Jordi Grimau
Es la hora y comienza el reto de su vida para el joven
francés Ousmane Dembelé, quien a partir de ahora tendrá que demostrar que la
multimillonaria inversión que realizó el Barcelona está justificada.
No es pequeña la presión que tendrá que soportar este
muchacho de 20 años. Se declaró en rebeldía en el Borussia Dortmund para fichar
por el Barcelona, que pagó por él 105 millones más 40 en variables con el fin
de hacer olvidar la marcha de Neymar al PSG.
Fue el fichaje más caro en la historia del club y el segundo
del fútbol mundial tras los 222 millones que invirtió el PSG por Neymar. El
tiempo dirá si Dembele mereció tan extraordinario desembolso.
El Barcelona juega mañana ante el Espanyol en el Camp Nou y
parece que será la ocasión propicia para el debut del jugador con su nueva
camiseta. Pero hace falta saber cómo está de forma teniendo en cuenta su
atípica pretemporada.
Es difícil pensar en un Dembelé integrado, tanto en lo
personal como en lo futbolístico. Pero un club como el Barcelona no espera, y
menos en la situación en la que se encuentra la entidad. Las críticas a sus
dirigentes son enormes por la gestión deportiva y muchos hablan de un plantel
de inferior calidad al de la pasada temporada. La sombra de Neymar sigue siendo
muy alargada. En este sentido, Dembelé le haría un tremendo favor al club si
comienza pronto a ofrecer detalles de gran jugador. "Mi objetivo es
aprender de los mejores, de Messi, de Suárez, y ganar el máximo número de
títulos", declaró en la presentación. Pero el Barcelona necesita de él
resultados inmediatos.
En principio, Dembelé ocuparía la posición que dejó vacante
Neymar, en la banda izquierda del ataque, aunque para él es una posición más
natural que lo era para el brasileño, reubicado en esa zona del campo ante el
excedente de delanteros con el que se encontró desde su llegada.
Por supuesto, el juego del francés es diferente al de
Neymar. Dembelé no es tan hábil, pero sí más potente y profundo en los desmarques.
También es uno de los signos de los tiempos, el de un Barcelona que
progresivamente ha ido abandonando su tradicional seña de identidad, el fútbol
de toque, para ofrecer más músculo.
"Viene con el cartel de figura mundial porque así lo
consideran quienes saben de fútbol y porque el precio pagado por él también lo
confirma. Ahora, para que la jugada sea completa, y con la inestimable ayuda
que ofrece el hecho de vestir la camiseta blaugrana, es Dembele quien debe
acabar el trabajo", aseguró el diario Sport.
Cambió la tranquila Dortmund por la exigente Barcelona. Se
conocen sus cualidades futbolísticas y su margen para el progreso, pero ahora
hace falta comprobar cómo asume la presión un futbolista con apenas 50 partidos
jugados en la élite y siete disputados con su selección. Dembelé necesitaba al
Barcelona y ahora el Barcelona lo necesita a él.