miércoles, 8 de junio de 2016

PETARDO ANTE LA 147 DEL MUNDO

Jaime Trevijano

El presunto trámite en que el duelo de este miércoles parecería ser disfrazado por la selección española se tornó en un resbalón a tener en cuenta. La imprevista derrota (0-1), que corta de cuajo la inercia propulsada ante Corea, ofreció un muestrario de conclusiones, casi todas negativas, entre las que destaca como optimista la visión que interpreta este fiasco prematuro como un aviso a tiempo de revertir el punto de no retorno.

Georgia cimentó su histórica victoria sobre le rigor táctico y el compromiso agónico colectivo, en un esfuerzo coral que complicó la fluidez asociativa a una España demasiado lenta y horizontal. Con el paso de los minutos, los pupilos de Del Bosque, que apostó por dos extremos de inicio -Nolito y Lucas Vázquez, que respondieron con sus atributos-, amainaron el ritmo combinativo y descuidaron las pulsaciones sin pelota, exponiendo una ruptura de líneas que supo aprovechar el conjunto de la Europa del Este. La fisura le costó a De Gea el único gol del enfrentamiento, un golpe demasiado pesado -sorprendentmente- para la autoestima nacional. Okriashvili adelantaba a su débil pero comprometido vestuario a cinco minutos del descanso.

Exigió el anunciado sujeto pasivo el tono competitivo que reclamará la Eurocopa, y las probaturas de España no funcionaron. No obstante, la soledad de Busquets y la espesura de Cesc (paradigmática de su año y de su concentración con el seleccionado) y Thiago susurran la viabilidad de la firmeza del doble pivote (Bruno-Sergio), ya que los vigentes campeones de Europa no produjeron opciones de remate con asiduidad ni zanjaron las escapadas del limitado frente ofensivo oponente como corresponde. Revishvili, guardameta georgiano, contuvo pero no protagonizó el baile, pues el encierro no se materialiazó en tormenta de disparos.

La entrada de Iniesta y Silva dio otro aire a la faceta creativa, con Alba, Koke y Bellerín asumiendo atribuciones en ataque. Aduriz no conectó con la dinámica de su esquema (tan descontextualizado como los rematadores puros reclutados con anterioridad), primero, ni con la diana, después. Desprovisto de un flujo de llegadas y de puntería en el último tercio, la posesión alcanzó cotas absolutas de control (72%) y futilidad. La relación de opciones de disparo (13 a cuatro) e intentos entre palos (tres a dos) emerge reresentativa. El problema no fue de acierto, sino anterior. Quedan subrayados, pues, los deberes que ha de acometer Vicente del Bosque, ya que el debut ante la República Checa podría significar un planteamiento rival similar.

La detección de soluciones a la ortodoxia defensiva ajena y al desbalance físico-táctico propio sin pelota constituye el desafío del cuerpo técnico. La autocomplacencia con balón y la desatención, arquetípicos del naufragio brasileño, han recuperado vigencia en el peor momento. Lo que se antojaba como una probatura insustancial ha remarcado la necesidad del trabajo solidario y la paciencia como abono para que la calidad técnica marque diferencias. Seis días separan este tropiezo del debut continental. Hay tiempo, pero las flaquezas ya han aflorado.

"Es verdad que el partido lo tomamos como una buena oportunidad para ganar confianza y generar buen ambiente y ha sido una decepción. No es que hayamos jugado rematadamente mal, sino que lo que es más inusual ante un contrario tan replegado es que no hemos estado acertados", avanzó el seleccionador en su lectura del partido para, a continuación, confesar que "hoy no hemos encontrado soluciones, no hemos tenido profundidad, no había acciones individuales, no chutábamos a gol...".

"También hay partes buenas, como la seguridad en el juego, el dominio de la situación, que ha sido perfecto, pero ha faltado lo más importante", expuso el entrenador, al tiempo que consideró el envite como una derrota que no hay que justificar, sino aceptar: "En la primera parte hemos estado como no entendiendo el partido y amontonábamos gente en una zona inútil. No hay que justificar la derrota, pero hay que aceptarla. Ahora tenemos un reto extraordinario y no nos debe afligir en nada este resultado".


Por último, el artífice de la contestada convocatoria que renunció al estado de forma de Saúl, Isco o Javi Martínez explicó que "lo que hemos hecho hasta ahora no lo quita el partido de hoy. Hemos hecho algunas cosas bien y no quiero ser absolutamente pesimista. La parte final, la más importante, ha sido mala. No hemos hecho acciones individuales y no hemos tirado a puerta. Que puedan marcar un gol entra dentro de lo posible, pero que no hayamos hecho gol es una decepción grande". El equilibrio, entonces, sigue siendo un concepto excluido de los parámetros de análisis en el discurso de la selección, a pesar de su influencia en los resultados de la nacional y de cualquier equipo de fútbol (Casemiro y el Real Madrid campeón de Europa dan buen testimonio de ello).