Antonio Blanca
El
Real Madrid aterrizó en San Mamés con la idea de seguir el ritmo del Barcelona,
que este sábado conquistó Anoeta y se destacó en el liderato de LaLiga. Además,
los madrileños gozaban de la posibilidad de alejar al Atlético a siete puntos.
Para lograrlo habrían de amortizar la irregularidad que había mostrado en las
jornadas precedentes un Athletic que no despega. El pleno de triunfos era la
carta de presentación de un favorito que se encontraba en este brete con la
resaca de las citas de selecciones y el advenimiento de la Liga de Campeones.
Esta
tesitura condujo a Julen Lopetegui a arriesgar rotando. El técnico dejó en el
banquillo a Casemiro y a Isco. Dani Ceballos fue su apuesta para acompañar a
Modric y Kroos, en un once en el que Courtois repetía titularidad como cimiento
del esquema y la alineación más reconocible de los merengues -Asensio, Bale y
Benzema en punta-. Por otro lado, Eduardo Berizzo movió a sus fichas y dio la
alternativa a Beñat -por vez primera- y a Íñigo Martínez. Aduriz comenzaría en
el banquillo, por detrás de Muniain, Susaeta, Raúl García y Williams. En juego
se deplegaban tres puntos de trascendencia precoz.
No
tardó el guión en desnudar la batalla de estilos. Los rojiblancos partieron un
esfuerzo anatómico denodado de presión intensa que pretendía robar y salir
volando a la contra. Los capitalinos, por su parte, jugarían con el cuero para
domar la pretensión rival e ir creciendo con el paso de los minutos. Siempre
anhelando salir en combinaciones fluidas y certeras que neutralizaran el
estudiado ardor táctico ajeno. Por tanto, cada imprecisión supondría una
autopista para el área de Courtois.
Con
el 61% de posesión, los de Chamartín localizaron a Kroos como ancla, con
Ceballos y Modric soltándose entre líneas. El croata abriría la relación de
intentos, con Marcelo apuntalando otro chut antes del tercer minutos. Respondió
Raúl García, a centro de Yuri, en una clara declaración de intenciones: los
vizcaínos competirían de tú a tú. Antre su tribuna, los vascos iban al límite
en cada balón dividido para hacer olvidar a su hinchada la imagen dada ante el
Huesca. Y la superioridad numérica en la medular que activó Berizzo
funcionaría, constriñendo a la horizontalidad controladora al Madrid. La mejor
cara del Athletic frutificaría antes del intermedio.
Pocos
toques y relámpagos eran los conceptos con los que los bilbaínos atacaban. Sus
transiciones verían a Williams chutar demasiado cruzado -minuto 16- y a Susaeta
encañonar un envío que lamió el larguero. Sólo un remate desviado de tino de
Benzema -tras participación de Modric y Marcelo- aparentaba incomodar al
punzante repliegue vasco. Y la descoordinación en el centro del campo merengue
empezaría a avisar al meta belga. La presión no era equilibrada y Carvajal y
Marcelo sufrían. Esta circunstancia mentalizó a los visitantes de lo idílico de
ceder metros en torno a la media hora. Courtois atraparía un remate trompicado
de Yuri.
Pero
los de Concha Espina no soltarían con facilidad el timón de la redonda. Y
llegaron al arco de Unai Simón con el centro-chut de Carvajal y el zurdazo con
rosca de Asensio. El balear y Gareth Bale habían pasado desapercibidos, para
vanagloria del estudio de Berizzo y su cuerpo técnico. El centrocampismo fue la
frontera que frenó a los de Lopetegui al tiempo que los rojiblancos localizaban
caminos de avance. Bien por el envío largo hacia Raúl García y Wiliams, bien
por las construcciones aceleradas.
Precisamente
de una de estas asociaciones rápidas en cancha contraria nació el primer tanto
del anochecer. El cuero viajaba desde Beñat hasta el perfil izquierdo. Pero un
cambio de banda retrató a Marcelo, que se dejó ganar la espalda. De Marcos
arribó y centró, sorprendiendo a todo el sistema de achique visitante. Iñaki
Williams disparó y Muniain -muy activo- abrió el marcador bajo palos -minuto
34-. Acusarían el golpe los jugadores en desventaja. No en vano, Raúl García
hizo el 2-0 en una acción a balón parado, aunque la diana fue anulada por fuera
de juego. Y hasta el camino a vestuarios el Madrid no evidenciaría alternativas
a su plan predilecto -e inocuo-.
Únicamente
las rupturas, en conducción, de Sergio Ramos desestabilizaban al dibujo local
de tenso y valiente desempeño defensivo. Un chut de Modric que sacó Unai Simón
bajaría el telón, con deberes para Lopetegui. El tempo no figuró entre sus
conquistas y el dominio del balón se tornaría estéril ante sus desajustes en
fase defensiva. Por ello, leyó el riesgo y sentó a Ceballos para dar entrada a
Casemiro antes de que arrancara una reanudación en la que confiarían que el
tipo de ejecución rival les penalizara con cansancio tarde o temprano.
Una
acción individual, favorecida por la calidad de Beñat y rematada por Williams
advirtió de la voluntad local de continuar la obra según sus presupuestos
-minuto 47-. Se lesionaría Muniain a las primeras de cambio -sustituido por
Ander Capa- en el segundo acto de creciente y lenta aparición de espacios (por
el paso al frente merengue y la tardanza vizcaína en llegar a las coberturas).
Y Bale inauguró la producción de su camarín con un remate fuera a la salida de
un saque de esquina efectuado por Kroos. Berizzo colocaba a dos laterales
diestros con el fin de protegerse cuando Marcelo, Kroos y Asensio se aliaran.
Una
falta rematada por Bale y el rechace capturado por Sergio Ramos elevaron la figura
de Unai Simón y antes del minuto 60 Isco saltó al verde -por el gris Modric-.
Apostaba el otrora seleccionador español por acumular piezas en la mediapunta,
restando control. Al menos ese era su proyecto. Y el galés volvería a asomar
con un intento desprovisto de certeza, a pase de Carvajal, y fabricando el
empate que firmó Isco. Centro soberbio y testarazo del malagueño -minuto 63-.
De inmediato, el zurdo desaprovechó un disparo en posición franca.
Había
mutado la dirección del viento. Parecería que el fuelle bajó mucho más en la
convicción local que en la visitante y Varane y Ramos contaban con la ayuda de
Casemiro para abortar las transiciones vascas. Un pase vertical del capitán
merengue dejó a Asensio con todo a favor, pero Unai Simón recalcaría su estatus
infranqueable -minuto 69-. Fue el mejor del enfrentamiento y sólo un desborde
de Capa estiraría a sus compañeros en este largo tramo de atrincheramiento.
Antes de que Ramos cometiera un error por desconcentración que regaló a
Williams un lanzamiento fallido y oxígeno a un Atjhletic que se atrevió a
adelantar líneas en manera racheada.
El
desenlace se desarrollaría con Lucas Vázquez -entró por Bale-, San José -por
Williams- y Mikel Rico -por Beñat-. Berizzo elevó los centímetros para alcanzar
alguna salida que fracturara el mando contrincante. El espigado mediocentro
presionaría arriba y se colocaría como faro aéreo junto a Raúl García, según el
escenario En la otra trinchera el Madrid exhibía paciencia y posesión. Se
cruzaría el 80 con ambos escuadrones buscando de victoria. Eso sí, los
visitantes con la batuta y los locales con vértigo. Marcelo, San José, Asensio
y Mikel Rico agotarían el intercambio de llegadas que terminó por repartir, con
justicia, los puntos.