sábado, 12 de julio de 2014

EL PARTIDO DE LA NADA

José Antonio Moya

El partido por el tercer y cuarto puesto en el Mundial no deja de ser el telonero de la gran final. Una actuación de segunda fila entre dos selecciones que no se llevarán la gloria ni los focos del campeón. Viene bien para rellenar el hueco del calendario a la espera de que salgan al escenario Argentina y Alemania. No esperen que los aficionados brasileños u holandeses invadan las calles de sus países si su selección consigue la victoria este sábado en el estadio Mané Garrincha de Brasilia. El perdedor quedará, todavía más, marcado por el fracaso cuando habrá conseguido salir del Mundial como la cuarta mejor selección del mundo. 

La selección brasileña llega en un estado de depresión preocupante tras la goleada que encajó en su partido contra Alemania. La imagen y el ánimo de estos internacionales se ha desplomado, está por los suelos y habrá que comprobar qué cuerpo y cabeza tienen para salir al campo a jugar un partido nunca mejor denominado como el de la consolación. Eso si ganan porque si sufren otra derrota, y no digamos ya de una forma contundente, será para ellos el encuentro de la crucifixión. Del estadio de Mineirao en Belo Horizonte fueron despedidos por sus aficionados con pitos y abucheados por el 1-7 humillante de los alemanes. Es un encuentro de difícil digestión para los chicos de Scolari y el propio seleccionador que está a la espera de que los dirigentes le den el finiquito de despido. 

A Van Gaal no le apetece nada jugar este encuentro. Lo ha dicho públicamente. Le parece injusto que dos selecciones que no han podido acceder a la final tengan que seguir en el campeonato para jugar un partido que no tiene premio y que solo puede hacer más daño a su prestigio en caso de derrota. Por él, no lo jugaría. Se ha quejado del sinsentido de este compromiso y de que Brasil tenga un día más para prepararlo. 

Lo único que hay en juego es lavar las vergüenzas de no haber podido llegar a la final, sobre todo en el caso de Brasil, que como anfitriona y por el batacazo que se dio ante los alemanes tiene una oportunidad de maquillar su imagen. Para Holanda, sumida en la maldición, es un plato de mal gusto después de haber perdido la final del Mundial de Sudáfrica contra España en la prórroga y haber estado muy cerca de llegar a Maracaná. El portero argentino Sergio Romero lo evitó en la tanda de penaltis, como en Johannesburgo lo hizo otro portero, Iker Casillas.

El otro consuelo, más práctico y tangible, es llevarse 2,5 millones de euros. Esta es la cantidad que diferencia al tercero del cuarto. La FIFA contempla un premio de 16 millones de euros para el tercer clasificado en el Mundial y otro de 14,5 millones para el cuarto. La diferencia, en términos económicos, entre ganar o perder este encuentro de la consolación tampoco es un motivo como para salir al campo con el ánimo de hacer caja.