El
secretario de Estado para el Deporte publicó el pasado martes un artículo el
diario El País que ha revolucionado al mundo futbolístico y jurídico
Antonio Blanca
Desde
los partidos de la oposición como PSOE, IU, UPyD por ser los más significativos,
a la Fiscalía de la Audiencia Nacional, pasando por la AFE (Asociación de
Futbolistas Españoles) y la asociación jurídica Manos Limpias entre otros, se
han mostrado perplejos ante la defensa de lo indefendible, ante la carta que el
señor Miguel Cardenal publicó para defender al Barcelona, atacar a la prensa y
al Real Madrid y enarbolar la bandera, de si eres poderoso no has de tener
miedo a tus delitos y sus consecuencias. Cardenal que pertenece al PP, un
partido con casos de corrupción por todo el territorio patrio, no es el más
indicado para dar lecciones de nada, y menos de este tema, puesto que los
problemas con el fisco y las apropiaciones indebidas están a la orden del día
en su agrupación política.
Se
reconoce a la refutación aparente del contrario, predicando los atributos de
una cosa a cada uno de sus elementos, como sofisma. En el periodismo de opinión, es una herramienta de uso frecuente,
pasando muchas veces por ello desapercibido. Lo extraño, lo que me llama la
atención, es escuchar un razonamiento silogístico construido con arreglo a las
normas de la lógica. Podríamos sostener, sin exagerar un ápice, que la falacia
es la herramienta natural de las tertulias.
Quizá
no debamos contemplar negativamente un fenómeno que acomoda el nivel medio de
nuestro periodismo de opinión al
nivel medio de expresión de las ideas de nuestra clase dirigente. Y disculpen por usar esa otra falacia de
denominar clase dirigente a nuestra clase política (gobierno y oposición), cuya
autonomía en la definición del interés general puede poner en cuestión
cualquiera de los lectores acudiendo a centenares de ejemplos cotidianos.
Como
patrón de esa comunión, tenemos la última excursión al territorio del
periodismo de opinión de un miembro del Gobierno (el Presidente del Consejo
Superior de Deportes, con rango de secretario de Estado), Miguel Cardenal, en el artículo que
bajo el título "Orgullosos del Barça" publicó el diario El País,
periódico que ha contribuido a
construir ese “mito Barça”, desde la reescritura de la historia
del deporte bajo el franquismo, hasta el tinglado de falsas identidades
opuestas, en el que el idealizado Barça es la pureza del fútbol amateur y el
Madrid la ausencia de alma del fútbol profesional.
Perdida
en el sexto párrafo del artículo en cuestión, Cardenal formula la siguiente
premisa: “No me corresponde participar en
el debate sobre la información dada por los responsables del fichaje de Neymar”.
Falso.
Precisamente en razón del uso de las potestades de su cargo, y en ejercicio de
las competencias que tiene atribuidas, le
corresponde, en defensa del interés general, velar por la efectiva aplicación de la Ley del Deporte y demás normas que
la desarrollen, ejercitando al efecto las acciones que proceden, así
como cualquier otra facultad atribuida legal o reglamentariamente que persiga
el cumplimiento de sus fines y objetivos.
El artículo 26 de la Ley del Deporte, en su redacción original, establecía la obligación de las Sociedades Anónimas Deportivas de llevar su contabilidad con arreglo a la Ley de Sociedades Anónimas y el Código de Comercio. El F.C. Barcelona está sometido al mismo régimen, en virtud de la previsión del apartado 5 de la Disposición Final séptima de la Ley.
El artículo 26 de la Ley del Deporte, en su redacción original, establecía la obligación de las Sociedades Anónimas Deportivas de llevar su contabilidad con arreglo a la Ley de Sociedades Anónimas y el Código de Comercio. El F.C. Barcelona está sometido al mismo régimen, en virtud de la previsión del apartado 5 de la Disposición Final séptima de la Ley.
La
modificación del artículo 26 por una
Ley de “acompañamiento” del año 1998 -técnica legislativa lamentable y
de más que dudosa constitucionalidad- eliminó semejante obviedad, sustituyéndola
por la previsión de que aquellas entidades “que
cuenten con varias secciones deportivas llevarán una contabilidad que permita
diferenciar las operaciones referidas a cada una de ellas con independencia de
su integración en las cuentas anuales de la sociedad”.
