Jordi Grimau
El vestuario del FC Barcelona vivió este domingo una escena
totalmente surrealista. Acostumbrados a hablar de fútbol y de sus rivales,
jugadores y cuerpo técnico nunca se imaginaron que iban a tener que discutir
sobre la situación política. Todo comenzó cuando, en torno a las tres del
mediodía, Gerard Piqué se presentó en la zona privada y reservada para los
futbolistas acompañados del presidente del club, Josep María Bartoméu, y
plantearon no jugar el partido contra Las Palmas.
El defensa central argumentó ante sus compañeros que la
situación que se estaba viviendo en las calles de Cataluña, con un referéndum
en plena celebración y con encontronazos entre fuerzas policiales y
manifestantes, desaconsejaba que jugaran el encuentro ante el equipo canario.
El presidente, totalmente volcado con la causa independentista, apoyaba a
Piqué. Fue en ese momento cuando Messi estalló y habló.
Según cuentan en 'can Barça', el futbolista argentino alzó
la voz y dijo ante todo el vestuario que el partido se tenía que jugar sí o sí.
No solo para no perder los seis puntos que les iba a quitar La Liga por
incomparecencia, sino porque no debían mezclar deporte y política. Las palabras
de Messi se produjeron después de que Xavi y Pujol, dos referentes de 'La
Roja', hubieran manifestado en público su apoyo al referéndum que a esas horas
se estaba celebrando.
Piqué escuchó a Messi, volvió a tomar la palabra ante sus
compañeros e insistió en su teoría: no debía jugarse el partido teniendo en
cuenta lo que estaba ocurriendo en las ciudades y pueblos de Cataluña. El
central, en definitiva, pretendía solidarizarse con los impulsores del
referéndum y paralizar uno de los acontecimientos del día en la ciudad condal.
Messi no se arrugó ante su compañero y le llegó a decir que
si no quería jugar que no lo hiciera él, pero que no impidiera al resto del
equipo participar en el encuentro. La claridad y contundencia del argentino
llevó a que prácticamente todo el vestuario azulgrana le secundara. Siempre
según fuentes del vestuario, Luis Suárez, Paulinho, Ter Stegen, Semedo,
Umtiti... Casi todo el equipo se pronunció del lado de Messi y pidió jugar el
partido.
Del lado opuesto, la petición prorreferéndum de Piqué fue
secundada únicamente por dos jugadores: Sergi Roberto y Aleix Vidal, según
indican los mismos interlocutores. Llamó la atención la postura de Iniesta,
añaden, que llegó a sugerir que él haría lo que decidiera la mayoría del
vestuario. No se pronunciaron en ningún sentido ni Sergio Busquets ni Jordi
Alba, otros dos jugadores de la Selección Española.
En vista de que el vestuario estaba partido en dos y
teniendo en cuenta la postura que había adoptado Messi y el resto de
extranjeros, la decisión de la directiva azulgrana fue la de jugar el partido,
pero a puerta cerrada. El argentino demostró así el poder y predicamento del
que goza en un club que este martes ha decidido secundar la huelga general en
Cataluña.