jueves, 9 de junio de 2016

EL "BUEN" LADRÓN

La estrella argentina del Barcelona acusada de fraude fiscal se sentó la pasada semana en el banquillo de los acusados aduciendo febles argumentos en pro de su no culpabilidad

Antonio Blanca

La indignación de los españoles ante la corrupción es selectiva como demuestra la tranquilidad con la que Messi y su padre han afrontado el proceso por defraudar más de cuatro millones de euros a la Hacienda Pública Española, que seguimos siendo todos como bien sabe la Infanta desde el banquillo de la Audiencia Provincial de Palma. El rasgamiento colectivo de vestiduras ante el supuesto chorizo de traje y corbata se muestra sin embargo indiferente si éste va en chándal y encima juega en cierto equipo, buque insignia de un movimiento político. Aún estamos esperando a que el inmaculado público del Camp Nou, tan reivindicativo ante otros agravios, silbe al ídolo que presuntamente les roba con la misma vehemencia con la que reaccionan ante el himno de España que aún más presuntamente les oprime, incluso les “roba”.

Porque lo que nadie podrá discutir a estas alturas es que esos cuatro millones distraídos a Hacienda son los que luego van al autobús público, el hospital público, la escuela pública y hasta las embajadas de Cataluña en el extranjero en las que ya sabemos que la Generalitat gusta de gastarse el dinero de todos. Ni por esas ha bajado el ritmo de ventas de camisetas blaugranas con el ‘10’ a la espalda. No consta que se hayan resentido tampoco las ofertas para grabar spots publicitarios. No se le ha exigido siquiera una disculpa en alguna pancarta descarriada entre el mar de esteladas que habitualmente inunda el estadio culé. No digamos ya una dimisión o una pena cautelar de banquillo hasta que se aclare todo.

"Sso firmaba lo que me daba mi papá" es otra forma de hacerse el tonto como aquella ministra que alegaba desconocer lo que su marido aparcaba en el garaje. Sin embargo a aquella sí se le crucificó como a tantos otros presuntos que optaron por el "no me acuerdo" o el "no lo sé" sin que se diese siquiera el beneficio de la presunción de inocencia. En el caso de Messi fueron 4 millones de euros de más los que entraron en su cuenta. Es decir, o Messi realmente tiene dificultades para comprender una sencilla suma o aquí lo que hay es un claro caso de opulencia ante el que la sociedad, tan dada a cuestionar siempre al que tiene mucho, también se está inhibiendo. No es lo mismo llamarse Amancio Ortega que Messi como no es lo mismo ser Infanta que delantero centro.

Tanto el caso del futbolista argentino como el de otros compañeros de profesión a los que también cazaron en un renuncio similar han sacado a relucir una indignación de salón ante la corrupción en la que queda claro que el problema no es que te roben, sino quién te robe. Indignación ideológica y no ética, por tanto. Es verdad que a Messi no le elegimos en las urnas para que nos represente a todos, tan solo son legión quienes corean su nombre o se gastan 100 euros en ponerse su nombre en la espalda. Algo en la España adocenada y sectaria del siglo XXI comprensible meridianamente.