Antonio Blanca
El
fútbol es un estado de ánimo y cuanta más excitación acumulan los jugadores
mejor parecen o son capaces de sacar todo el potencial que tienen dentro. Lo
hemos visto en el estreno del Mundial de Rusia con dos estrellas. Cristiano
Ronaldo jugó agitado contra España y consiguió tres goles. Messi palideció ante
Islandia, con poca chispa, y falló un penalti que le condena a ojos de la feroz
crítica de su país. La bomba en este inicio del Mundial la ha protagonizado
México. La ‘Tri’ ha sido capaz de ganar a la campeona del mundo con un juego
que ha rayado lo sublime en una soberbia primera parte por su electricidad,
verticalidad y desenfreno.
México
llegaba al Mundial, precisamente, con un escándalo protagonizado por un grupo
de internacionales que fueron pillados en una fiesta sexual. La revista
‘Pásalo’ desveló que ocho futbolistas organizaron una orgía con 30 mujeres,
música y bebidas pocos días antes de cruzar el charco y viajar a Europa para
jugar el último amistoso contra Dinamarca (9 de junio). La filtración de la
información, con un vídeo incluido, puso en jaque la concentración de la
selección mexicana. El amistoso contra los daneses lo perdieron (2-0) y el
ambiente quedó viciado.
Con
el pesimismo de que poco o nada tenían que hacer los mexicanos en el estadio de
Luzhniki se presentó la selección dirigida por Juan Carlos Osorio en el debut
contra la campeona del mundo. La respuesta fue sorprendente. De los ocho
internacionales que fueron reconocidos en la fiesta sexual jugaron cinco contra
Alemania: Ochoa, Carlos Salcedo, Héctor Herrera, Raúl Jiménez y Jesús Gallardo.
Se quedaron en el banquillo sin participar ni un minuto Giovani dos Santos,
Jonathan y Marco Fabián. El portero Guillermo Ochoa se lució con una
extraordinaria parada en un lanzamiento de falta de Kroos. Decisivo, enérgico,
motivado y crecido como todos.
No
hubo castigo ni nada parecido del seleccionador para los futbolistas señalados.
Más bien todo lo contrario. Apostó por ellos para que ese desenfreno que les
puso en la diana de la crítica en su país le dieran continuidad en el campo con
la pelota, con una respuesta fantástica de cómo se puede jugar bien al fútbol
si uno tiene el orgullo tocado y necesita reivindicarse para lavar su imagen.
De
‘orgía’ futbolística se puede calificar el triunfo de México contra Alemania
por esa primera parte de ataque directo y vertiginoso que dejó a los alemanes
sin respuesta y entre las cuerdas. No supieron reaccionar ante la velocidad de
los mexicanos con jugadores excitados. El gol lo hizo Hirving Lozano, un
futbolista que juega en el PSV Eindhoiven y que ha hecho 17 goles en Holanda,
pero el peligro fue constante con los contragolpes de Vela, Layún, Guardado y
Chicharito. Un festival de fútbol ofensivo y descarado de la ’Tricolor'
convirtió en un guateque las gradas del estadio de Luzhniki pobladas de
aficionados mexicanos.
A
Alemania le entraron temblores en las piernas y en Ciudad de México se detectó
un sismo de manera artificial registrado por dos sensores. Posiblemente por los
saltos masivos durante el gol de Hirving Lozano. Lo que ayer eran reproches por
una fiesta u orgía sexual hoy son alabanzas por el libertinaje de una selección
que se llevó por delante a los campeones del mundo. El Mundial de Rusia tiene
movida.