Justo
en el último suspiro del choque europeo que suponía la inauguración del Wanda
Metropolitano, el conjunto del “Cholo” se dejó los tres puntos
Antonio Blanca
Conscientes
de la trascendencia del envite, Simeone y Conte evitaron arriesgar con sus
planteamientos iniciales. Los dos apostaron por preponderar la consistencia y
el cálculo de los riesgos en sus tradicionales esquemas. Así, los españoles
salieron con un 4-4-2 que dispuso a Lucas como acompañante de Godín y a Thomas
en el mediocentro al lado de Saúl -Gabi era suplente-. Correa en la mediapunta
y Carrasco en el extremo serían los socios de Griezmann. Y los británicos
formaron con su arquetípico 3-4-2-1 en el que Moses y Alonso serían puñales y
Cesc y Hazard actuarían en una mediapunta coronada por Morata.
Sobre
el verde batallaron dos dibujos que tendieron a presionar con ferocidad al
rival, con las defensas adelantadas. La precisión en la circulación del cuero
se demostraba trascendental, por lo tanto, en una escena de reducción de los
espacios y superpoblación del centro del campo. Y la presencia de Thomas,
Bakayoko y Kante en la medular reforzó la idea equilibrada y táctica que los
dos preparadores tenían del enfrentamiento.
Así,
los tres centrales londinenses se evidenciarían temprano como la argucia que
entregó al Chelsea la llave del control del ritmo en ataque. La pelota fue azul
en un primer cuarto de hora en el que los madrileños sufrían para recuperar la
pelota y para neutralizar los balones entre líneas hacia Hazard.
El
belga protagonizó la salida jerárquica de sus compañeros, filtrándose a la
espalda del mediocampo rojiblanco, como mediapunta y no como extremo. De sus
botas y en transición nacerían las primeras llegadas, todas en favor del
conjunto isleño. Una conducción del astro mencionado, que rompió el ecuador
local, desembocó un un pase hacia Morata, que chutó demasiado cruzado -minuto
5-. A continuación, el español bajaría un balón largo hacia ese tridente para
dejarle el cuero a Cesc, que habilitó a Hazard. Este último recibiría en el
pico del área, recortaría, fintaría y chutaría al lateral de la red en el
primer poste. Y Morata volvería a probarlo antes de que otra contra de
combinación vertical y fulgurante dejara opción para el latigazo de Hazard que
se estrelló en la madera -minuto 12-.
Los
blues habían tomado el campo. Eludían la presión colchonera bien con una
circulación exterior que confluía en su delantera, bien con un balón aéreo que
bajaba Morata y ponía a jugar, ya en cancha oponente y con espacios para
encarar a Godín y Lucas. Tardarían los del Cholo en matizar la superioridad
física y en la ocupación de los espacios contrincante. Tras superar la
sorpresiva ráfaga inicial, empezarían a batallar la pelota, aunque otro pase de
David Luiz, de ruptura, fue cabeceado con peligro por Morata para la parada de
Oblak -minuto 23- y Kante volvería a exigir al meta esloveno a continuación.
Asimismo, cada tratativa de contragolpe del Atlético era abortada por un
sistema de achique inglés que siempre tenía superioridad numérica.
El
primer acto avanzaría con un ligero despertar atlético: pasó amplios tramos
atrincherado ante el toque perpetuo visitante, pero en el último tercio antes
del intermedio se consolidó en la resistencia, se soltó y enlazó un puñado de
contras, sobre todo por el perfil de Carrasco, que le valieron para alcanzar un
nivel de puntería hiperbólica. Porque en su primer intento, en el minuto 39, el
belga cosechó un córner que generaría el garrafal derribo de David Luiz sobre
Lucas que fue castigado con penalti. Griezmann inauguraría el marcador, a pesar
de haber sido víctima del contexto -como todo su equipo-, para pasar a la
historia también como el primer anotador en Champions y en el Wanda -minuto
40-. Y, aunque Alonso y Cahill inquietaron en una oleada de córners ante la
orgullosa respuesta del Chelsea, Saúl tuvo la sentencia en la última jugada del
primer tiempo.
