miércoles, 14 de febrero de 2018

ANTE EL TODO O NADA

Aránzazu Gálvez

Chamartín se engalanará este miércoles para asistir a la prueba de fuego definitiva que la visita del PSG en los octavos de final de la Liga de Campeones supone para el Real Madrid. La tribuna de Concha Espina se dispone a contemplar la mejor versión de un escuadrón bajo sospecha, del que ya sólo se espera que ofrezca su cara más jerárquica, comprometida y efectiva en el torneo del que es vigente campeón. Porque su travesía liguera y copera sólo ha dejado al madridismo un argumento al que aferrarse para mantener su fe en la plantilla merengue: esa mística que les uniforma como depredadores en el territorio de la antigua Copa de Europa.

Por ello, lo venidero para el camarín de los españoles es el encuentro que puede definir la temporada como un fracaso y una de las peores de su centenaria historia o constituir un espaldarazo. Lo que está claro es que la ida de esta fase, final anticipada, representa un punto de inflexión irrebatible en el devenir capitalino. El campeón de casi todo, que ha aparentado estar empachado de gloria desde agosto, se medirá a un hambriento aspirante a aristócrata, que viene herido después de haber perdido la Ligue 1 ante el Monaco y de ser sujeto pasivo de una de las remontadas más memorables de este torneo -en el Camp Nou-.

Hace un amplio puñado de semanas que a Zinedine Zidane se le pregunta más por su futuro que por su presente. Casi el mismo margen de tiempo en el que Unai Emery ha regateado los fantasmas de la salida del club. Los madridistas, a estas alturas del calendario, viajan a 17 puntos de la cima de La Liga y los franceses son punteros, con un plácido colchón de 12 puntos sobre el conjunto del Principado. Esto es, sus inercias son contrapuestas, en favor de los visitantes. Pero el Madrid se juega todo a esta carta. Y este mismo combinado, rebosando urgencia y en el Bernabéu, ya ha sido capaz de relativizar la lógica de los precedentes.

El doble campeón de Europa alineará, salvo sorpresa, al once que le dio la Duodécima en Cardiff, con Bale e Isco intercambiando roles. Sólo la sensible baja de Carvajal (entrará Nacho) supondrá una variante en el plan previsible. La idea ha de ser evidenciar una precisión en la manutención del cuero y la creación de juego en estático tan afinada como la capacidad de achique y de contragolpe. La supervivencia madrileña pasará por el nivel de la intensidad en ambas fases del juego, la solidaridad en el esfuerzo y la atención a la táctica. Ha de sembrar con trabajo el 4-4-2 o 4-4-3 que disponga Zizou para que la calidad y el físico manden. En definitiva, la altura del combate no permitirá apagones de concentración de ninguna pieza.

La tendencia a padecer fuera de casa, en este mismo ejercicio, del PSG podría beneficiar a un gigante español que debería estar dispuesto a incendiar el ritmo desde el inicio. Pero la sutura de las grietas a la espalda de su trivote -Modric-Casemiro-Kroos- será uno de los parámetros determinantes. Si la presión no es coordinada y el equipo vuelve a partirse tras pérdida, entonces se pondrá de manifiesto la categoría punzante de la ofensiva francesa. Entre Neymar, Cavani y Mbappé han anotado 74 tantos (por los 38 del tridente local). En la trinchera española Benzema (Isco o Asensio) habrá de brillar como mediapunta y enlace entre líneas, esquivando la acostumbrada e inocua acumulación de centros laterales.

Los dirigidos por Emery han salido de la primera fase como el club más goleador del torneo (25 dianas, 16 más que el Barcelona) y con tres goles encajados menos que Keylor Navas y compañía. El técnico vasco, que maneja a una delegación con sed de venganza y que observa este cruce como la "oportunidad" idílica para asaltar, al fin, un hueco entre los grandes continentales, duda solamente en las tres piezas de la medular. La baja de Motta deja el mediocentro vacío. La elección del nombre que acompañará a Verrati y a Rabiot o Draxler -el estratega ex del Sevilla habló en la previa de Lass Diarra y de Lo Celso- dictará la ambición y el tipo de planteamiento. Si bien la batalla por la superioridad en los carriles se antoja nuclear y deliciosa (Lucas Vázquez y Di María serán estiletes en este escenario).
Porque los parisinos bien pueden competir abordando la amortización del valor doble del gol a domicilio, a pesar de exponerse algo más de lo característico en el preparador español, o pautar una salida precavida, que saque tajada del modelo de repliegue y transición, con sus tres o cuatro flechas atacantes, y crecer en iniciativa con el paso del minutaje. En esta dirección tomará un peso trascendental el factor mental. Y es que el ajedrez de este primer capítulo de los octavos conlleva mucha más presión para los locales, y los franceses jugarán con eso.

Diecisiete partidos lleva el Madrid sin perder en casa y en competición europea y nunca ha perdido Zidane una eliminatoria de Champions desde el banquillo merengue. Pero esas estadísticas, como las anteriores, se pondrán en tela de juicio cuando se descubra quién es el que mejor ha estudiado las debilidades ajenas y propias, quién ocupa mejor los espacios, qué estilo es el más pragmático para salir a flote de camino al Parque de los Príncipes y si Neymar, Mbappè, Ronaldo, Modric, Bale, Draxler, Di María, Marcelo, Dani Alves, Isco o Cavani vencen a la neutralización táctica mutua, también factible. Los dos técnicos tienen razones para cubrirse con más peones en el ecuador del terreno y así preponderar el equilibrio.


La consistencia creciente que pregonan los visitantes y de la que adolecen los locales se entremezclarán en un enfrentamiento que promete fuegos artificiales, con el Ronaldo más certero del curso y Neymar como maestros de ceremonias. El PSG, cuya directiva interpreta este partido como el que ha esperado desde que aterrizara en la capital gala, ganó y perdió con el Bayern hace meses, en los test más concluyentes. Fuera de casa cayeron, redundando en esas dudas lejos de casa. Por todo ello, las espadas están en alto, con la cabeza de los entrenadores como tributo a la decepcionada entidad que salga perdiendo en este lance.