Jordi Grimau
Batacazo del Barcelona en Leganés (2-1), con lo que entra en
una dinámica peligrosa y preocupante. El equipo azulgrana es un coladero,
defensivamente se desangra y uno de los señalados tras esta derrota en Butarque
es Piqué. El central, que también cometió varios despistes y errores en el
empate contra el Girona en el Camp Nou, volvió a fallar en el minuto loco del
Leganés. A la defensa del Barcelona le cogieron la espalda en los dos goles,
con dos acciones en balones largos, pero en el segundo a Piqué se le enredaron
las piernas. Cedió el balón para que Óscar Rodríguez culminara una remontada
fulminante en 68 segundos. Vermaelen, en el tanto del empate de El Zhar, fue el
otro protagonista negativo de una zaga que hace aguas. Al Barça le han marcado
siete goles en las seis jornadas de Liga cuando la temporada pasada llevaba
encajados siete goles en las 18 primeras jornadas. Un dato demoledor que habla
muy mal de la zaga y de la fragilidad de una defensa irreconocible.
Con Messi no vale. Parece más fácil si lo tienes en el campo
de inicio para no llevarte un susto, pero el resto del equipo está muy por
debajo del nivel que tiene que ofrecer un aspirante al título. El argentino se
libró de ir al banquillo en otro día en que Ernesto Valverde apostó por las
rotaciones y sentó a dos de los mejores socios del argentino. No fueron
titulares ni Jordi Alba ni Luis Suárez. Messi se quedó sin referencias por el
costado izquierdo y en la punta de ataque. Vermaelen y Munir tuvieron la
oportunidad de empezar de inicio en un Barcelona que no podía ceder después del
empate en el Camp Nou ante el Girona. Sin hacer daño por ese largo carril
izquierdo que provocan las subidas de Alba, siempre un puñal, y todo lo que provoca
Suárez, a Messi le tocó multiplicarse y convirtió cada ataque en una lucha
contra todos. De esta forma desequilibró el partido —minuto 12— con una acción
en la que consiguió hacer un aclarado a Coutinho. Messi, rodeado de cinco
futbolistas del Leganés sin poder quitarle la pelota. Su pase al centro del
área lo amortiguó Coutinho y fusiló, con esa facilidad que tiene el brasileño
para armar la pierna y pegarle a la pelota con potencia y colocación, al
portero Cuéllar.
Messi fue una obsesión para el Leganés. El partido tuvo
fases broncas con el marcaje férreo y las quejas del argentino por la
reiteración de las faltas. Hasta que el árbitro, Unidiano Mallenco, decidió
avisar con una tarjeta amarilla a Rubén Pérez por una entrada a Leo por detrás.
No había manera de frenar los giros y arrancadas de un Messi que tiró del
equipo en la construcción y aceleración. Al descanso, el partido parecía
controlado por el equipo culé. Pero el inicio de la segunda parte fue una
pesadilla para los de Valverde.
Si Messi puso el desconcierto y Coutinho la definición,
atrás volvió a aparecer Ter Stegen que, como en Anoeta, mostró que es decisivo
cuando el equipo tiene apuros. El portero alemán salvó las pocas ocasiones
claras del Leganés. Esta es la gran asignatura de Valverde. Conseguir que al
Barcelona le hagan menos ocasiones, ser un conjunto más compacto y sólido.
Si Ter Stegen estuvo bien, el que ofreció una resistencia
soberbia fue Cuéllar, con dos paradones en el minuto 80. El Barcelona buscó la
remontada con más épica que juego y metió en el campo a Luis Suárez, Jordi Alba
y Malcom. El Barcelona ha perdido cuatro puntos en las dos últimas jornadas.
Para el Leganés, es un resultado histórico. Para el Barcelona, una debacle.
Para Piqué, un palo importante porque está lejos de su mejor versión.