Jaime Trevijano
En Gijón, el corazón se paró en la noche de este martes. En
una ciudad que vive por su Sporting, cuyo estado de ánimo gira en torno a lo
que pase en El Molinón, su hijo más querido falleció a los 68 años tras sufrir
un infarto. Ha muerto Enrique Castro 'Quini', un futbolista brillante que fue
mucho más que eso. Fue el fútbol y la vida.
15 de junio de 2008 en un rinconcito querido de Gijón. El
Sporting, tras una etapa de miserias y riesgo de desaparición, se jugaba subir
a Primera División diez años después. El Éibar esperaba en El Molinón y, de
repente, apareció en el palco su hijo más querido. 'Quini', aún con la quimioterapia,
luchando contra el cáncer que sufría, apareció en su casa. Los gritos de
'Ahora, ahora, ahora Quini, ahora" aún retumban, con emoción, en el
estadio. 'El Brujo' celebró los goles, como uno más. El Sporting ascendió.
'El Brujo' falleció este martes en su Gijón del alma, la
que, como dice la canción, "no te olvidará nunca, nunca, nunca...".
Con la muerte de 'Quini' se va a uno de los más grandes del fútbol español, el
delantero de una generación, mito y leyenda del Sporting, uno de los futbolistas
más queridos que hayan pisado los campos de España.
A nadie ha adorado tanto El Molinón. Fue el que mejor
representó al equipo, primero como jugador (16 temporadas, en dos etapas),
después como delegado y más tarde como director de relaciones institucionales
del club. Un tipo afable, cercano. Un hombre que se hacía querer, según
explican los que le conocen. El jugador que acercó con sus goles el fútbol a las
casas.
Cuando jugaba
'Quini', este deporte era muy diferente. Eran los años del barro, los años de
la Transición. Los de los cambios políticos y sociales en España. Cuando le
secuestraron, el país aún se recuperaba del 23-F que había ocurrido una semana
antes. El fútbol era del pueblo, todo lo contrario a lo que existe hoy, con
focos en todos lados, con sueldos millonarios y estrellas inalcanzables.
Fue ese traumático secuestro el que marcó a 'Quini' y a la
sociedad española. El fútbol se paró (especialmente el Barça, que iba líder en
aquella Liga y acabó perdiéndola, en beneficio de la Real Sociedad, ante la
situación de shock de los futbolistas culés) y el país se quedó helado. Fueron
25 días de encierro en una casa de Zaragoza, en la que tres individuos buscaban
salir de la pobreza secuestrando al jugador del momento. A todos ellos los
acabó perdonando. Así era él.
Jugó con España 35 veces. Fue cinco veces máximo goleador de
Primera División (a la altura de Di Stéfano, solo superado por Telmo Zarra) y
otras dos de Segunda. Pero por encima de todos, 'Quini' fue el delantero de
todos, de una generación de españoles. Era un futbolista ya extinguido.
Traspasaba colores. Fue del Sporting, pero en Oviedo le tuvieron siempre un
respeto máximo. Jugó en el Barcelona, pero en el Bernabéu se le tuvo simpatía.
Fue la unión de España con el fútbol. Antes, durante y después.
Su retirada, en un Sporting - Real Madrid de homenaje en
1987, supuso querer más a la persona. Cada vez que viajaba con su Sporting,
especialmente como delegado del equipo, puesto que ocupó durante 20 años (hasta
agosto de 2015), era homenajeado y agasajado. Hizo saques de honor en campos
rivales. Los jugadores se querían hacer fotos con él. Era una especie de mito
alcanzable. Pocas personas en este deporte pueden hablar de tanto cariño en
tantos sitios distintos.
"El Sporting es 'Quini' apareciendo en El Molinón el
día del ascenso. 'Quini' es el Sporting entero. Para los que no lo vimos jugar,
era el alma del club. Iba más allá de sus goles. El club, y la ciudad de Gijón,
le debe mucho", comenta a EL ESPAÑOL Emilio Ordiz, un joven seguidor del
club asturiano.
Como dice la canción que todo gijonés ha cantado alguna vez
en su vida, tú Gijón del alma "no te olvidará nunca, te llevará muy dentro
de sus entrañas". Se va 'Quini', 'el brujo' del gol, el futbolista al que
todos siempre quisieron. Descanse en paz.