando a la Albiceleste a llevar el peso de la pelota sin
mediocentros creativos y aguardando a emitir relámpagos en transición que
testarían los automatismos del novedoso esquema argento. Y en el 10 Rakitic vió
la incorporación solitaria de Vrsaljko que el lateral del Atlético no tradujo
en asistencia de gol por poco.
Modric y el interior del Barça jugaban más sueltos, al
resguardo del esfuerzo de Brozovic, por lo que las contras croatas amanecieron
con fluidez. Presionaba muy arriba Argentina y de forma coordinada, aunque en
cada desajuste sufriría. Quería ser protagonista, con más ritmo que en el
tropiezo islandés y con Acuña y Salvio llegando hasta línea de fondo. Avisaría
Meza con un remate desde el punto de penalti que Lovren desvió a córner -minuto
14-. El diapasón de los dos veces campeones del Mundial era el pronosticable
ante la emergencia que constituía cosechar los tres puntos. El gusto por la
asociación perenne de los balcánicos quedó aplazada. Por lectura propia y
personalidad ajena.
Concatenaría errores e imprecisiones el candidato al título,
enfriando su intento de incendio en el prólogo. Mas, en el 21 Acuña lanzó un
centro tenso desde la banda zurda que se toparía con el travesaño. La hoja de
ruta croata pasaba por jugar con los nervios y la paciencia rivales, renegando
de su identidad tendente a la toma del timón. Cada minuto que pasara con empate
a cero allanaría el cauce escogido para este combate de altura. Y la media hora
se cruzaría con la anestesia granjeándose importancia. Y es que toda vez que se
asentaron en la ocupación de espacios, los europeos saltearían subidas de
líneas sin pelota que trompicaron la idea argentina. Los amarres del rigor
táctico gobernaban.
Entonces, tras el córner olímpico fallido lanzado por Meza,
Enzo Pérez remató fuera un balón suelto, cuando la portería estaba vacía
-minuto 31-. La indecisión compartida por Subasic, Lovren y Vrsaljko se alió
con la persistente presión argentina para generar un desaguisado que rozó el
1-0. Y en el 33 el lateral del Atlético conectó con Mandzukic, totalmente
desmarcado. El delantero de la Juventus perdonó desde el segundo poste. Otro
desajuste que corroboraba el espinoso envés del valiente libreto de Sampaoli.
Un choque aéreo entre Rebic -veloz extremo supeditado al trabajo
defensivo- y Mercado congeló el tempo, en la aproximación hacia el descanso. El
sudor, la estrategia y la intensidad vencían a cualquier otro parámetro. Los
europeos insuflarían el ingrediente de la dureza para ganar el intermedio.
Modric y Rakitic no esquivaron las emboscadas y Messi tampoco asomó. Nombres
como Salvio, Otamendi, Mandzukic y Vida resultaron más repetidos que los de los
astros, con lo que se atestiguaba la cara industrial de lo visto. La variante
argentina mejoró prestaciones pero no refrescó la jerarquía que se le
presupone. Adolecieron de claridad ofensiva. Otra vez. Y un derechazo a las
nubes de Rebic, al que puso en vuelo Modric, bajó el telón de un primer acto
batallado y favorable al guión de Dalic.
Sin cambio de fichas ni de perspectiva se reanudó el
enfrentamiento. Lo hizo con el cansancio acechando al derroche argentino y sin
novedades en el ratio de posesión. Se quemaron cinco minutos plomizos hasta que
Aguero empujara en el cuerpeo con Lovren para chutar a las manos de Subasic. Y
Croacia respondió alzando las líneas y recogiendo frutos de manera
rocambolesca: Caballero cometió un fallo grosero -quiso sacar la pelota jugada
con un toque sutil- que Rebic amortizó con una volea soberbia -minuto 54.
Sampaoli metió de inmediato a Higuaín por el 'Kun' y a Pavón por Salvio, en dos
cambios preparados antes de ese cataclismo y que no aumentaban su ambición.
Yacía golpeada una Argentina al límite. La endeble
mentalidad que torpedeó su devenir en la fase clasificatoria iba a ser fiscalizada
con ardor abrasivo. Las pérdidas se amontonaron en zonas cómodas de asociación
y Kramaric saltó al verde para dar respiro al vaciado Rebic. La planificación
balcánica viajaba sobre ruedas. Un testarazo de Mandzukic que fue repelido por
la zaga redundó en crecimiento del control croata.Con 30 minutos por jugar la
Albiceleste debía sacar la cabeza y Messi, salir de su instrascendencia
apática. El 10 era absolutamernte necesario. Aunque fallara con todo a favor,
en la pesca de un rechace de Subasic al remate de Meza -en el área pequeña-.
Rakitic abortaría la mejor ocasión de sus contriincantes.
Mandzukic embocó un centro de Vrsaljko en el lateral de la
red -minuto 66-, con los americanos arriesgando todo y dejando hectáreas a su
espalda. El ex entrenador del Sevilla le daría la alternativa, al fin, a Paulo
Dybala. Cuando no le quedaba otra. Sentó a Enzo Pérez para rodear a Messi de
talento en una recta final agónica y larga (de 20 minutos). En este peldaño
abrazaría del todo Dalic el modelo de repliegue y salida. Y "La Joya"
juventina abrió su espita con un zurdazo cruzado y fuera de palos. Mas, con
cuatro delanteros el asedio no sobrevendría. La calidad de Modric decidiría con
un cañonazo colosal -minuto 81- que fijó el 0-2. Y el seleccionador balcanico ajustaría
supliendo al esforzado Perisic por la energía de Kovacic, para dar carpetazo a
un envite en el que demostraron más oficio coral.
Un lanzamiento de falta sensacional de Rakitic, que restalló
en la cruceta, redondeó el desenlace tenebroso de un conjunto argentino al que
le falló su faro y que acabó repartiendo patadas para desahogarse. Kovacic
asistiría al blaugrana para el 0-3 definitivo. Resultaron inferiores en la
colectividad ante croatas e islandeses. Y la estrella no arribó a lucir para
tender otra soga a Sampaoli. Así, una de las candidatas bordea ya el
cataclismo, pues no dependerá sólo de su resultado en la tercera jornada para
saber si accede a octavos o hace las maletas. Los balcánicos, sólo exigidos a
partir de la entrada del 'Pipita', vuelan: su técnica rima con su trabajo y se
disparan. Atravesándose en el hipotético horizonte de España.