Julio Candela
"El que haya optimismo e ilusión nunca puede ser malo,
otra cosa es que haya euforia. No estamos clasificados aún, hay que ir por los
tres puntos porque son igualmente de importantes que los de Italia. De nada
vale lo hecho si no ganamos este martes", avisó Julen Lopetegui a un grupo
de futbolistas que ha visto cómo se ha disparado su autoestima después del triunfo
rutilante logrado sobre la azzurra y que dejaba el primer puesto en sus manos.
A falta de tres jornadas. Y el primero de los pasos asequibles, presuntamente,
era la visita a Liechtenstein. Un trámite de victoria tan obligada como el
resto de los duelos que restan antes del Mundial ruso.
El técnico no rotó el núcleo duro de los nombres pero sí la
estructura: apostó por la zaga de tres y la superpoblación del centro del campo
con el fin de lograr que el partido fuera un monólogo y que la calidad jugara
siempre en campo ajeno, es más, en la mediapunta de una selección que sólo ha
anotado un tanto en esta fase clasificatoria y que había cedido 26 goles. El
mantra reclamaba concentración aunque entre los contrincantes sólo se
localizaran 10 profesionales y dos que compiten en la Primera Division (no de
su país, que no dispone de Liga de fútbol).
Se lo tomarían en serio los recién ascendidos a favoritos
para el Mundial 2018. En 15 minutos sentenciaron el duelo y encaminaron el
cumplimiento exahustivo del plan de Lopetegui: había que golear para cerrar el
billete directo a la cita mundialista lo antes posible. Así, con Ramos, Piqué y
Montreal en el fondo, Isco, Iniesta, Busquets, Silva y Thiago cocinando en el
centro y Pedro y Morata en la punta, España arrollaría con una salida
tormentosa que hizo daño desde todos los flancos.
Con una posesión cercana al 80% y los cabeceadores rematando
cada centro, Ramos abrió la bacanal con un testarazo a la red que tradujo en el
0-1 el lanzamiento de falta lateral botada por Silva -desde el pico del área y
en el minuto 3-. Dos minutos después Isco puso en ignición un cambio de banda
profundo que el canario envió al primer poste en forma de centro-chut y
segundos más tarde el malagueño chutó cruzado. En ambas ocasiones el portero
Jehle repelió para adjudicarse el papel protagonista de su combinado.
Nada podría hacer el arquero para detener el remate angulado
con la testa y a las mallas de Morata tras una jugada de balón parado sacada en
corto y fabricada peligrosa entre Isco y Silva -minuto 15-. Y, en la siguiente
jugada, la presión ardorosa de la línea ofensiva española se añadió al
ramillete de virtudes del rendimiento global para forzar el fallo del
guardameta. Jehle golpeó al aire en lugar de despejar el cuero y el delantero del
Chelsea, hambriento, cedió para que Isco amagara e hiciera el 0-3 a placer.
El goleador canterano merengue se destacó en actitud y
perisguió la ampliación de su zurrón particular con ahínco, aunque hasta el
descanso sólo lograría un tanto anulado y un lanzamiento desviado por poco, a
la media vuelta y después de un pase vertical filtrado por Iniesta que escapó
al endeble radar de la zaga de los de Vaduz. Le tomaría el testigo Silva, que
puso en la escuadra una falta desde el pico del área en lo que constituyó la
guinda a la deliciosa puesta en escena española. Corría el minuto 39 y los de
Lopetegui ya habían igualado el mejor resultado histórico en ese estadio,
gustándose. Incluso De Gea se permitió un fallo para desperezarse: despejó a
las botas de un rival que yacía en la frontal del área visitante para, después,
detener con una palomita el intento de Salanovic -el solitario chut
centroeuropeo-.
La anarquía dominadora nacional prosiguió su nivel de
exigencia e Iago Aspas -que sustituyó a Silva al tiempo que Nacho sentó a
Ramos- convirtió el 0-5 al cazar un rechace provocado por el cabezazo de Morata
que se estrelló en el larguero. Corría el minuto 51 y, dos después, del
delantero más activo del partido terminó por recibir el pase fugar de Aspas
desde la frontal que le dejó en mano a mano con el meta. Esta vez no perdonaría
el posible 9 titular español en el Mundial, con el 0-6.
El delantero del Celta de Vigo recogería otro mal rechace
del meta de un equipo local de brazos bajados para ampliar su cuenta y la
general hasta el 0-7 -minuto 62-. Pescó el rechace al chut de un Pedro
desafinado. Deulofeu había suplido a un ovacionado Isco y había probado en una
acción de contra rematada a los pies de Jehle -anotaría en el 89 para repetir
el 0-8 de la ida-. Aún así, la afición rindió homenaje respetuoso y emotivo a
los futbolistas que fueron sustituidos: Yildiz, Sele y Wolfinger entraron por
Quintans, Polverino y Burgmeier.
El epílogo asitió, al fin, al descenso del ritmo español.
España terminaba cada acción de ataque si forzaba un poco por encima de la
marcheta horizontal impuesta en los 20 minutos finales y un lanzamientoe levado
de Thiago y un remate desatinado de Monreal serían las acciones más peligrosas
antes del final de un partido uniformado de entrenamiento con público desde
temprano. Jehle todavía alcanzaría anegar otro gol a Morata al detener su chut
angulado en el 83 como colofón de una noche casi redonda, pues Italia
sobrevivió a la visita de Israel por la mínima y sudando bastante.