A
pesar de la brillante clasificación de España para el Mundial de Rusia de 2018,
el ránking FIFA es el que determinará la ubicación de los combinados nacionales
en el sorteo del próximo 1 de diciembre
Antonio Blanca
Cuando
España terminó su participación en Israel, con victoria gracias al gol postrero
de Illarramendi, las caras del seleccionado reflejaban la relajación de aquel
que se sabía ya clasificado para el Mundial, pero, ni mucho menos, aquellos
rostros reflejaron la satisfacción del objetivo cumplido. Porque la meta, toda
vez que se facturó con brillantez en billete a Rusia 2018 (en la penúltima
jornada), el horizonte se situaba en ser cabeza de serie, una meta de la que no
dependía el combinado español. Debían darse hasta cuatro condiciones, en una
carambola poco probable, para que los nacionales evitaran a algún coco en la
fase de grupos del Mundial del próximo verano.
Y
es que el cómputo que rige quién es cabeza de serie y, por tanto, es incluido
en el bombo de favoritos en el sorteo de la fase final del campeonato, está
fijado por el ránking FIFA. Esa tabla ordena, por puntos, a todas las
selecciones del mundo y las organiza, de mejor a peor según los parámetros
siguientes: puntos obtenidos en cada partido (dependen de si se trata de un
amistoso u oficial y de la posición que ocupe el oponente en dicho ránking), la
división entre todos los partidos disputados en un año y todos los choques
internacionales jugados, y, por último, se suman los puntos cosechados en los
últimos cuatro años de manera ponderada (los de 2017 se multiplican por 1, los
de 2016, por 0.5, los de 2015 por 0,3 y los de 2012, por 0,2).
De
ese cálculo se extrae el listado de países que copan el balompié internacional
y el resultado deja a España fuera de ese grupeto elitista, pues ha pagado en
esta ocasión el declive del mandato de Del Bosque con sus eliminaciones
prematuras en el Mundial de 2014 y la Eurocopa de 2016. Esos fiascos han dejado
al bloque dirigido con mérito por Julen Lopetegui por detrás de Alemania -líder
y vigente campeona del Mundial-, Brasil (impecable en fase clasificatoria y oro
olímpico), Portugal (campeona de la Eurocopa), Argentina -finalista del último
Mundial y las Copas América de 2015 y 2016-, Bélgica, Polonia y Francia. Todas
ellas podrán ser rivales en la primera ronda de la cita rusa.
Finalmente,
a ese listín también se añade Rusia, que entra en el primer bombo del sorteo
como anfitriona. Los españoles, que han peleado y sacado con nota su entrada
directa en el campeonato más elevado de este deporte sufrirán, empero, los
errores del pasado y habrán de medirse a las primeras de cambio a una de las
selecciones que han dominado la fase clasificatoria o los años pretéritos en
los eventos precedentes. Lo que complica la batalla por el primer puesto y por
alcanzar una buena perspectiva para el cruce de octavos de final.
La
ecuación para resultar cabeza de serie y sumar más puntos que los conjuntos
mencionados no era sencilla. Le urgía a la campeona del Mundial 2010 y las Eurocopas
de 2008 y 2012 que se cumplieran cinco de los los ocho condicionantes expuestos
a continuación: que Suiza no ganara a Portugal, que Gales no se clasificara
para el Mundial, que Perú no venciese a Colombia, que Chile no triunfara en
Brasil, que Polonia cayera en Montenegro, que Francia no doblegara a
Bielorrusia, y que Ronaldo ni Messi llegaran a Rusia. Los cuatro últimos supuestos
fallaron y han generado un desasosiego que sólo se resolverá toda vez que la
repesca haya finalizado y el sorteo decida.