lunes, 17 de septiembre de 2018

A MEDIAS

El Real Madrid no encontró la senda definitiva para tumbar al Athletic en San Mamés y se queda a dos puntos del Barcelona que venció en Anoeta

Antonio Blanca

El Real Madrid aterrizó en San Mamés con la idea de seguir el ritmo del Barcelona, que este sábado conquistó Anoeta y se destacó en el liderato de LaLiga. Además, los madrileños gozaban de la posibilidad de alejar al Atlético a siete puntos. Para lograrlo habrían de amortizar la irregularidad que había mostrado en las jornadas precedentes un Athletic que no despega. El pleno de triunfos era la carta de presentación de un favorito que se encontraba en este brete con la resaca de las citas de selecciones y el advenimiento de la Liga de Campeones.

Esta tesitura condujo a Julen Lopetegui a arriesgar rotando. El técnico dejó en el banquillo a Casemiro y a Isco. Dani Ceballos fue su apuesta para acompañar a Modric y Kroos, en un once en el que Courtois repetía titularidad como cimiento del esquema y la alineación más reconocible de los merengues -Asensio, Bale y Benzema en punta-. Por otro lado, Eduardo Berizzo movió a sus fichas y dio la alternativa a Beñat -por vez primera- y a Íñigo Martínez. Aduriz comenzaría en el banquillo, por detrás de Muniain, Susaeta, Raúl García y Williams. En juego se deplegaban tres puntos de trascendencia precoz.

No tardó el guión en desnudar la batalla de estilos. Los rojiblancos partieron un esfuerzo anatómico denodado de presión intensa que pretendía robar y salir volando a la contra. Los capitalinos, por su parte, jugarían con el cuero para domar la pretensión rival e ir creciendo con el paso de los minutos. Siempre anhelando salir en combinaciones fluidas y certeras que neutralizaran el estudiado ardor táctico ajeno. Por tanto, cada imprecisión supondría una autopista para el área de Courtois.

Con el 61% de posesión, los de Chamartín localizaron a Kroos como ancla, con Ceballos y Modric soltándose entre líneas. El croata abriría la relación de intentos, con Marcelo apuntalando otro chut antes del tercer minutos. Respondió Raúl García, a centro de Yuri, en una clara declaración de intenciones: los vizcaínos competirían de tú a tú. Antre su tribuna, los vascos iban al límite en cada balón dividido para hacer olvidar a su hinchada la imagen dada ante el Huesca. Y la superioridad numérica en la medular que activó Berizzo funcionaría, constriñendo a la horizontalidad controladora al Madrid. La mejor cara del Athletic frutificaría antes del intermedio.

Pocos toques y relámpagos eran los conceptos con los que los bilbaínos atacaban. Sus transiciones verían a Williams chutar demasiado cruzado -minuto 16- y a Susaeta encañonar un envío que lamió el larguero. Sólo un remate desviado de tino de Benzema -tras participación de Modric y Marcelo- aparentaba incomodar al punzante repliegue vasco. Y la descoordinación en el centro del campo merengue empezaría a avisar al meta belga. La presión no era equilibrada y Carvajal y Marcelo sufrían. Esta circunstancia mentalizó a los visitantes de lo idílico de ceder metros en torno a la media hora. Courtois atraparía un remate trompicado de Yuri.

Pero los de Concha Espina no soltarían con facilidad el timón de la redonda. Y llegaron al arco de Unai Simón con el centro-chut de Carvajal y el zurdazo con rosca de Asensio. El balear y Gareth Bale habían pasado desapercibidos, para vanagloria del estudio de Berizzo y su cuerpo técnico. El centrocampismo fue la frontera que frenó a los de Lopetegui al tiempo que los rojiblancos localizaban caminos de avance. Bien por el envío largo hacia Raúl García y Wiliams, bien por las construcciones aceleradas.

Precisamente de una de estas asociaciones rápidas en cancha contraria nació el primer tanto del anochecer. El cuero viajaba desde Beñat hasta el perfil izquierdo. Pero un cambio de banda retrató a Marcelo, que se dejó ganar la espalda. De Marcos arribó y centró, sorprendiendo a todo el sistema de achique visitante. Iñaki Williams disparó y Muniain -muy activo- abrió el marcador bajo palos -minuto 34-. Acusarían el golpe los jugadores en desventaja. No en vano, Raúl García hizo el 2-0 en una acción a balón parado, aunque la diana fue anulada por fuera de juego. Y hasta el camino a vestuarios el Madrid no evidenciaría alternativas a su plan predilecto -e inocuo-.

Únicamente las rupturas, en conducción, de Sergio Ramos desestabilizaban al dibujo local de tenso y valiente desempeño defensivo. Un chut de Modric que sacó Unai Simón bajaría el telón, con deberes para Lopetegui. El tempo no figuró entre sus conquistas y el dominio del balón se tornaría estéril ante sus desajustes en fase defensiva. Por ello, leyó el riesgo y sentó a Ceballos para dar entrada a Casemiro antes de que arrancara una reanudación en la que confiarían que el tipo de ejecución rival les penalizara con cansancio tarde o temprano.

Una acción individual, favorecida por la calidad de Beñat y rematada por Williams advirtió de la voluntad local de continuar la obra según sus presupuestos -minuto 47-. Se lesionaría Muniain a las primeras de cambio -sustituido por Ander Capa- en el segundo acto de creciente y lenta aparición de espacios (por el paso al frente merengue y la tardanza vizcaína en llegar a las coberturas). Y Bale inauguró la producción de su camarín con un remate fuera a la salida de un saque de esquina efectuado por Kroos. Berizzo colocaba a dos laterales diestros con el fin de protegerse cuando Marcelo, Kroos y Asensio se aliaran.

Una falta rematada por Bale y el rechace capturado por Sergio Ramos elevaron la figura de Unai Simón y antes del minuto 60 Isco saltó al verde -por el gris Modric-. Apostaba el otrora seleccionador español por acumular piezas en la mediapunta, restando control. Al menos ese era su proyecto. Y el galés volvería a asomar con un intento desprovisto de certeza, a pase de Carvajal, y fabricando el empate que firmó Isco. Centro soberbio y testarazo del malagueño -minuto 63-. De inmediato, el zurdo desaprovechó un disparo en posición franca.

Había mutado la dirección del viento. Parecería que el fuelle bajó mucho más en la convicción local que en la visitante y Varane y Ramos contaban con la ayuda de Casemiro para abortar las transiciones vascas. Un pase vertical del capitán merengue dejó a Asensio con todo a favor, pero Unai Simón recalcaría su estatus infranqueable -minuto 69-. Fue el mejor del enfrentamiento y sólo un desborde de Capa estiraría a sus compañeros en este largo tramo de atrincheramiento. Antes de que Ramos cometiera un error por desconcentración que regaló a Williams un lanzamiento fallido y oxígeno a un Atjhletic que se atrevió a adelantar líneas en manera racheada.

El desenlace se desarrollaría con Lucas Vázquez -entró por Bale-, San José -por Williams- y Mikel Rico -por Beñat-. Berizzo elevó los centímetros para alcanzar alguna salida que fracturara el mando contrincante. El espigado mediocentro presionaría arriba y se colocaría como faro aéreo junto a Raúl García, según el escenario En la otra trinchera el Madrid exhibía paciencia y posesión. Se cruzaría el 80 con ambos escuadrones buscando de victoria. Eso sí, los visitantes con la batuta y los locales con vértigo. Marcelo, San José, Asensio y Mikel Rico agotarían el intercambio de llegadas que terminó por repartir, con justicia, los puntos.