La
modificación mantuvo la potestad del Consejo Superior de exigir de oficio “el sometimiento de una Sociedad Anónima
Deportiva a una auditoría
complementaria realizada por auditores por él designados con el alcance
y el contenido que se determine en el correspondiente acuerdo”. (Art. 26.3
LD)
El
artículo 34.2 del Código de Comercio
establece que “en la contabilización de
las operaciones se atenderá a su realidad económica y no sólo a su forma
jurídica.”
La
justificación de las siempre sospechadas irregularidades sobre la realidad de
lo auténticamente sucedido en la operación
del fichaje de Neymar y su contabilización por el F.C. Barcelona provocó
la intervención del Ministerio Fiscal, y ha determinado, por ahora, no sólo la
dimisión del presidente del Barcelona Sandro Rosell, sino que el Juzgado Central
de Instrucción impute al mismo club como autor indiciario de un delito contra
la Hacienda de todos los españoles, y que se persone en el proceso, en calidad
de perjudicada, la Agencia Tributaria, ejercitando la acusación particular.
Del
régimen jurídico apresurada y sucintamente expuesto, cualquier persona sensata
convendría en que, al contrario de lo que Miguel Cardenal desliza casi
subrepticiamente en su artículo de opinión, corresponde al Presidente del
Consejo Superior de Deportes participar activamente en el debate de la
información dada por “los responsables del fichaje” de Neymar da Silva Santos
Júnior. Y no, precisamente, en calidad de periodista. Debería haberlo hecho, hace tiempo, en ejercicio de sus potestades
públicas, promoviendo un acuerdo del Consejo Superior de Deportes para
someter las sospechosas cuentas del F.C. Barcelona a una auditoría
complementaria.
En
su lugar, un Cardenal transmutado en tertuliano nos castiga con una nueva
apología del mito Barça, a la altura del rigor de un periodista
cualquiera: “Me rebelo ante la desmesura
a la que asisto estos días. No haría honor a la responsabilidad que me han
confiado si callara mientras un escudo que ha aportado a nuestro deporte tanto
como el que más es acosado y acusado”.
El
secretario de Estado para el Deporte actúa en defensa del escudo mancillado, no
por los que simulan los contratos y las cuentas, adulteran la competición y
defraudan a la Hacienda que paga su nómina al señor Cardenal, sino por un
supuesto enemigo exterior del Barcelona: “un activo fundamental de la Marca
España” (un equipo que permite soflamas contra España, que por el Camp Nou
pase la marcha por la independencia de Cataluña, que permite pancartas como “Catalonia is not Spain”, y que cercena
libertades de sus propios socios, birlándoles banderas de su país, España, en
el Palau Blaugrana, aún vistiendo tal aficionado al camiseta culé, porque antes
está ser catalán que del Barça. ¿Esto es ser un activo de la Marca España?
Como
la bandera en la era del colonialismo, la Marca España todo lo santifica
en esta de la globalización. A mediados del siglo XVIII ya nos había enseñado Samuel Johnson que el patriotismo es
el último refugio de los canallas. Para constatarlo, no hace falta que se nos
recuerde más veces, fuera de pertinencia, el gol de Iniesta.
Un
error, una defensa por tanto inadmisible, el ser antes aficionado que
presidente del Consejo Superior de Deportes. Ahora bien, no se ha quedado solo,
al mutis por el foro del Gobierno (no era de esperar otra cosa), en su insólita
muestra de amparo aparece el seleccionador nacional Vicente del Bosque,
apoyando punto por punto el artículo de Miguel Cardenal. Según Del Bosque se
trata de unir y no de desunir, olvidando quién pretende irse, obviando que
estafar a Hacienda, amén de la apropiación indebida son delitos, que nos
afectan a todos los españoles, a todos, por lo que no entiendo ni la defensa ni
la justificación de tales conductas delictivas por parte del Vicente del
Bosque, tal vez le recuerde su relación con Hacienda a la tributación de las
primas por vencer en el Mundial de Sudáfrica de 2010 en dicho país y no en
España.
Del
Bosque criticó las cifras del fichaje de Bale, y con el latrocinio del de
Neymar no solo no critica, sino que lo defiende, no por mor propio, porque Del
Bosque nunca dice las cosas a la cara, sino escudando el artículo del señor
Cardenal.
Espero
que con el ingreso ayer en prisión del señor Del Nido, ex presidente del
Sevilla, también haya un artículo de Miguel Cardenal y un apoyo inmediato del
señor Del Bosque, ambos adalides de la “injusticia” que padecen aquellos que
delinquen.