Antonio Blanca
Justin
Trudeau, primer ministro de Canadá, el que apretaba la mano de Donald Trump en
vez de estrechársela con recelo como hicieron tantos otros líderes mundiales,
abrió el camino al regreso de los tecnócratas al poder. Él colocó a un médico
de familia como Ministro de sanidad, a un empresario agrícola como Ministro de
agricultura o a un inmigrante somalí como Ministro de inmigración, refugiados y
ciudadanía. No se le olvidó ni un detalle. Ni siquiera el deporte, al frente de
cuya cartera colocó a Carla Qualtrough, una exnadadora paralímpica que
participó en los Juegos de Seúl 1988 y Barcelona 1992.
El
gobierno de Pedro Sánchez tiene una clara inspiración canadiense. El gobierno
de los mejores y los más aptos en cada parcela. Un astronauta para la ciencia.
Una economista del más alto nivel de la Unión Europea para Economía. Una fiscal
conocida por su lucha contra el yihadismo para Justicia. ¿Y para el deporte?
Para el deporte un periodista que ni sabe ni ha manifestado interés por saber.
Ahí están sus tuits para aclarar dudas.
<<Umberto Eco: "odio a los
deportistas". Yo, el deporte. Que manera de sobrevalorar lo físico! Ozu
No tuiteo de
fútbol porque no tengo ni puta idea. Perdonadme.
Menos deporte creo
que hago de todo
Cuanta gente del
mundo del deporte no acaba de entender esto.
Desconozco el
mundo del deporte, pero lo imagino. Mi respeto.>>
En
apenas ocho días el balón echará a rodar en Rusia. Comienza el 14 de junio el
Mundial de fútbol, donde la selección española de los Iniesta, Ramos o Piqué
parte como una de las grandes favoritas al título, y el máximo representante de
nuestro deporte ha dejado claro que de fútbol 'ni papa'.
El
nombramiento como ministro de Cultura y Deporte de Maxim Huerta, ha sido tan
celebrado por el mundo cultural como recibido con escepticismo por la parte
deportiva. De hecho, muchos argumentan sus recelos en base al primer tuit que
publicó nada más conocerse su nuevo puesto en el gobierno de Pedro Sánchez
acompañado de una foto junto a Ana María Matute. "La cultura nos hace más
libres", dice. Del deporte, nada.
De
este modo, junto con el astronauta Pedro Duque, el de Maxim Huerta es,
probablemente, el nombramiento más mediático del nuevo gobierno socialista,
donde las mujeres ocupan 11 de las 17 carteras asignadas por Pedro Sánchez. Un
movimiento en clara tendencia a fortalecer el papel de la mujer en los puestos
clave del ejecutivo que, sin embargo, ha quedado opacado precisamente por el
ministro de Cultura y Deporte.
Desde
el mismo momento de su nombramiento, y más allá de unos tuits de hace varios
años, lo cierto es que Maxim Huerta aterriza en una cartera llena de trampas y
en la que el deporte no le será un colchón donde descansar de las difíciles
decisiones que deberá tomar como responsable de la cultura española. Ni
siquiera se habla aún de las funciones de mediación tan necesarias y aún
pendientes en el deporte español.
A
José Ramón Lete, secretario de Estado para el deporte saliente, apenas le ha
dado tiempo a nada tras la salida de Miguel Cardenal, aunque las investigaciones
de la Guardia Civil tras las denuncias del Consejo Superior de Deportes de este
desembocaran en el desarrollo del 'Caso Soulé' por el que Ángel María Villar
acabó primero en la cárcel y después inhabilitado. Con Luis Rubiales al frente
de la RFEF, la nueva batalla con diferentes protagonistas del fútbol español
será uno de sus grandes desafíos desde el el día uno. Aunque no el único.
Mucho
más allá de eso, la guerra contra los amaños de partidos profesionales y
semiprofesionales (la pasada semana la Guardia Civil denunció sus sospechas
sobre dos partidos de Segunda División); el enfrentamiento entre la Federación
Española de Baloncesto y los clubes de la ACB a cuenta de las ventanas FIBA; la
necesidad de potenciar, dar visibilidad, estructura y peso al deporte femenino
en el ámbito de profesional; la negociación con las administraciones locales y
autonómicas tanto política como económicamente ya sea en los Juegos del
Mediterráneo de Tarragona o en la candidatura para los Juegos de invierno que
se está gestando en Barcelona; o el deporte en sí mismo como vía para hacer de
la española una sociedad mejor, donde la obesidad y el sedentarismo
desaparezcan ahorrándole así miles de millones a la sanidad nacional serán los
auténticos retos a contrarreloj de un ministerio que ya nace cuestionado.
Las
dudas en torno a la figura de Maxim Huerta y su trabajo radican precisamente
así, en su capacidad de gestión. Más allá de la política que nunca ha ejercido
de forma profesional preocupan los retos de gestión y mediación donde la figura
del ministro es fundamental. No sólo en el deporte, pues a esos retos se
enfrentará igualmente en el mundo de la cultura.
También
es cierto, sin embargo, que en España, tradicionalmente, la persona al frente
del deporte patrio ha sido el secretario de Estado para el deporte. De Gómez
Ángulo y aquel himno de Riego en la final de la Copa Davis frente a Australia a
Cardenal y su enfrentamiento personal con los rectores del fútbol español o los
supuestos cobros irregulares de Rafael Cortés hasta llegar al perfil negociador
de Lete y sin olvidar la figura de Jaime Lissavetzky y las candidaturas
olímpicas fallidas de Madrid.
El
gran acierto de Maxim Huertas será encontrar a la persona idónea (o aceptar la
que el PSOE le diga que es la persona adecuada) y dejarle trabajar como
secretario de Estado para el Deporte, aunque eso, una vez más desde el primer
nombramiento de un secretario de Estado para el deporte en 1977 en la figura de
Benito Castejón, sea la enésima falta de aprecio por parte de todos los
gobiernos de todos los colores a un ámbito de la sociedad tan fundamental como
el deporte, ya sea en cuanto a visibilidad o en lo que a la parte económica se
refiere.