Una
contra que cayó en las botas de Koke -la tercera permitida por los ingleses-
concluyó con el cañonazo cruzado del interior que Courtois sacó como pudo. Y el
zurdo llegó al área para rematar el 2-0, pero su golpeo se marchó lamiendo el
poste. Se iba a vestuarios un Atlético casi sacado de eje en una faceta
defensiva a la que fue abocado por la dimensión del sistema de Conte, que
perdió fiereza y profundidad con el paso del tiempo y el asiento del muro
madrileño. Empezarían el segundo acto con una relación de 4 a 9 en disparos
(empate a dos en intentos a puerta y 4 a cero en lanzamientos desviados) a
favor de un Chelsea que probó la comodidad escurridiza de un escuadrón de
Simeone feliz siendo dominado.
El
entrenador italiano no variaría el rictus ni a su lista de nombres, a pesar de
tener a Pedro, William y Batshuayi como ases ofensivos en la recámara. Y el
Chelsea prosiguió su ejercicio de dominio, aunque sería Saúl el que alzaría el
telón con un cabezazo que detuvo Courtois, en una acción de estrategia -minuto
49-. Y Morata no cabecearía por poco el empate tras un centro de Azpilicueta y
Victor Moses, desde la misma banda diestra, chutaría demasiado cruzado cuando
se cumplían los primeros 10 minutos de una reanudación en la que los
rojiblancos, de nuevo, se veían empujados a achicar de forma intensiva. Pero en
este brete rebosaría el catenaccio colchonero. Hazard desbordó a Juanfran y
emitió un centro venenoso que Morata cabeceó para el 1-1 -minuto 60-.
Cesc
perdonaría el gol de la ventaja londinense segundos después -desde el área
pequeña-, hecho que no forzó el aumento de ambición del equipo local. Sólo en
el 65 se asomó el conjunto colchonero a la meta de Courtois, con un fogonazo
aislado de Correa y un lanzamiento a las nubes de Thomas. Entonces, Simeone dio
entrada a Torres, Gaitán y Giménez por Correa, Carrasco y Thomas. Los ingleses
habían subido 10 puntos su ratio de posesión y se había corroborado el asedio,
con los madrileños aguantando y esperando una contra. Por eso metió músculo y
destrucción en la medular.
Pero,
aunque se competía en terreno español, el número de disparos sobre Oblak
disminuyó. El intento aislado y lejano de Moses -minuto 73- sería respondido
por el de Torres -minuto 75-, que remató un contraataque individual.
El
desenlace exigía épica y paciencia para ambos contendientes, aunque al Atlético
no le bastaba con el punto después de haber empatado en Roma. La escaramuza por
el primer puesto del grupo se complicaría si no conseguía sacar un triunfo de
este indigesto lance. Esa circunstancia dibujó un respingo postrero que plasmó
en producción un lanzamiento desde media distancia de Saúl que atajó Courtois
-minuto 80-. Conte elegiría a William y Batshuayi para sustituir a Morata
-excelso en su labor de 9 referencial- y Hazard -el jugador de más influencia-
para cerrar el duelo con el refresco de la presión que robara el mando a los
locales, pero visto el ardor rojiblanco sacaría a Cesc para meter a Christensen
y sumar efectivos en el repliegue forzado.
Dispondría
del cuero el equipo colchonero en los cinco minutos finales de única
superioridad y proposición atacante de los del Cholo. Se toparía con el muro
edificado por el técnico transalpino, pues la fórmula predilecta de avance
serían los centros al área y David Luiz, Cahill y Azpilicueta, con Bakayoko,
eran unos antiaéreos formidables. Así, en la recta final se contaminaría de
tensión el ajedrez y el chut fuera de dirección de Giménez firmaba el
crepúsculo de un duelo de estilos en el que los colchoneros se conformaron con
sobrevivir y sacar la cabeza en la conclusión para tratar de aumentar la
cosecha. Pero los ingleses volvieron a las islas con la sensación de manejar el
grupo ya que, en la última jugada del combate, Marcos Alonso asistió a
Batshuayi para anotar el 1-2.