Aránzazu Gálvez
“No podemos pagar 80-100 millones de euros por un jugador”.
Guardiola, en pleno mes de enero, se compadecía. El Manchester City, según él,
estaba en inferioridad para competir con otros clubes –en referencia a las
cantidades que estaban pagando el PSG o el Barcelona por determinados
jugadores–. Sin embargo, él ha gastado. Y mucho. En dos temporadas, el español
ha invertido un total de 528 millones de euros (sin incluir las variables),
según datos de Transfermarkt. En última instancia, fichando a Ayemeric Laporte
por 65 millones de euros pocos días de pronunciar esas palabras. Y así, después
de una primera temporada aciaga en la que no ganó ni un sólo título, ha
conseguido levantar su primer título contra el Arsenal (0-3): la Copa de la
liga.
Guardiola, por fin, sonrió. Pero lo hizo en un día en el que
la carga política tuvo tanto o más protagonismo que lo deportivo. El técnico
español apareció en Wembley con un lazo amarillo en defensa de los presos
políticos –y, en concreto, de los Jordis–. Poco le importó haber recibido una
amenaza de sanción por parte de la Federación de Fútbol esta misma semana –en
Inglaterra está prohibido llevar cualquier símbolo de con tinte político–. O
que le hayan instado a explicar las razones por las que lo usa en 10 días. Él
se lo volvió a poner y también le acompañó Manel Estiarte, el que fuera su
asistente en Múnich y ahora en Manchester.
Con ese gesto, Guardiola desafío a la Federación inglesa. A
partir de ahí, le cedió el protagonismo a sus jugadores. Y ellos no le
fallaron. El Manchester City controló los tiempos, la pelota y también los
registros. Se impuso al Arsenal sin sufrir –de hecho, la única ocasión de los gunners fue una tímida llegada de
Aubemayang al área de Claudio Bravo– y pasando por encima en ataque.
Primeramente, gracias a un fallo de Mustafi que derivó en un mano a mano
culminado por Agüero, y después con Kompany y Silva sentenciado en la segunda
mitad (0-3).
El Manchester no titubeó cuando se jugaba su primer título
esta temporada, dando comienzo definitivamente a la era Guardiola –que bien
podría ser bautizada como la del lazo amarillo–. El segundo título, la Premier
League, salvo sorpresa mayúscula, lo levantará el City en los próximos meses. Y
el posible tercero, la Champions League, lo tiene bien encaminado: vapuleó al
Basilea en octavos y tiene un pie y medio en cuartos de final.
Esa es la situación de un equipo que camina hacia una
temporada récord, pero que tendrá que dar el do de pecho en Europa. En
Inglaterra, Guardiola ha demostrado que lo puede hacer. Tras una gran inversión,
ha conseguido que su equipo juegue como desea. Eso sí, no es su Barcelona. Este
equipo mezcla la posesión con la verticalidad, como quedó claro en el primer
gol en la final: un balón largo de Claudio Bravo que Agüero aprovechó tras
fallo de la defensa.
¿Necesitará más para ganar la Champions? Esa es la única
pregunta que queda por resolver. De momento, en Europa se ha enfrentado tan
solo con un rival de entidad: el Nápoles, un equipo que ni siquiera está ya en
Europa League. El resto han sido equipos menores. En cuartos, sin embargo,
presumiblemente, se enfrentará a uno de los favoritos para ganar la ‘Orejona’,
y entonces es cuando se podrá calibrar realmente si su Manchester City ha
tenido suficiente con ese gasto de 528 millones o necesitará invertir algo más
en verano para alcanzar el título continental, ese que no consiguió en Múnich y
que le piden con pleitesía en el conjunto Sky blue. Lo único que puede
justificar esa millonada, aunque no pueda sacar de caja 80-100 millones de
euros en un jugador. Ya se verá.