Carlos de Blas
La selección brasileña espantó los fantasmas
de Maracaná y se clasificó para la final de la Copa Confederaciones, que
le medirá a Italia o España el próximo domingo, tras imponerse a
Uruguay por la mínima (2-1) en un partido pobre, ausente del 'jogo
bonito', y rácano para la 'verdeamarelha'.
Los pupilos de Scolari se apoyaron en un cabezazo de Paulinho, en
el minuto 86, para mandar al traste las ilusiones del primer campeón del
mundo, sobre todo, cuando el guion del encuentro hacía indicar que el
partido llegaría a la prórroga. Pero no fue así, Brasil, aunque no
trasmite en este Confederaciones, tiene duende.
La 'canarinha' lo tiene claro: pocos riesgos atrás y mucho acierto
en los metros finales. Ese fue el manual de los locales, que ganaron en
autoconfianza tras el primer error de Uruguay. A los 15 minutos, Diego
Forlán falló un penalti que detuvo Julio Cesar. El jugador del Chelsea
David Luiz agarró de forma clara al malaguista Lugano.
Este fallo de los uruguayos dio alas a Brasil, que mejoró su
versión con un Neymar menos efervescente que otras ocasiones. Forlán
intentó enmendar su error, pero fue la selección local quien logró
igualar el partido cuando apenas restaban cuatro minutos para el
descanso.
Una buena jugada de Neymar acabó en los pies de Fred, que realizó
un extraño escorzo para batir a Muslera con el exterior. El 1-0 no tumbó
a Uruguay, que --pese a todo-- salió en la segunda mitad con fuerzas de
flaqueza. Cavani, el mejor en las filas de Tabarez, colocó el empate
con un disparo al palo largo tras un error de la zaga 'brasileira'.
El partido entró en una espiral sin solución, sobre todo por el
pobre fútbol del anfitrión, anclado en la "falta táctica" para detener a
su rival en campo contrario. No hubo mucho más aunque Bernard le diese
otro aire a Brasil. Al final tuvo que ser un testarazo de Paulinho quien
desató el júbilo en la grada del Mineirao. Su rival, en la final,
saldrá del España-Italia.